En primer lugar, hace falta desmitificar algunas creencias que hemos heredado sobre nuestra sexualidad. La primera es que el sexo saludable, pleno, disfrutable, inconmensurable, y no sé cuantos “-ables” más, tiene que venir por fuerza ligado al amor. Es una idea interesante, falsa, pero interesante.
Tanto ligamos el sexo al amor que hablamos de “hacer el amor” como si fuera un sinónimo de encuentro sexual. Y la verdad es que no son sinónimos.
El sexo es una cosa y el amor es otra.
Si bien es cierto que pueden venir juntos, a veces no es así.
No necesariamente el amor conlleva sexualidad.
Así como amor tiene que ver con el sentimiento puro y no hace falta incluir el deseo sexual, tampoco el sexo necesita incluir al amor para ser verdadero.
Uno puede elegir incluirlo.
Uno puede decidir que ésta sea su forma de vivir el sexo y el amor, y es una decisión personal. Pero no es una decisión genérica, válida para todos.
Podemos decir que hay tres maneras de referirse a la relación sexual, son las tres palabras que más usamos en la Argentina. Para saber de qué hablamos, vamos a diferenciar entre “fifar”, “coger” y “hacer el amor”.
Fifar (para los de mi época, “curtir” para la generación actual)
Fifar, en nuestro slang, es un sinónimo vulgar y simpático de tener un encuentro sexual intrascendente. Es por definición incidental, descomprometido y de alguna forma deportivo. Es el hecho puro, concreto y mecánico de uno que vio pasar a otro y por alguna razón terminó en una cama. Se encontraron pero no establecieron ningún vínculo, ningún diálogo verdadero. Puede ser placentero o displacentero, pero nada más.
Fifar es acostase con un culo, con un auto, con una cara atractiva, con mi propia calentura del día. El otro es sólo un accidente, un partenaire, alguien que cumple una función para que podamos tener un intercambio de fluidos.
Coger
En cambio, coger, que usamos coloquialmente en la Argentina, define un algo más. Coger es una palabra mal tratada, se la toma como una “mala palabra” y es el término que usamos cotidianamente para hablar de sexo, lo cual no es casual.
En casi todos los idiomas del mundo, la palabra más popular para definir el acto sexual, la que se usa en la calle, siempre tiene un sonido /k/, /j/, /f/, porque estos tres fonemas le dan a la palabra la fuerza que tiene que tener para significar lo que representa (“cushé” en francés, “fuck” en inglés, “follar” en España, “litfok” en hebreo).
Coger denota un modelo de vínculo donde no solamente se FIFA por deporte, hay más, hay un vínculo entre las personas, algo les pasa.
Este algo puede ser muchas cosas: afecto, simpatía, atracción trascendente, atracción fugaz, experiencias compartidas, etc., pero hay necesariamente un vínculo establecido.
Se puede fifar con cualquiera, pero no se puede coger con cualquiera.
Para coger, hace falta involucrarse, tener un vínculo.
Hacer el amor
Hacer el amor es coger cuando el vínculo que hay entre nosotros es el amor.
Si yo no amo, no puedo hacer el amor. Lo puedo Llamar como quiera, pero no es un acto amoroso, y como no es un acto amoroso no es hacer el amor.
No tiene nada de malo coger sin hacer el amor.
No es mejor hacer el amor que coger.
Ni es mejor fifar que coger. Son tres cosas diferentes y ninguna es mejor que la otra.
En todo caso, sería bueno saber qué estamos haciendo en cada momento, para establecer lo que nos pasa. Y no creer que necesariamente para tener una actividad sexual hace falta hacer el amor. A fin de cuentas, es una decisión personal.
Por ejemplo, yo podría decidir que fifar, a mí, no me interesa más, que no me parece divertido, que no me alcanza. Podría decidir que el hecho de coger no me interesa más y que me interesa solamente hacer el amor. Y podría centrarme en esta elección. De hecho, para mí es mejor coger que fifiar y es mucho más placentero hacer el amor que coger. Pero no por esto voy a hacer creer a los demás que lo único que sirve, que lo único bueno, verdadero y sano es el sexo que se tiene haciendo el amor.
Decirlo de otra manera sería no solo una exageración sino, además, una gran mentira.
Que yo agregue cosas al hacer el amor para hacer la relación más completa, más trascendente, más intensa o más energéticamente movilizadora para mí, no quiere decir que coger no sea sexo no que fifar no sirva.
Ninguna de las tres formas excluye la posibilidad de disfrutar.
Uno puede comer un helado de crema.
Uno puede comer un helado de crema y bañarlo en chocolate.
Uno puede comer un helado de crema bañado en chocolate y ponerle una frutilla arriba.
Suponiendo que a mí me gustan estas tres cosas, cada vez, el helado resultante será más rico. Pero esto no quiere decir que el helado de crema solo no sea un helado, que helado sin frutilla no sea rico, etc. A medida que pasa el tiempo, uno se va poniendo más exigente con su sexualidad. Como si con el correr de los años conformara menos el mero placer y se busca más comprometidamente aquellos encuentros que realmente satisfacen.
Lo cierto del cuento es que nadie sabe mejor que yo lo que llevo en mi equipaje, lo que yo llevo lo sé yo. ¿Quien me va a decir a mí cómo tengo que viajar?
Jorge Bucay habla de la sexualidad, más concretamente, nos dice que no debemos juzgar a nadie por su sexualidad, pues cada cual la vive según su experiencia, y lo que es bueno para ti, puede no serlo para mí.
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Un saludo
Mari Carmen
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