Cuando me desagradan e incomodan ciertas partes de mi cuerpo o mi cuerpo en general, cuando magnifico todo aquello que no me gusta y evalúo mi físico de forma negativa; me estoy sintiendo mal con mi físico.
Este malestar con el físico, o lo que comúnmente conocemos también como complejos físicos, suele estar ligado a las exigentes expectativas generadas a nivel social y cultural sobre la imagen y el cuerpo y a experiencias previas de comentarios de otras personas; burlas o incluso insultos. Incluso puede venir por experiencias de rechazo de otras personas.
¿Por qué me siento tan mal?
Las presiones sociales tan alimentadas en los últimos tiempos sobre la imagen y los ideales de belleza ejercen inevitablemente una influencia en nosotros y en nuestra relación con nuestro cuerpo. La comparación con estos ideales hace que nos sintamos insatisfechos.Además, damos fuerza a estas presiones cuando nosotros mismos criticamos o hacemos comentarios sobre el físico de forma constante. Estos comentarios que recibimos a lo largo de nuestra vida se quedan grabados y condicionan la forma de relacionarnos con el físico en general y más concretamente con aquellas partes del cuerpo que rechazamos.
Esta dinámica social respecto a la imagen alimenta la creencia de que tener “X físico” es muy importante para ser aceptados y queridos. De esta última asociación nace el problema mayor del malestar con ciertas partes o características del cuerpo: lo generalizo y baso mi valor personal en eso. Siento que no soy suficiente POR ESO. Esta generalización puede volverse muy peligrosa porque TODOS tenemos partes de nuestro cuerpo que no nos gustan. Pero nos sentimos bastante incómodos a la hora de sostener esta emoción de desagrado, sobre todo cuando se trata de algo referente a nosotros y lo asociamos a nuestra valía personal.
¿Qué suelo hacer cuándo no me gusta mi físico?
Machacarme por mi físico. Señalar de forma repetida aquello que no me gusta, poniéndole calificativos desagradables e hirientes (“qué asco”, “ es horrible”, “muy grande”, “muy pequeño”, “deforme”, “no es sexy”). Esto hace daño.
Prestarle excesiva atención a mi físico. La atención funciona como una lupa, es decir, magnifica y deforma la percepción de la parte(s) de mi cuerpo en las que me focalizo, por lo que es posible que cada vez las vea peor y me guste menos.
Intentar cambiar u ocultar esas partes de mi cuerpo. Puede que la mayoría de decisiones que tome en mi día se basen en este malestar y que mi objetivo principal gire en torno a cambiar u ocultar esas partes de mi cuerpo (usando un tipo de ropa que lo disimule, controlando las posiciones de mi cuerpo, haciendo dietas excesivas, deporte etc.) o directamente evitar la incomodidad que me genera que otras personas lo vean (por ejemplo, no asistiendo a ciertos planes sociales).
Compararme con otras personas. Compararme siempre de forma negativa con el resto de personas en mi día a día y en redes sociales, fijándome en lo que el resto tiene mejor que yo, en lo que me falta, etc.
Aprender a relacionarnos con nuestra imagen
Tanto a nivel social como personal nos encontramos con el objetivo de recolocar estos ideales que giran en torno al físico. Priorizar nuestro valor personal, tratarnos bien y aprender a relacionarnos con nuestra imagen y nuestro cuerpo. Poder reconocer lo que sentimos que es bonito en nosotros y aceptar y normalizar todo aquello que no nos gusta.Si sientes malestar por tu físico o te has sentido identificado en algun punto de esta entrada a nuestro blog y no encuentras la forma de resolverlo, en PsicoAbreu podemos ayudarte a encontrar y desarrollar las herramientas que necesitas para lidiar con este problema. ¡No dudes en contactarnos!