Tener una buena salud cardiovascular es fundamental, lo que incluye el buen funcionamiento del corazón y del sistema circulatorio.
Según indican los especialistas en enfermedades relacionadas con el corazón, la mejor forma de luchar contra ellas es prevenir su aparición, ya que el 90 % de los infartos tienen causas claras asociadas a factores de riesgo que se pueden modificar y vigilar para minimizar dicho peligro a sufrir algún daño cardiovascular.
Existen algunos factores de riesgo frente a los que no podemos hacer nada, como son la edad, el sexo, la raza, y el historial clínico familiar o las enfermedades hereditarias.
En cambio, hay otras cosas que sí podemos tener en cuenta para prevenirlo, como son:
Controlar la presión arterial, revisándola regularmente, ya que sufrir de hipertensión (tener la tensión alta) sobrecarga el corazón y es uno de los factores de riesgo principales para sufrir un ictus.
Mantener los niveles de colesterol y triglicéridos controlados.
Controlar el peso, ya que sufrir obesidad, especialmente la abdominal, está relacionado con el desarrollo de estas enfermedades, especialmente con la aparición de cardiopatías.
Hacer ejercicio de forma habitual. Hay que evitar el sedentarismo. La actividad física y el deporte ayuda a mantener los niveles normales de tensión arterial y colesterol. Una actividad de 35 a 40 minutos al día como caminar, nadar o hacer bicicleta es suficiente.
Tener buena calidad del sueño, durmiendo al menos siete horas cada noche.
Controlar el estrés, porque padecer problemas de tensión emocional puede ser desencadenante de ataques al corazón.
Minimizar el riesgo de padecer diabetes, controlando el nivel de azúcar en sangre.
No fumar, beber alcohol, ni consumir otras sustancias tóxicas. Las sustancias que contiene el tabaco son muy dañinas para el corazón y los vasos sanguíneos, evitando también la exposición ante el humo de otros fumadores. El humo reduce el oxígeno en sangre, aumentando la frecuencia cardíaca, por lo que el corazón tiene que realizar más trabajo para suministrar el oxígeno suficiente al cerebro.
Hacerse chequeos médicos generales de forma regular.
Mantener una alimentación saludable y equilibrada, limitando el consumo de alimentos muy calóricos, ultra procesados, con alto contenido en grasas y las bebidas azucaradas.
Existen algunas dietas específicas, como, por ejemplo, las dietas alcalinas que están basadas en que ciertos alimentos afectan a la acidez y al PH de los fluidos corporales, como la orina y la sangre, por lo que, evitando dichos alimentos, se pueden prevenir enfermedades, principalmente el cáncer, aunque también se podría aplicar una de estas dietas para enfermedades del corazón.
Aunque no existen estudios ni evidencias científicas de esta afirmación, tampoco existe ninguno que indique que llevar una dieta alcalina tenga perjuicios a largo plazo.
Además, estas dietas tienen algunos beneficios, como que su uso puede dar lugar a un descenso del peso, debido a que se ingiere menor cantidad de carnes y proteínas animales, y se aumenta el consumo de frutas y verduras. Tener un peso adecuado y prevenir la obesidad sí que contribuye a prevenir enfermedades cardiovasculares.
No obstante, la eliminación de otros grupos de alimentos, como los lácteos, puede dar lugar a sufrir alguna carencia nutricional, por lo que esta dieta se debe llevar de forma muy controlada y tener en cuenta que se podrían necesitar suplementos alimenticios para compensar la falta de algunos alimentos.
Podemos encontrar online opiniones de marcas de productos dietéticos que nos ayuden a formar un menú equilibrado y a decidir si este tipo de dieta es adecuada a nuestros objetivos.
Fuente: este post proviene de FISIOSTAR_Com Salud y Bienestar, donde puedes consultar el contenido original.
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