Lo peor es que puede venir enmascarada por múltiples aspectos o síntomas que poco o nada induce a pensar que estamos entrando en una fase de insuficiencia renal, a veces grave o muy grave, como sucedió en mi caso.
Es por eso quiero dar mi testimonio a cuantas personas estén pasando por un proceso similar al mío.
Acababa de pasar por una operación grave de colon y visité a mi cirujano varias veces, a revisiones y consejos.
La intervención había sido todo un éxito a pesar de haber tenido que cortar una parte del ciego, pero pasados unos cuatro meses mi debilidad cada dia era mayor y las analíticas dieron una anemia importante, que no superaba a pesar de todos los tratamientos adecuados que me pusieron.
Mi debilidad ya era alarmante, a penas si podía andar veinte metros sin cansarme y tener que parar, es mas dentro de mi propia casa no podía con mis tareas diarias, tampoco conciliar el sueño; mis noches eran de insomnio absoluto durmiendo unas dos horas en total a lo largo de la noche, con lo que se hizo un circulo vicioso de cansancio y falta de apetito.
Afortunadamente mi fe en el Creador, sanador y dador de vida, me hizo no desesperar, pero si desear que dieran con lo que tenia.
Mi medico de familia insistía en que todo seria debido a una gran depresión e intentó tratarme con medicamentos que me perjudicaron mucho (eso lo supe después).
Sobre todo porque yo insistía constantemente que no me sentía depresiva, me encontraba mal físicamente, no anímicamente. Mi presión arterial era a veces sumamente alta y otras descompensadas, la Tensión arterial mínima excesivamente baja y ahí fue cuando empecé a tener desvanecimientos, asfixie y sudores muy fríos.
Los análisis dieron la pista de mi enfermedad renal y fui por privado a un nefrólogo, quien me mando hacerme un ecodoppler (una ecografía de riñón), que delató de inmediato una deficiencia renal grave y podía ser la causa de mi estado y pésima calidad de vida, pues a pesar de mis deseos de superación y de volver a ser la que siempre fui, mi organismo no respondía.
En un principio al ver mi ficha médica se dieron cuenta de la cantidad de medicamentos que me habían estado dando para cada síntoma, suponiendo que los médicos que sería positivo.
Nada de eso, toda la química perjudica el riñón y asi me vi sin una sola pastilla, para intentar depurar el riñón que alarmantemente empeoraba por semana, ni tan siquiera podía tomar analgésicos en caso de dolor. En mi caso simultáneamente se había presentado una artrosis degenerativa en la mano derecha y solo podía utilizar cremas especiales y calor (algo que hice con todo rigor) a pesar de que era pleno verano. Mi deseo de salir adelante era tan fuerte que aunque todo se volvía oscuro, yo no decaí, pensando en positivo y en teniendo grandes charlas con el Divino Maestro.
En Él encontré tantas respuestas en los silencios de la noche, que aunque sabia que mi enfermedad se hacía crónica, mi fe y esperanza en Jesús no decayeron jamás.
EL siempre ha sido mi Maestro, mi Fuerza y mi Guía, mi Fuente de Vida..
Trataron mi anemia con inyecciones cada 15 días en un total de 14 unidades y la tensión arterial con comprimidos hipotensores. Pero lo que parecía que menos agradaba a los enfermos como yo, era la dieta permanente tan severa y tan atípica. No hay que temer, cuando te acostumbras, puedes comer muchas mas cosas de las que te imaginas, pero siempre cuidando los que contienen lo que mas te perjudica, aunque te parezca un sin sentido.
Hay que controlar, el potasio, las proteínas, el sodio, la creatinina, la glucosa, el fósforo y cuantos parámetros en sangre y orina estén desfasados.
Mi experiencia que espero sirva a todos los que estén en mi misma situación ha sido que cuando uno desea curarse o volver a estar mejor, la dieta no afecta tanto el estilo de vida, todo es acostumbrarse y pensar y actuar en positivo, aunque estuviese diagnosticada como enferma renal grave y crónico.
Hay que cuidar muchísimo la fibra de ahí que la verdura que esta permitida comer, haya que hervirla dos veces o bien dejarla en remojo 5 horas mínimo. La fruta debe tomarse con mucha prudencia y sin piel, hervida o en compota mejor. Las conservas de frutas se pueden tomar escurriendo y tirando el líquido o almíbar. (Melocotón en almíbar, peras, piña)
NO se debe abusar del pan y al ser posible tomarlo blanco. El pescado igualmente blanco, evitando el pescado azul, todo tipo de conservas de pescado, nada de fritos. Las carnes no procesadas, ni embutidos, ni precocinadas, ni grasas, ni salazones. Quesos no curados, preferiblemente frescos.
Las cremas, las salsas, la pastelería, si acaso y no con frecuencia, bollería casera (nunca industrial).
Hay que cuidar todos los productos envasados y comprar solo los que no contengan conservantes, sobre todo los de tipo “E” y nada de colorantes.
Toma preferentemente verduras frescas o congeladas evitando las de lata.
Los aceites que puedes tomar son Aceite de oliva, Aceite de maíz. NO aceite de palma o de coco.
Si tienes diabetes, puedes ayudar a controlar tus niveles de azúcar si escoges muy cuidadosamente lo que comes y bebes. Controlando tu presión arterial y tu diabetes puede ayudar a prevenir que tu enfermedad renal no empeore. La dieta renal limita ciertas comidas para prevenir que los minerales en esas comidas se acumulen en tu cuerpo.
Puedes Tomar: Manzanas, uvas, peras, fresas, piñas y arándanos. Coliflor, cebollas, pimientos, rábanos, calabaza de verano y lechugas. Carne de vaca, pollo y arroz blanco. Maíz o cereales de arroz y crema de trigo. Palomitas de maíz sin sal.
Las pastas, el pan, el arroz o las patatas, una o dos muy pequeñas y hervidas dos veces.
Gaseosas de color claro o limonada si no sufres de gases.
No tomar: Aguacates, bananas, melón, naranjas, ciruelas y pasas. Alcachofas, calabaza, plátanos, espinacas, patatas y tomates. Productos de salvado y granos
Judías secas, arroz integral. Frutos y frutas secos. Frutas: Albaricoque, uvas negras, grosellas negras, coco, zumos de frutas naturales y comerciales.
Chocolate y derivados lácteos chocolateados. Alimentos integrales. Productos Alimenticios de régimen. Leche enriquecida, derivados lácteos chocolateados. Quesos cremosos para untar, semicurados y curados. Guisantes frescos y congelados, champiñones, setas. Soja. Cereales: avena, muesli, bollería. Pasta al huevo. Vísceras y mollejas. Pescados ahumados y salazones, mariscos, crustáceos, moluscos. Encurtidos. Dulces: Pastelería, confitería, chocolate y cacao.
Las legumbres están desaconsejadas por su alto contenido en proteínas, potasio y fósforo. Su consumo no debería sobrepasar una o dos raciones máximo por semana.
Las verduras hay que dejarlas en remojo un mínimo de 4 horas o darle uno o dos hervores, cambiando el agua, para que pierdan parte del potasio. Si son en conserva no se debe tomar el jugo porque contiene el potasio que ha perdido la verdura. Si se trata de verduras congeladas, es mejor dejarlas descongelar a temperatura ambiente para reducir la cantidad de potasio. No se debe aprovechar el agua en la que se han cocido las verduras para elaborar salsas o sopas.
Evitar el uso de: Sal, Salsas ketchup, mayonesa, alioli, entre otras; pasta de tomate; Condimentos como cubitos, salsa de soja y salsa inglesa. Alimentos enlatados y comida preparada congelada; patatas fritas y galletas con sal; Comida rápida.; Sopas en polvo o enlatadas.
Cuando los riñones no están sanos, el sodio y el líquido se acumulan en nuestro cuerpo. Esto puede causar inflamación en los tobillos, hinchazón, aumento de la presión arterial, dificultad para respirar y/o líquido alrededor del corazón y los pulmones. Por ello es necesario reducir el sodio de la dieta.
Lo más importante es controlar la enfermedad mediante dieta y estilo de vida sana y te sentirás mejor de mente y de cuerpo. Acostumbrare a pasear mínimo 30 minutos al día, si no te cansas ve aumentando poco a poco para recuperar energía.