Tucídides, militar y escritor ateniense, siglo V AC
¡Bienvenido a esta segunda parte del artículo sobre las sectas! A continuación vamos a abordar el proceso de captación del adepto, o candidato a formar parte de la estructura de una secta, y como éste es convertido en un miembro de pleno compromiso del grupo:
Proceso de captación del adepto
Estudian cuidadosamente a quienes se acercan a sus actividades para seleccionar a aquellos que pueden ser candidatos a miembros comprometidos, o sea, a quienes están lo suficientemente interesados y que a su vez merecen el esfuerzo de ser captados.
Después de haber analizado la personalidad y circunstancias de la vida de esas personas, eligen a aquellas que en ese momento son vulnerables, bien por su condición, antes mencionada, de codependendientes emocionales, o porque estén atravesando una crisis personal.
A éstas se les dedica gran atención, al resto, a quienes no muestran suficiente interés, o gozan de la suficiente seguridad en sí mismos y de la compañía de amigos y familiares, o simplemente no pueden aportar nada que el grupo o la organización considere valioso, se les dedica el mínimo de atención, esperando que este modo que pierdan el interés y se marchen.
Acto seguido da comienzo un cuidadoso y estudiado proceso de integración de los nuevos miembros, el cual consiste en convencerles de lo sumamente afortunados que son por haber sido aceptados como miembros de un selecto grupo u organización destinado a la gran tarea de cumplir una misión X de gran transcendencia para toda la humanidad.
Esto se lleva a cabo después de haber seleccionado las motivaciones y características de su personalidad que deben ser potenciadas para hacerlos encajar con precisión en el molde que tienen preparados para ellos, mientras combaten sin tregua o dejan morir de inanición aquellos rasgos o afanes personales que no interesan, bien porque dificultarán la integración del futuro miembro, bien porque no aportan nada válido a los intereses del grupo.
Se trata de un proceso lento, que puede durar años, y en el cual, tal y como describe el profesor de Psicología Social de la Universidad de Arizona Robert Cialdini:
De manera sutil al principio, pero más claramente según va transcurriendo el tiempo, se va involucrando muy progresivamente a la persona en la vida y objetivos del grupo, de manera que cuando ésta quiere reaccionar ya está totalmente comprometida en la dinámica de la organización.
Es la técnica psicológica conocida como meter el pie en la puerta; Grace Stoen, ex miembro del Templo del Pueblo, la secta dirigida por el reverendo Jim Jones, tristemente célebre por el suicidio colectivo cometido en 1978, recuerda esta experiencia con detalle:
Nunca se hacía nada de modo drástico. Lentamente, uno iba renunciando a ciertas cosas y poco a poco tenía que ir aceptando otras; pero todo se hacía gradualmente. Hubiera sido lógico pararse a reflexionar, pero al hacerse todo de forma paulatina, terminabas pensando que si habías llegado hasta ahí, no ibas a renunciar a lo ya conseguido, sino que aún podías ir un poco más allá.
Mediante este proceso, durante el cual y de manera continuada se ejerce sobre el adepto una gran coerción psicológica, a la cual en algunos grupos u organizaciones más extremistas se añade el trabajo físico intensivo -para limitar el descanso y la recuperación de la persona, además de disminuir su voluntad y capacidad de resistencia- e incluso el castigo corporal, construyen un falso yo sobre el yo habitual; de este modo el adepto queda en manos de una personalidad modelada al interés y propósito de la secta, y se aleja aún más de su verdadero ser.
El paso siguiente consiste en ir rompiendo uno a uno todos los puentes que le unen a su vida y su mundo de antes de entrar en contacto con la secta. Poco a poco se le va convenciendo que quienes son críticos con él y con el grupo, y no desean seguir sus pasos, son personas indignas de confianza, egoístas o malvadas, incluyendo en primer lugar a familiares, parejas, y amigos cercanos; su viejo mundo, sus antiguos seres queridos, le dirán, conspiran continuamente contra él para apartarle de su verdadera vida, porque son incapaces de respetar su decisión, ellos no tienen su valor y su visión…
Así se sentirá cada vez más alejado de la realidad, de sí mismo, de sus verdaderos afectos, y de cualquier fuente de apoyo crítica, que le pueda aportar una visión diferente del camino que ha tomado.
A partir de este momento, las motivaciones e intereses de la secta son las suyas; esa es la prioridad en su vida, él les pertenece de facto, y de esta manera concluye con éxito para la secta el proceso de captación y conversión.
La socióloga de la California State University Janja Lalich, afirma en Captive Hearts, Captive Minds: Freedom and Recovery from Cults and Abusive Relationships, (Corazones cautivos, mentes cautivas: Libertad y recuperación de cultos y relaciones abusivas), obra basada en su propia experiencia, lo siguiente:
Solamente existe una comunicación verdaderamente sincera cuando las personas están en un nivel de igualdad. Esta condición jamás se da en el seno de una organización de esta clase. La diferencia de poder convierte a los adeptos, sometidos a los mandatos de la jerarquía, en personas muy dependientes emocionalmente, y por ello, vulnerables y fácilmente manipulables.
Recuerdo bien cómo viví este proceso; yo era muy joven y había llegado a un lugar, que era nuevo y desconocido para mi; estaba lejos de mi hogar, mi familia y amigos, y me sentía muy solo. Apenas tenía por aquel entonces recursos para enfrentarme a los desafíos que me planteaba mi nueva vida, a la cual me estaba costando demasiado trabajo adaptarme. Un compañero de trabajo me presentó al grupo, del cual no diré su nombre -se dice pecado, pero no pecador- y me uní a él en busca de apoyo y seguridad en aquella época tan crítica.
Buscaba -lo recuerdo muy bien- gente positiva, con buena vibración, y ellos lo eran, así que todo fue muy rápido.
Al principio, una vez superadas las primeras dudas, muy naturales, me encontré estupendamente bien, y me sentía muy agradecido por haber tenido tanta suerte en medio de tanta desgracia.
Proceso de integración a la secta
El proceso de integración a una secta comprende tres periodos: Durante el primero recibes generosamente apoyo, amistad, y ayuda por parte del grupo, y no se te pide nada a cambio, solamente aquello que tú quieras dar libremente… Todavía no se te plantea ninguna exigencia; la balanza está desequilibrada a tu favor.
Más adelante comienzan a medir el apoyo que recibes, y sutilmente o de un modo más directo, se te indica que es conveniente que comiences a contribuir con tu tiempo, esfuerzo, y en muchos casos tu dinero, devolviendo el tiempo y esfuerzo que se ha dedicado a tu persona; la balanza está equilibrada para ambas partes.
Por último, se limita el alimento emocional al mínimo necesario para mantenerte en el grupo, y se te invita a -o exige- asumir el máximo compromiso, es decir, a pedir comenzar el periodo de prueba para poder ingresar en el círculo interno y convertirte en un miembro de pleno derecho y obligación dentro del grupo; ahora la balanza está totalmente equilibrada a favor de la secta.
Para entonces el grado de relaciones humanas entre ti y tus compañeros del grupo está sujeto al 100% al cumplimiento a plena satisfacción de las expectativas que éste ha depositado en ti, o como recuerda el dicho español, Andrés, te quiero por interés.
Esto puede vivirse de manera más o menos consciente entre las personas que comparten su pertenencia a la secta, pero es un hecho objetivo e innegable; si vacilas en tu vocación de servicio o abandonas el grupo o el círculo interno, tus relaciones con ellas quedarán seriamente menoscabadas, cuando no rotas por completo, y es que nadie quiere relacionarse o ser relacionado con un miembro de dudosa lealtad o cualquier ex miembro que haya traicionado al grupo…
Ahora nos encontramos con la persona o personas que culminan la jerarquía de la secta, es decir, sus máximos dirigentes, auténticos lobos con piel de cordero.
En general son gente aparentemente normal, pero en realidad se trata de personas muy inteligentes y astutas, muy psíquicas, con una gran habilidad natural para apreciar con claridad las vulnerabilidades y estados emocionales limitantes de cualquiera que esté frente a ellas.
Manipuladoras por naturaleza, a muchas de ellas podrían diagnosticárseles uno o varios rasgos típicos de la psicopatía…. Esto no quiere decir que a priori sean malas personas, salvo los casos extremos de psicopatía, que es una patología psicológica caracterizada por un grado de empatía muy bajo cuando no directamente nulo, pero nos presenta a personas que en muchos casos están dotadas por naturaleza de un gran carisma, capacidad para liderar, habilidades para las relaciones humanas y conocimiento, y sin embargo han caído víctimas, de su Ego, o de su propia Sombra; habitualmente ambos elementos de nuestra psique, Sombra y Ego, se alían para traicionar a la persona.
Joseph Campbell, investigador, profesor y escritor estadounidense, autor del best seller El viaje del héroe, psicoanálisis del mito, nos explica cómo el héroe salvador, que se ha vencido a sí mismo, cuando se conforma con los laureles de su efímera victoria, con frecuencia cae víctima de las fuerzas aún no reconocidas e integradas de su propia Sombra -el conjunto de los rasgos de carácter, fuerzas y capacidades innatas que rechazamos y reprimimos en nosotros mismos- y se convierte en el tirano opresor. En psicología a esta patología típica de los líderes sectarios se la denomina mesianismo.
George Feuerstein, autor del libro La sombra del gurú iluminado, nos explica de manera sencilla el origen de esta patología; en sus propias palabras:
Los caminos espirituales tradicionales suelen basarse en el ideal vertical de la liberación de los condicionamientos del cuerpo y de la mente y, por consiguiente, se orientan hacia el supuesto bien último, el Ser trascendente.
Obviamente, toda autotrascendencia implica un cierto grado de autotransformación, lo cual no suele implicar lamentablemente el esfuerzo sostenido y armónico de trabajar con la sombra y lograr la integración psíquica.
Esto podría explicar por qué existen tantos gurús excéntricos y autoritarios con una personalidad tan poco ajustada a la sociedad.
Para mi, y creo que para la gran mayoría de mis compañeros, él y ella, pues formaban pareja, y tampoco diré sus nombres, representaban a los padres que no tuvimos y que siempre deseamos tener; él era un hombre hecho y derecho, carismático, seguro de sí mismo, que inspiraba respeto y lealtad, y sobretodo mucha seguridad cuando estaba a tu lado; ella era toda una madre coraje para nosotros, amorosa y fuerte a la vez, y tan carismática y segura de si misma como su marido.
En medio de tanta gente mediocre como habíamos conocido en la por aquel entonces corta vida, pues todos éramos muy jóvenes -el promedio del grupo era de 22 años- ellos eran a nuestros ojos personas excepcionales.
En fin, como dice el viejo refrán, no recuerdo de qué país, en tierra de ciegos, el tuerto es rey.
Rompiendo las cadenas
Poner fin a tu relación con una secta nunca es fácil, es como cortar radicalmente con una parte fundamental de tu vida; ha de ser llevada a cabo -cuando es posible- de manera progresiva.
Lo más importante, una vez conscientes del tipo de relación que hemos alimentado, y de cómo está dañando nuestra vida, es encontrar apoyos seguros fuera del grupo, o sea, personas que están dispuestas y comprometidas al 100% a ayudarnos y apoyarnos en nuestra salida, y una vez fuera, de acompañarnos mientras recomponemos poco a poco nuestra vida, y que sean plenamente sinceras en sus acciones, sin abrigar intenciones ni intereses ocultos.
La ayuda profesional es imprescindible en todos los casos, porque incluso cuando parece que hemos salido enteros de la experiencia, siempre hay daños residuales y colaterales en nuestra psique y en la de nuestros seres queridos, aunque sea a niveles profundos y no conscientes.
A continuación, y dado que en un elevado porcentaje de los casos, la persona se convierte en adepta de la secta a causa de una baja autoestima y de un grave déficit de amor y reconocimiento, traducida en codependencia emocional, ha de ponerse remedio a esta carencia y a comenzar a construir, con tiempo y apoyo profesional una personalidad equilibrada, segura de sí misma, y con los niveles mínimos de caricias emocionales -reconocimiento de su persona- plenamente asegurados.
Siguiendo con mi propia experiencia personal, recuerdo a un compañero que decidió con seis meses de antelación dejar el grupo donde estábamos, y fue preparando el terreno para cuando llegara el momento de irse y seguir con su vida fuera de la secta. Así lo hizo, y con buenos resultados, fue relativamente fácil para él.
Para mí, en cambio, fue mucho más drástico y doloroso… Los acontecimientos se precipitaron, y yo hube de salir cuando mi salud física -no solamente la psicológica- comenzaba a resentirse de forma permanente.
Lo hice, pero salí muy dolido, confuso, sintiendo que a pesar de todo estaba traicionando a muchos amigos que dejaba atrás, y totalmente agotado psicológicamente.
Al principio, una vez superado el trauma inicial, sentí una gran y refrescante sensación de libertad, largamente deseada… Esa sensación duró algunos meses; después, cuando me había a vivir lejos de allí, comenzaron las pesadillas, violentas y recurrentes, casi cada noche a lo largo de un año que me pareció interminable. El argumento variaba, pero todos y cada uno de esos sueños tan desagradables estaban dando salida a la enorme cantidad de rabia, impotencia y frustración que yo había acumulado en silencio durante los años en que fui adepto de la secta.
Siempre agradeceré la presencia de mis verdaderos amigos, en especial de uno, que supieron estar a mi lado en aquellos cruciales momentos en los cuales mi alma corrió un serio peligro de perderse para siempre.
También agradezco la presencia de aquellos profesionales, en especial de mi primera mentora en el Camino del Héroe que yo viví entonces, el cual fue también primero que experimenté conscientemente.
A partir de este punto, si deseas seguir leyendo, porque te sientas identificado como adepto de alguna secta, o conozcas a alguien en esa situación, te daré, con tu permiso, algunos sencillos consejos:
El primero y más importante es respetar tu libre albedrío y el de cualquier persona que desees ayudar. Nada sucede por casualidad, y si alguien vive la experiencia de ser adepto de una secta es precisamente porque necesita de esta misma experiencia para aprender una o varias lecciones fundamentales en su vida, y esa experiencia ha de durar el tiempo necesario para que esta enseñanza sea aprendida en su totalidad, o de lo contrario será necesaria repetirla de una u otra forma, ¿me explico? ¡A veces es necesario tocar fondo para poder remontar!
Perdónate pues a ti mismo si has elegido -consciente o inconscientemente- vivir esta experiencia y no te castigues por ello más de lo que la propia experiencia ya lo ha hecho.
Y respeta esta decisión en la otra persona, jamás obligues a nadie a ser ayudado, si no quiere o no es todavía el momento de recibir esa ayuda. ¡No juegues a ser el salvador de otros! Esa es también una forma de huir y negarte la ayuda que en ese momento tú estás necesitando más que nadie.
El segundo es buscar la amistad sana de otras personas, gente que sea sincera y desinteresada en su amistad contigo; formar un círculo de amistades lo suficientemente grande y sólido como para que nunca te vuelvas a sentir solo o desamparado.
Procura que sean personas afines a ti en lo esencial, pero diferentes en lo particular; que te planteen retos, que te lancen desafíos sanos, que no siempre estén de acuerdo contigo, en definitiva, que amplíen y enriquezcan tu mundo, en vez de limitarlo y empobrecerlo.
Esto hará de ti una persona de mentalidad abierta, y eso te protegerá de caer en los argumentos esencialmente estrechos y fundamentalistas con los cuales las sectas atraen y conquistan a sus adeptos.
Y tercero y último, atiende a tu persona, a tus heridas y carencias, sin caer en el insano egoísmo, pero sin caer tampoco en el olvido y desprecio de ti mismo -mucho más insano- fruto de la culpa y el desmerecimiento, con el cual tanta gente se castiga en nuestra sociedad.
Hazte consciente de tus debilidades y vulnerabilidades y ponles remedio, o al menos equilíbralas con fortalezas que compensen estas carencias. Recuerda y ten siempre presente que estos puntos vulnerables son las puertas falsas por donde puede entrar todo aquel que quiera ponerte bajo su dominio, y este incluye a cualquier grupo u organización de tipo sectario.
Para concluir, quiero compartir contigo, si has llegado hasta aquí, mi conclusión final sobre mi experiencia como adepto de una secta: Creo que fue una vivencia necesaria en mi vida, porque a pesar de su dureza durante aquellos años y los siguientes a mi salida; aprendí lecciones muy valiosas sobre mí mismo y sobre las leyes de la vida, que no me enseñaron en mi familia, ni por supuesto en el colegio, y que de haberlas aprendido fuera, hubiera sido aún más largo y difícil; y deseo aclarar este punto: No estoy haciendo apología del masoquismo ni del sufrimiento gratuito, sin embargo, los seres humanos elegimos en ocasiones lecciones muy duras como parte de nuestro camino de evolución y eso conlleva vivir experiencias igualmente duras y difíciles, pero libremente elegidas, aunque sea a un nivel inconsciente.
Y en este sentido yo se que ellos facilitaron mucho mi crecimiento como persona, aunque el precio que pagué fue también muy alto. En resumen, esa experiencia fue, a pesar de todo, un mal menor, en la cual hubo también, por supuesto, muchos momentos buenos y auténticos.
De lo único que puedo arrepentirme es de no haberla abreviado un poco, para ahorrarme parte del sufrimiento, pero eso lo digo ahora, con mi nivel de consciencia actual, y ya sabemos que hablar a toro pasado es muy fácil…
Desde aquí honro esta experiencia de mi vida, en lo bueno y en lo malo, y comparto contigo aquello que te pueda ser de ayuda.
Manuel Marques Robles
Mentor y Coach para el Camino del Héroe
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