Este viernes, después del trabajo me fui al centro como muchos otros días para comer y pasear por esa zona. Comí en el Restaurante Da Nicola, un restaurante italiano con una carta extensiiiiiisima sin gluten que me pierde.
En esta ocasión, como no tenía mucho hambre porque había estado comiendo en el trabajo, me pedí un carpacho de salmón y un helado de chocolate.
Después de comer paseé por la Calle Mayor donde encontré una tienda muy original que se llama Gracias Mama, con artilugios muy curiosos para cocinar y me compré 2 rayadores, uno para chocolate y otro para ajo y jengibre, además estos rayadores tienen un agujerito para medir 2 raciones de espaguetis.
Crucé la Plaza Mayor hasta llegar al Mercado de San Miguel.
He pasado muchísimas veces por el Mercado de San Miguel pero nunca había entrado ya que no dejan entrar a perritos y yo casi siempre voy con mi peluda.
La verdad es que el mercado me pareció muy chulo. Creo que está más bien orientado a turistas, aunque supongo que también se puede ir a tapear allí, eso si los celiacos mejor nos olvidamos porque no vi nada que pudiéramos comer sin riesgo de contaminación cruzada.
Continué mi paseo por la cava baja y llegue a la zona de La Latina. He estado multitud de veces en esta zona paseando o tomando algo con amigos pero nunca me había fijado en un edificio que hay en la Plaza San Andrés, justo al lado de la iglesia que tiene el mismo nombre. La fachada no da ninguna pista de lo que alberga así que me acerque a curiosear y le pregunte al guardia de seguridad que estaba en la puerta. Mi sorpresa fue grande cuando me dijo que era el Museo de San Isidro y los orígenes de Madrid.
El museo tenía cerradas varias salas porque tenían problemas con las cámaras de seguridad, así que no pude ver casi nada, pero tengo pensado volver a investigarlo a fondo.
Lo que si pude ver es la exposición permanente de San Isidro y un patio renacentista muy bonito donde te puedes sentar a disfrutar de la tranquilidad.
Cuando salí del museo pensé que para celebrar el descubrimiento nada mejor q tomarse un heladito, así que me dirigí a la calle Montera a por un Smooy
Me encantan los yogures helados de Smooy porque además de lo ricos que están puedo comerlos sabiendo que no me voy a poner enferma. En todas las tiendas tienen colgada la carta con los alérgenos y además los toppings te los ponen de un recipiente diferente a los que tienen expuestos para evitar la contaminación cruzada.
Para cerrar el día, no podía faltar mi visita a Celicioso
Si os apetece saber más sobre esta pastelería-cafetería podéis leer la entrada que le dediqué hace un tiempo Pinchando aquíSígueme en: