Ahora bien, imagine a una familia habitando un lugar cerrado con poca ventilación y en donde empieza a escasear el oxígeno. El bostezo de un solo miembro de esta familia puede disparar una cascada de bostezos que actúen como señal de alarma, que lleve a tomar conciencia de la situación de peligro y en consecuencia a aumentar notablemente la probabilidad de supervivencia del grupo.
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Pero así como poseemos neuronas espejo que nos ayudan a sobrevivir, la naturaleza nos ha dotado también de neuronas espejo que nos incitan a relacionarnos de manera positiva con los demás, en tanto la sociabilidad también constituye una enorme ventaja y es en buena medida lo que nos ha permitido como evolucionar como especie. Así como todos sabemos que una cualidad casi definitoria del bostezo es la facilidad con que se propaga, también sabemos que la sonrisa y especialmente la risa pueden llegar a ser absolutamente contagiosas. Y esto se torna evidente cuando, por ejemplo, tenemos la oportunidad de ver una película cómica.
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Por razones que en breve analizaremos, una comedia resulta mucho más divertida cuando la vemos en un cine colmado de gente, en comparación a cuando la vemos solos, cómodamente sentados frente al televisor en el living de nuestra casa.
Dentro de una sala de cine, una carcajada o una situación graciosa pueden disparar la risa entre los espectadores como un reguero de pólvora. Estas circunstancias, desde luego, fomentan a su vez una sensación de unión o cohesión entre los miembros del grupo, ya que los mismos quedan emparejados, se desdibuja la individualidad y se constituye una única unidad, donde el conjunto pasa a funcionar como un todo.
Es conocido el caso de un importante ejecutivo de Nueva York que, al saberse condenado a muerte por un cáncer irreversible, decidió pasar sus últimos días con la mujer a la que amaba en un buen hotel viendo en vídeo todas las películas de los hermanos Marx. El efecto de la mezcla, y sobre todo de los hartones de reír que se hizo con los chistes y ocurrencias de Groucho, Harpo y Chico fue espectacular: no sólo no murió en la fecha predicha por su galeno sino que al cabo de unas semanas su cáncer había desaparecido. Se había curado con la risa. Todos hemos podido comprobar cómo la risa hace que olvidemos las preocupaciones y los problemas y encaremos la existencia más positivamente. Todos los pueblos perseguidos han desarrollado un sentido del humor especial que sin duda les ha ayudado a soportar la persecución. Si nos hallamos ante una persona deprimida, más que sesudos consejos o pertinentes explicaciones de qué le está ocurriendo, lo que puede ayudarla realmente es que la hagamos reír. El humor tiene algo esencialmente arracional e irracional que ayuda a desbloquearnos psicológicamente
Cualquier situación teñida más o menos de cierta comicidad nos parece mucho más divertida cuando hay gente riendo a nuestro alrededor. Esta especie de axioma, producto de nuestro cerebro también es válido para la sonrisa. La sonrisa es particularmente contagiosa y enseñar a sonreír con más o menos autenticidad debe ser parte del entrenamiento y capacitación de todo aquel que deba trabajar en relaciones públicas, ventas, atención al cliente, turismo, hotelería, etc. Cuando alguien nos sonríe, nuestras neuronas espejo nos incitan con fuerza también a sonreír. La dinámica parece sencilla, pero se trata en realidad de un proceso mediado por la participación de ciertas áreas cerebrales, circuitos neurales y hormonas. El sistema límbico es una estructura cerebral que engloba zonas de la corteza y algunos núcleos subcorticales, y una de sus principales funciones es regular el comportamiento emocional.
El sistema límbico está conformado por el cíngulo anterior, el hipocampo, la amígdala, parte de los núcleos basales y el séptum. Particularmente ésta última región ha evolucionado progresivamente a los fines de la consecución del placer. Cuando experimentemos placer, el séptum envía una orden para que se liberen en el cerebro una serie de hormonas llamadas endorfinas, que en esencia son moléculas que actúan en el organismo como un analgésico natural, ya que tiene una composición química similar a la de la morfina, por lo que produce un efecto sedante sobre el cuerpo y revitaliza el sistema inmunológico. He aquí la explicación de porque las personas con facilidad para la sonrisa y la risa, son más felices, tienen más amigos, poseen mejor salud y una expectativa de vida superior en comparación a aquellas de personalidad depresiva o con una marcada tendencia al enojo y el pesimismo.
Las endorfinas inhiben el dolor, maximizan la sensación de placer y promueven un estado de bienestar general. Volviendo al ejemplo anterior, cuando realizamos una actividad gratificante como ver una película cómica en el cine, estamos estimulando al cerebro para que produzca endorfinas, proceso mediado por el séptum.
A su vez, las endorfinas al invadir el organismo desencadenan un estado de plenitud que nos llena de alegría y gozo. Son varias las actividades que gatillan la producción de endorfinas, entre ellas:
El ejercicio físico provoca un aumento de la cantidad de endorfinas presentes en sangre, lo que contrarresta la fatiga y produce una sensación de vitalidad.
Las caricias, besos y abrazos promueven la producción de endorfinas. Esta es la razón por la cual nos relajamos y quedamos dormidos después de mantener relaciones sexuales o cuando alguien nos acaricia las mejillas o el pelo durante un tiempo más o menos prolongado.
El contacto con la naturaleza. El aire de campo, la playa o la montaña.
La practica regular de la relajación, el yoga o cualquier otra a actividad afín.
Los masajes provocan grandes descargas de bienestar, ya que las terminaciones nerviosas en cuello, espalda y piernas trasmiten el roce de las manos sobre la piel hasta el cerebro, activando la secreción de endorfinas
La música clásica asimismo libera endorfinas, consiguiendo una disminución de la frecuencia cardiaca y respiratoria así como una importante relajación muscular.
La risa tiene una notoria influencia sobre la química del cerebro y del sistema inmunológico, por eso es la mayor y mejor fuente de endorfinas. Sólo es necesario esbozar una leve sonrisa para que el séptum comience a segregar una abundante cantidad de endorfinas.
Un dato aún mas sorprendente da cuenta que no solo cuando nos reímos liberamos endorfinas, sino también cuando sonreímos.
Libere las endorfinas y manténgase en un estado pleno y de felicidad. Haz click en la imagen
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