Los signos de alarma en los bebés con síndrome de Down son los mismos que en cualquier otro niño de su edad y, su aparición, debe seguirse de consulta con su pediatra.
De todos modos, existen algunas afecciones que son más frecuentes en los recién nacidos y lactantes con síndrome de Down y deben ser objeto de especial atención:
Aparato digestivo
Malformaciones congénitas
Aproximadamente el 5% de los recién nacidos con síndrome de Down presenta una alteración en la formación del aparato digestivo que puede originar un cuadro precoz de vómito, ausencia de deposiciones o estreñimiento pertinaz..
La enfermedad de Hirschprung es una alteración en la formación de las células que se encargan del peristaltismo o movimiento intestinal, por lo que las heces no pueden progresar a partir de ese punto del intestino grueso (habitualmente la zona del colon más cercana al ano).
Se acumulan llegando a producir distensión del abdomen y obstrucción del tubo digestivo, con estreñimiento, vómitos secundarios y mala ganancia de peso.
También es subsidiaria de tratamiento quirúrgico, sin la urgencia de las atresias y estenosis de esófago o duodeno.
Alteraciones de la absorción
La celiaquía o intolerancia al gluten es más frecuente en los niños con síndrome de Down pero no origina sintomatología durante el primer año de vida. La intolerancia a la lactosa o proteínas de vaca debe abordarse como en cualquier otro niño.
Estreñimiento
Es más frecuente en los bebés y niños con síndrome de Down, ya que la hipotonía que presentan (debilidad muscular) también afecta a los músculos del abdomen y les resulta más difícil hacer fuerza para defecar, y además el peristaltismo está disminuido.
Vómitos
Los vómitos pueden ser signo de multitud de enfermedades, siendo en el niño pequeño lo más habitual las infecciones y los problemas digestivos, mientras que en el niño mayor se suelen producir en el contexto de gastroenteritis.
Aparato cardiovascular
Aproximadamente la mitad de los niños con síndrome de Down presenta al nacimiento una malformación cardíaca. Afortunadamente, en la inmensa mayoría de los casos, existe una solución quirúrgica para estas alteraciones.
A todos los recién nacidos con síndrome de Down se les debe realizar poco después de nacer una ecografía del corazón (Ecocardiografía) para descartar enfermedades del mismo.
Infecciones
Los recién nacidos y lactantes con síndrome de Down son más vulnerables a las infecciones que otros niños de su edad.
Por lo tanto, se debe poner especial atención a la presencia de signos clínicos evocadores de un proceso infeccioso como la fiebre, pero también otros como rechazo de las tomas, irritabilidad, llanto que no calman con los cuidados habituales o somnolencia excesiva.
En la mayor parte de las ocasiones, se trata de infecciones respiratorias producidas por virus que en niños con síndrome de Down son más frecuentes debido a las particulares características de sus vías respiratorias (en general su cavidad oral y nasal son más pequeñas) y a un sistema inmunitario menos eficiente que el de bebés sin síndrome de Down.
Por tanto, tenemos que tener especial cuidado aun cuando el catarro parezca vírico.
La forma que tenemos de prevenirlo es, sobre todo en épocas de epidemia de gripe y resfriado, proteger al bebé de personas que puedan estar infectadas (educar a los demás niños en las normas de higiene: ponerse la mano delante al toser o estornudar, lavarse las manos antes de tocar al bebé, etc).
Si detectamos que el pequeño tiene mocos que impiden que respire bien, debemos llevarlo a su pediatra para que lo ausculte.
En caso de que éste detecte que la infección pueda haber adquirido un carácter descendente y afectar a las vías respiratorias medias o bajas (bronquiolitis) os indicará cuales son los signos de gravedad que pueden obligar a su ingreso hospitalario.
Visión
No es sencilla la exploración ocular y de la visión en los niños pequeños.
Sin embargo, tiene gran interés en los bebés con síndrome de Down, ya que en algunos, se presenta precozmente alguna patología que afecta al órgano de la visión.
Tras el nacimiento, su pediatra descartará cataratas, que son más frecuentes en niños con síndrome de Down.
Sin embargo, si en algún momento se observa que la pupila (la parte negra del centro del ojo) se vuelve blanquecina, se debe consultar con su pediatra o con un oftalmólogo, para asegurar que no han pasado desapercibidas.
Por otro lado, en torno a los dos meses el bebé empieza a seguir objetos y a fijar la mirada.
Si esto no ocurre en un período razonable, puede ocurrir que tenga algún tipo de problema visual que se deba evaluar, por lo que también es conveniente consultar.
En otras ocasiones se puede observar estrabismo o desviación de un ojo (habitualmente hacia dentro, pero no necesariamente) que también debe ser motivo de consulta.
En cualquier caso, conviene que el bebé con síndrome de Down sea evaluado por un oftalmólogo alrededor del año de vida, aunque no se haya detectado ninguna alteración.
Para los padres es muy importante contar con apoyos como los programas desarrollados por DOWN ESPAÑA, así como el apoyo de profesionales y de otros padres, como lo que encontramos en Down Talavera.
Para cualquier duda, aquí puedes consultar el programa completo.