Los tomates están accesibles en el mercado los doce meses del año. Casi siempre de un rojo carmesí, parecen cuidadosamente seleccionados en su punto óptimo de maduración. Sin embargo, es difícil encontrar tomates con sabor y, cuando les preguntamos a nuestros mayores, en seguida darán su veredicto claro y directo: los tomates ya no saben a tomates.
Por qué los tomates han perdido sabor
Nutrientes de tomates ecológicos versus no ecológicos
Si los tomates provenientes de la agricultura que ahora llamamos “convencional”, es decir, las grandes explotaciones de cultivo, han perdido su sabor, cabe pensar que también sus nutrientes podrían haber sufrido alteraciones.Hace algunos años, un estudio llevado a cabo en Reino Unido por la FSA (Food Standards Agency), concluyó que, en cuanto a nutrientes se refiere, no existían diferencias entre aquellos tomates que habían sido cultivados según los estándares de la agricultura ecológica y los que provenían de explotaciones agrícolas intensivas.
Tomates con sabor en función del suelo de cultivo
Mª Dolores Raigón, profesora e investigadora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y del Medio Natural (ETSIAMN) de la Universidad Politécnica de Valencia, tras muchos años estudiando el suelo de la huerta valenciana, afirma que ha perdido gran cantidad de nutrientes a lo largo de los últimos años y, que las frutas y verduras se han visto afectadas en cuanto a micronutrientes como el potasio, el hierro, el calcio o las vitaminas.Sin embargo, los macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas) parecen no haber sufrido alteraciones. Las mayores diferencias encontradas por la investigadora se encuentran en los antioxidantes.
Cuando la planta se enfrenta a cierto grado de estrés provocado por la presencia de insectos, falta de agua u otras condiciones adversas, libera polifenoles como mecanismo de defensa.
Pero en los grandes cultivos, donde se cuida cada detalle desde que el vegetal es plantado hasta su recolecta, éste no desarrolla estos mecanismos de defensa. Esto puede ser uno de los objetivos para producir tomates con sabor.
Tomates transgénicos
La multinacional Monsanto Company, comprada hace unos meses por el gigante europeo de la farmacia y la agroquímica Bayer, se dedicaba principalmente a la producción de herbicidas y de semillas genéticamente modificadas (alimentos transgénicos).Carlos Vicente, director de Biotecnología para España y Portugal de la empresa, defendía que “cualquier estrés en la planta influye en los niveles de producción y en su desarrollo y necesitamos producir alimentos para una población creciente“.
Menos huertas y plazas | Más grandes superficies
Hace miles de años, el hombre y la mujer vivían de la agricultura, hacían una selección de las mejores hortalizas y, de alguna manera, provocaron cierta manipulación genética natural.Hoy la población reside en grandes ciudades, no hay lugar para la pequeña huerta, ni para esa selección natural que realizaban nuestros antepasados. Las explotaciones intensivas llenan los mercados, y el sabor pierde la batalla ante la producción en masa.
Antes, los tomates se recogían maduros y se llevaban a los mercados cercanos, hoy se deben recolectar de manera prematura para que lleguen a países de todo el mundo y estén presentables para su consumo.
Como consumidores tenemos la oportunidad de apostar por la economía circular y hacer la compra en las plazas donde los productores locales venden sus productos. De este modo estamos favoreciendo una compra eco-sostenible.
Qué opinan los ecologistas
Los ecologistas achacan la disminución de tomates con sabor a que los alimentos no ecológicos están cargados de residuos químicos que alteran y modifican su sabor.Juan Felipe Carrasco, responsable de la campaña de transgénicos de Greenpeace afirma que “existe alimento suficiente para 10.000 millones de personas si se cambia el modelo de consumo”.
No podemos seguir comiendo tanta carne, leche y huevos. Producir más es “destruir la selva”. Además, quiere desmontar el mito de que la producción ecológica no es tan productiva como la producción convencional o en masa alegando que “esto hay que medirlo por unidad de energía consumida, y visto así, la agricultura convencional no produce más“.
Pero debemos hacer una reflexión, el alimento, además de ecológico, debe ser sostenible, de kilómetro 0. De poco vale comprar tomates ecológicos si éstos provienen de Nueva Zelanda, el transporte de esos tomates tan ecológicos dejaría un impacto medioambiental irreparable.
Los productos kilómetro 0 son aquellos que hasta llegar a tu mesa han viajado como máximo 100 km. Gracias a la filosofía slow food se reducen las emisiones de CO2 a la vez que se dinamiza la economía local y se fomenta la tradición de la gastronomía autóctona de cada región, lo que garantiza que cada plato sea auténtico y mucho más respetuoso con el entorno.
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