A finales de Septiembre comenzó oficialmente el otoño. Llegan las lluvias, el sol no calienta como en verano, hay menos horas de luz diurna y nuestro organismo debe adaptarse a todos estos cambios que pueden afectar a nuestro sistema nervioso produciendo cansancio, somnolencia, desánimo y falta de motivación. El otoño es una estación de transición hacia el invierno, con una climatología más fuerte y severa que requiere unos cuidados de prevención y descanso de nuestros órganos vitales.
Esta es una época de cosecha, de recoger los frutos sembrados en primavera que fueron madurando en verano; no sólo recolectamos en el plano exterior, también interiormente, nuestros proyectos, relaciones, salud o trabajo. Es una estación dinámica, de madurez, calma, transformación, que nos invita a depurar, renovar y mirar hacia nosotros mismos; igual que la Naturaleza se despoja de hojas y flores para dar prioridad al crecimiento de la raíz, así esta época es más propicia para la interiorización y dejar de lado lo superficial, lo que nos sobra.
La Medicina Tradicional China desarrolló hace miles de años estos conceptos de como los cambios de estación afectan significativamente al ser humano. Según esta medicina, el otoño está gobernado por la energía del elemento metal que está relacionado con la comunicación y la mente; asimismo esta estación rige la piel, los pulmones y el intestino grueso que son órganos de eliminación. En esta época tenemos que reforzar nuestro sistema inmune haciendo una limpieza del intestino grueso y repoblando su flora a través de la alimentación y purificando los pulmones con ejercicios respiratorios. Estos órganos pueden verse afectados si el cansancio, desánimo, falta de energía se prolongan en exceso.
Los pulmones están relacionados con el equilibrio corporal y la energía vital que captan a través del aire. El ritmo de la respiración mantiene en orden la circulación sanguínea. Los sabores picantes y especiados tomados sin excesos limpian los senos nasales y los pulmones se benefician de ello. La mejor manera de limpiar nuestro sistema respiratorio es mediante la práctica del pranayama, es decir, los ejercicios de respiración en yoga que además de ampliar la capacidad pulmonar estimulan la eliminación, proporcionan energía y relajan cuerpo y mente; un ejercicio muy sencillo es hacer inspiraciones abdominales profundas, llenando de aire también la cavidad torácica hasta las clavículas y sacando el aire en el mismo orden, primero desde el abdomen de manera lenta y consciente, siguiendo mentalmente el recorrido del aire en nuestro cuerpo. Cuerpo y mente se unen mediante el control voluntario de nuestra respiración; podemos influir sobre ella calmándola cuando nos demos cuenta de que se ha vuelto acelerada fruto de nuestra agitación mental, para obtener mayor concentración o una buena relajación, en momentos de estrés y conseguiremos aumentar la alegría de vivir, disminuir la fatiga, purificar la sangre y limpiar los pulmones. Una respiración consciente y profunda llevará oxígeno a la sangre, limpiará los pulmones de dióxido de carbono y toxinas, nos ayudará a aquietarnos y a llegar a la introspección que marca el otoño.
La piel, el órgano de eliminación más grande de nuestro organismo, está directamente relacionada con los problemas de los pulmones. Asma, eccemas, dermatitis y erupciones están asociados a catarros, resfriados e infecciones pulmonares y en otoño somos muy propensos a estas afecciones, pero algunas de ellas pueden cronificarse. Es muy recomendable mantener una buena higiene, con exfoliaciones suaves con productos naturales, baños de vapor, ducharnos alternando agua templada y fría, masajes de drenaje linfático etc, que ayudarán a mantener un equilibrio en la piel y a estimular la renovación celular.
En cuanto al otro órgano relacionado con el otoño, el intestino grueso, debemos mantenerlo siempre lo más limpio posible ya que su congestión es causa de muchas enfermedades, algunas de carácter difuso y otras como dolores de cabeza, garganta, sinusitis, falta de energía. En estos casos, una buena dieta rica en fibra (frutas y verduras), baja proteínas de origen animal y harinas, con un consumo adecuado de agua y moderado de lácteos que nos equilibre la mucosidad nos será de gran ayuda.
La Dieta de Otoño
Frutas, verduras y cereales integrales son parte fundamental de la alimentación preventiva de otoño puesto que aportan a nuestro organismo vitaminas y minerales esenciales en esta prevención y la suficiente cantidad de fibra para regular la actividad intestinal.
La naturaleza nos ofrece en cada momento lo que necesitamos y en esta época de enraizamiento e interiorización abundan las verduras de raíz (zanahoria, nabo, rábano) o las que crecen a ras de suelo (boniato, calabaza, hinojo, lombarda, repollo) y también es tiempo de setas y de frutos secos (nueces, castañas). Respecto a las frutas, es temporada de uvas, chirimoyas, granada, cítricos, etc. Alimentos que por una parte nos aportan energía y vitalidad y por otra nos ayudan a limpiar y eliminar toxinas.
En los primeros días de otoño se recomienda llevar una dieta de desintoxicación basada en frutas y verduras crudas, eliminando alimentos que hayan sido procesados de algún modo y aprovechando las manzanas, caquis, peras, granadas, uvas, que armonizan nuestro organismo tonificando pulmones e intestino grueso y activando la eliminación por la piel.
En general, la dieta de otoño debe ser un poco más calórica que la de verano, pero siempre supeditando esto a nuestro modo de vida. Enriqueceremos nuestra dieta con legumbres que combinan perfectamente con las verduras de estación.
Otoño y emociones
¿Qué hacer?
Como hemos dicho al principio, esta es una época de recogimiento, interiorización, de eliminar lo que no necesitemos para el invierno; tenemos que intentar que este "dejar partir" nos permita renovarnos y crear un espacio limpio y vacío que sea el inicio de un nuevo ciclo. Para preservar este espacio es necesario aprender a decir "no", siendo claros, expresando nuestras emociones, no ponernos autolimitaciones.
Hay que aprovechar las horas de luz que tenemos y también descansar y dormir las horas que necesitemos. Es un buen momento para hacer estiramientos musculares, ejercicios respiratorios y aeróbicos, practicar meditación, hacer cosas nuevas que nos saquen de la rutina, satisfacer nuestras necesidades reales y romper los límites que marcan nuestros miedos y sobre todo, disfrutar de lo que hacemos, sabiéndonos merecedores de ese disfrute.
¿Qué no hacer?
Sobre todo, no dejarnos arrastrar por la apatía, melancolía o tristeza que son normales al inicio de esta estación; tampoco es recomendable tratar de superar el bache anímico y energético a base de bebidas y alimentos estimulantes como café, té, chocolates o azúcares industriales.
¡¡¡¡¡FELIZ OTOÑO!!!!