Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en España, el 9% de la población sufre una enfermedad de salud mental, mientras que el 25% lo sufrirá a lo largo de su vida. Pr otro lado, la OMS también prevee que los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en 2030. Entonces, ¿Por qué nos cuesta darles la importancia real que tienen estos problemas de salud mental?
El desprestigio histórico de la salud mental
Antes de seguir analizando la pregunta anteriormente expuesta, me gustaría recordar una frase de una película muy famosa:“Lo peor de tener una enfermedad mental es que las personas esperan que actúes como si no la tuvieras.” (Joker, 2019)
En esta película, en la que se muestra hasta qué fines puede llegar un enfermo si no se gestiona bien y a tiempo su salud mental, podemos entrever uno de los principales problemas. Y es que durante años no se ha dado a la salud mental la importancia que tiene. El experimentar una de estas enfermedades incluso ha podido estar mal visto de manera externa y, como bien dice la frase, se ha esperado de las personas que las padecen una recuperación espontánea. Se ha esperado generalmente que se ignore la propia sintomatología y no se le preste atención.
Nos encontramos dos realidades que separan la enfermedad física de la mental:
Los pacientes con una enfermedad física se le otorga a su padecimiento un grado de realismo, atención y cuidado.
Los pacientes con una enfermedad mental se les otorga un grado de invención o imaginación con el fin de infravalorar lo que se está padeciendo.
Sin embargo, a pesar de estigmas como el analizado anteriormente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que “la salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Este “estado de bienestar completo” se refiere tanto a las problemáticas físicas como mentales, siendo fundamental el cuidado de ambas para el bienestar de la persona. La enfermedad mental es un problema tan real como la enfermedad física y, como tal, ha de ser tratado.
Hablar de mi malestar psicológico
Puede que en algunas ocasiones al exponer un problema emocional nos encontremos con frases del estilo:“Lo que me cuentas no es para tanto.”
“Hay personas que están mucho peor que tu y no se muestran así.”
“Son cosas tuyas, no te pasa nada malo.”
“Sólo estás triste, necesitas salir más.”
Este tipo de afirmaciones infravaloran el padecimiento de una sintomatología real y no ayudan a que esa persona se sienta apoyada. En realidad ocurre todo lo contrario, hace que se mantenga el estigma, que no se hable con libertad de la emoción y no se avance en esta lucha de darle el lugar que se merece. De hecho, actualmente estamos viviendo numerosos casos de enfermedades mentales o trastornos psicológicos que, tratados a tiempo por un experto, podrían haber tenido otro resultado pero, trágicamente, han acabado quitándose la vida. Esos casos han aumentando significativamente la tasa de suicidios en los últimos años hasta niveles estratosféricos.
Sin embargo, lentamente esta situación está cambiando y hay cada vez más personas concienciadas sobre la importancia de cuidar nuestra mente igual que cuidamos nuestro cuerpo. Estas personas ayudan a que se haga más visible la raíz del problema ya que, cuando expresan un malestar psicológico, dan y/o reciben la consideración y el apoyo que se merece.
Cambiando la perspectiva de la salud mental
Como vimos al principio, estas enfermedades supondrán un problema de salud cada vez mayor. Por esto mismo, es muy importante cambiar el foco que muchos de nosotros aún tenemos en este tema. Debemos preocuparnos por estas enfermedades, pedir ayuda y cuidar de nuestro bienestar mental para conseguir una vida larga y plena.Es clave detectar la sintomatología a tiempo, pues en consulta vemos cómo se repite una y otra vez la misma situación. Esto ocurre cuando la persona afectada pide ayuda si los síntomas de su enfermedad ya se han vuelto persistentes, el dolor es más intenso o empiezan a aparecer problemas muy evidentes que afectan a su día a día cada vez con mayor fuerza ( insomnio, cambios en la alimentación, consumo de sustancias, sentimientos de desesperación o comportamientos impulsivos o violentos). Si se padece algún tipo de sufrimiento emocional, el primer paso es comunicarlo, ya que una intervención temprana es clave a la hora de atajar los problemas emocionales. Que no se vea no significa que no sea real.
Aprender a cuidar nuestra salud mental
Y es que miles de personas sienten que viven en la cuerda floja, siendo funambulistas de sus propios sentimientos y pensamientos, peleando constantemente con esa delgada línea que separa la estabilidad de la inestabilidad. La persona que tiene una enfermedad mental puede llegar a vivirla como un volcán inactivo, que no sabe si estará en calma, si hará ruido o terminará saltando por los aires. Pero esta persona intentará hacer de una forma correcta o incorrecta todo lo necesario por apaciguarlo y no arrasar con todo a su paso. Por eso, lo más importante es que tanto la persona como su alrededor se informen, la acepten y aprendan de la salud mental. Es crucial entender el volcán, hasta dónde puede llegar y qué podemos hacer para controlarlo.Por que la vida se trata de eso, de conocernos, vivirnos y hacernos bien, y es justo que la enfermedad mental deje de ser invisible y empiece a verse como lo que realmente es y acudir al psicólogo para curarte al igual que cuando te tuerces el tobillo y vas al médico a que te lo vende. Pero, como se decía en El Principito, “lo esencial es invisible a los ojos” y, quizás, este sea el mejor punto de partida para ver la salud mental de otra forma, para extraer lo esencial y hacerla visible.