Hoy es uno de esos días en los que me siento una persona afortunada. Hoy es el día en el que tengo el gran honor de poder decir que uno de los grandes (y no sólo a mis ojos) ha querido colaborar en mi blog. Si eres un fisio actualizado y el estudio del dolor está entre tus prioridades (lo cuál debería tomarse como una obligación), seguro que conoces a Arturo Goicoechea. Médico neurólogo, gran entendido del dolor y defensor de las virtudes de la Fisioterapia.
¡Le estoy tremendamente agradecido por su colaboración desinteresada!
He aquí sus palabras…
Durante tres meses fui médico rural. Atendía cuatro pequeñas poblaciones en La Rioja. Apenas tenía cometido. Lo que más tiempo me ocupó fue la atención a dos pacientes con bronquitis crónica. Iba a su domicilio todos los días a enseñarles a respirar, a sacar las flemas. Colocaba la cama en Trendelenburg para movilizar las secreciones, les animaba a prolongar la espiración, con calma. El premio al trabajo fue un invierno con menos limitación respiratoria, con más capacidad funcional.
Ya en el hospital, como neurólogo, dediqué mi atención preferente a los pacientes con daño extenso cerebral por patología vascular. Conciencié al personal de planta de la necesidad de extremar los cuidados. Evitamos sondajes innecesarios, vías venosas innecesarias. Extremábamos los cambios posturales, la colocación adecuada de las extremidades paralizadas, los movimientos pasivos, la prevención de aspiración con las comidas. Proyectamos una miniunidad de rehabilitación en planta para actuar desde el primer momento. No se cumplió el objetivo. Las políticas de optimización del personal impusieron su ley.
En los últimos 15 años me dediqué a la consulta ambulatoria. Dolor, mareo, vértigo, síncopes, hormigueos, falta de memoria. Fui consciente de la dimensión del problema de los denominados “Síntomas sin explicación médica”, de los que el dolor era el protagonista más mortificador e invalidante.
Fui haciéndome con un marco teórico que pudiera explicar desde la Biología la migraña, la emergente fibromialgia, el dolor crónico. Mi lumbalgia crónica invalidante me facilitó el espacio práctico para jugar con el dolor y el movimiento. Mi profe de violoncello me ayudó a comprender cómo trabaja el cuerpo en conjunto para acometer con éxito y sin riesgo una acción.
– No sé si vas a tocar el violoncello pero no te va a doler…
Explicaba a los pacientes todos los conceptos que iba adquiriendo. Compartía con ellos mis hipótesis. Muchos lo agradecían; bastantes mejoraban y también bastantes dejaban de acudir a las revisiones. Mis conocimientos sobre la actividad neuronal fueron aumentando y aprecié en su justa medida la importancia del aprendizaje y el poder de la cultura en la construcción de la conectividad neuronal que impulsa las decisiones defensivas del organismo.
Una hija mía estudió Fisioterapia y complementó los estudios con cursos de osteopatía, drenaje linfático, inducción miofascial y otros. En algún momento hablamos de dolor y surgió el tema del cerebro.
– Aitá: ¿me estás diciendo que debo olvidar todo lo que he estudiado?
– En absoluto. Debes aprender cosas que desconoces y luego decides.
Yo le pasé libros. Ella me pasó los suyos. Nos apuntamos a algún curso de fisios. Lorimer Moseley…
Empezamos a explicar a los pacientes el nuevo paradigma del cerebro. Soltamos lastre estructuralista. Menos músculo y más neurona. Creencias, expectativas, nocebo, Bayes, código común.
Pusimos en marcha los cursos para pacientes de migraña a iniciativa del Dr Aguirrezábal, del Centro de Atención Primaria de San Martín, en Vitoria. Luego la Drª Barrenengoa, tras conocer nuestro trabajo, comenzó con los cursos para pacientes de fibromialgia.
En 2009 comencé a escribir el blog. Aparecieron los fisios como seguidores. Cursos, congresos, cañas…
No he tenido la oportunidad de trabajar como fisio. He escuchado y hablado mucho, pero he tocado poco.
Si volviera a nacer me gustaría ser fisio… a mi manera.
Me gustaría conocer mucha Fisiología, cómo trabajan las células, cómo se organizan en órganos y tejidos, en sistemas; me gustaría hacerme con una idea del organismo como un sistema complejo adaptativo que debe moverse para explorar su interacción con la realidad, sin miedo, con libertad.
Me gustaría saber cuándo los tejidos sufren y cómo se protegen; cuándo necesitan la atención profesional y cuándo esa atención crea más problemas de los que resuelve.
Me gustaría aprender a respetar el trabajo del organismo, los tiempos que se toma para regenerar y remodelar tejidos lesionados.
No soy fisio, pero, si lo fuera, ayudaría a los pacientes a conocer su organismo, a recuperar la autoestima, perder el miedo y recuperar la actividad perdida por convicción de residir en un cuerpo vulnerable y desgastado.
Creo que los fisios pueden hacer mucho para que los ciudadanos se sientan cómodos con el organismo que han construido pero también pueden hacer mucho para hacer imposible esa comodidad predicando la cultura del modelo biomecánico sin neuronas, sin un cerebro que integra inputs sensoriales con emociones, cogniciones, percepciones y acciones.
Si yo fuera fisio… pero no lo soy.
“La Fisioterapia es el gigante dormido en el mundo del dolor”
Si yo fuera fisio, despertaría y me pondría a estudiar y con-jugar con los pacientes, con su dolor y su actividad secuestrada. Aprendería Biología básica, desde la perspectiva de que todo es Biología, incluida la cultura.
¡Ay! si yo fuera fisio…
Después de ser un fan de sus escritos, tanto por lo que dice como por el cómo lo dice, hoy puedo leer sus palabras entre mis papeles. ¡Muchas gracias Arturo!