En este post quiero transmitirte todos los conocimientos que tengo sobre hacer ejercicio para empezar y que sean fáciles y rápidos, pero no te voy a hablar experto de psicología deportiva sino como deportista amateur.
Quiero que te imagines por el momento justo en el que te sientas en tu despacho o mesa de trabajo nada más aparecer por la puerta de tu oficina.
Un día en tu trabajo
Le das al botón de inicio al ordenador, te quitas la chaqueta, saludas a los compañeros de alrededor mientras vas viendo como el ordenador va iniciándose e introduces la contraseña.
Accedes con tus cuentas a los programas que normalmente utilizas, miras tu agenda para ver cómo vas a tener el día de ocupado y… empiezas a recibir un número ingente de emails en tu bandeja.
Sabes que en ese momento, debido a la mezcla de tu angustia con tu pequeña desidia por esa tarea (ya que es la que más odias de tu trabajo), empiezas a procrastinar poquito a poco esa tarea.
Según va pasando la mañana empiezas a hacer llamadas que no tenías previsto hacer.
Te haces cargo de informes que te gustan porque está dentro de tu zona de confort y empiezas a gestionar las tareas que te habías marcado en el día.
Cuando está llegando el final de la jornada un sudor frío empieza a correrte por la espalda porque te dices a ti misma: “Mierda, los correos que tenía que responder”.
El mismo problema cada día
No te quiero echar la bronca para nada, a todos nos ocurre lo mismo.
A unos puede darnos pereza hacer la llamada al pesado que no para de llamar, a otros ir a ver a ese cliente que nos da más disgustos que beneficio nos aporta.
Con este ejemplo quiero dejar claro que cuando postergamos alguna actividad, la que sea, nuestro cerebro lo interpreta como algo que tenemos que evitar.
Lo hemos aprendido y cada vez que lo evitamos, más reforzamos esa conducta y por ende más sudor nos correrá por la espalda cada vez que lo hagamos porque nuestra amígdala considera que es necesario guardar esa información de miedo a algo.
Lo mismo ocurre con cualquier cosa que contemplemos en nuestro día a día que notemos que postergamos por alguna causa (no digo que en su momento no se pase mal por alguna situación que no fue tan bien como pensábamos).
Cómo hacer ejercicio sin juicios
Como has podido interpretar te he hecho imaginar una situación que para ti es cotidiana pero quizás no tanto como es hacer ejercicio. No me refiero que seas una mujer poco activa (para nada, incluso seguro que eres multitareas).
Me refiero a que tendría que conocer algo más de ti de tu pasado, algo que ocurrió por lo que no haces ejercicio. Seguro que has probado alguna actividad no acorde a ti (te recomiendo que te descargues este test de personalidad para saber qué deporte va acorde contigo).
Otro problema es, como en el ejemplo, que te lo has tomado como una obligación. Es decir, como si fuera trabajo más que placer y disfrute por eso tu cabeza lo trata como tal y lo postergará hasta la posteridad.
¿Por qué ha sido así? Posiblemente porque tu monitor, cuando has intentado una clase colectiva, te ha metido tanta caña ese día que lo máximo que has podido mover al día siguiente sin que te duela eran las pestañas.
¿Me equivoco? Otra opción es que el militar que te metía caña está dentro de ti. Eres una mujer meticulosa y te gusta hacer todo perfecto por lo que te surgen esos pensamientos irracionales bipolares de “o lo hago perfecto o no lo hago”.
Errores de hacer deporte
Si me permites un consejo creo que te equivocas por varios motivos.
Hacer deporte es algo lúdico, no un trabajo en el que tengas que ser eficiente y eficaz y por ello no hay que hacerlo perfecto, sólo tienes que disfrutar e intentar mejorar porque tú lo desees y si no lo deseas, debería ser un momento de relax.
Hacer deporte es una parcelita perfecta para desconectar de tu rol de líder (si es que lo tienes en otras facetas de tu vida) ya que no tienes que rendir cuentas a nadie. Ni siquiera a ti misma.
Hace poco aprendí que más vale hecho que perfecto, no así quizás para esta sociedad de perfeccionismo patológico en el que vivimos y nos coacciona a no hacer nada por miedo a no ser perfectos y al qué dirá la gente de mí.
Cuando hacemos deporte, nos olvidamos de nuestras fobias, neuroticismos, manías y perfeccionismos porque tu cabeza está sólo y exclusivamente en lo que tiene que estar que es la actividad deportiva. Siempre y cuando, claro está, hagas algo que disfrutas de verdad.
Por último, si piensas antes de hacer deporte en todos los preparativos, sudores, el ir al gimnasio y que esté todo petado en vez de centrarte en el final, tu cabeza se centrará en todo lo malo y obviará lo bueno que tiene.
¿Tú crees que a mí me apasiona ir todos los días? Pues no. La mayoría de las veces me da una pereza impresionante pero pienso en cómo me voy a quedar de a gusto después y se me quita toda duda.
Debes pensar en la placidez que te produce una buena ducha y, por qué no, incluso si te gusta, te tomas una cerveza para que tu cabeza poco a poco vaya uniendo el concepto de placer en vez de sufrimiento en el que ahora tienes catalogado el deporte.
Resumen de conceptos para hacer ejercicio
No procrastines porque si no, eso reforzará la conducta ya que lo has asociado como el concepto del trabajo y no te apetecerá nunca hacer ejercicio.
Piensa en el final y no en los preparativos para hacer ejercicio. Así con el tiempo reforzarás la conducta de ir en vez de la conducta de huida siempre y cuando te apuntes a una actividad que te guste.
No hagas juicios de valor hacia ti en cualquier tema que te quieras culpar. No pasa nada, en la próxima oportunidad te das ánimos para hacerlo pero no te fustigues porque si no, tendrás cada vez menos autoconfianza.
Tú eres la responsable de tus actos para bien así que eres tú la que tiene que tener fuerza de voluntad en cambiar cualquier conducta. No la cedas o delegues porque no tendrás el control al igual que hacer ejercicio.
Haz el test para saber qué actividad va más acorde con tu personalidad para hacer deporte con más motivación.
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