Confundí, confundimos, el optimismo inteligente con la necesidad de ser realistas y positivos a partes iguales. Esta tendencia optimista contra viento y marea aún persiste pero existen mejores estilos mentales para resolver conflictos. Hoy vengo a hablar del optimismo funcional.
¿Qué es el optimismo realista?
Hemos vivido entre tazas de “eres capaz de hacer cualquier cosa” y bolsos que rezaban “no dejes de soñar” durante una década. Pero no cualquier década, sino aquella que una mayor recesión ha traído desde la llegada del estado de bienestar. Resulta, cuanto menos, curioso que en los peores años, en los más críticos, se haya instalado el concepto de optimismo inteligente y que este no haya sido inteligente en absoluto. Pero, ¿A qué me refiero?Cuando se produjo la crisis, se extendió el concepto de la psicología positiva en contraposición con la situación de paro elevado, de precariedad laboral y de millones de desahucios en medio planeta. ¿Cómo pudo suceder eso?
Pues bien, porque lo que denominaban psicología del optimismo no era más que un modo de hacer responsable al individuo de su felicidad. Es decir, que cualquiera podía ser feliz. Da igual que su situación laboral fuera terrible o que le acabaran de echar de su casa. Todo dependía de él.
Esta responsabilidad del individuo se promovió tanto institucionalmente como socialmente creando la ilusión de que todo era posible aunque estuvieras arruinado.
Se instaló en nuestras vidas hasta tal punto que actualmente aún pervive después de la crisis de 2020 y se tiende a culpar a la persona de los fallos estructurales que existen en la sociedad (falta de recursos, precariedad laboral, desigualdad cada vez mayor, monopolio). Frente a esto, se está fraguando una nueva ola que es más realista y que debería suceder a la anterior. Llamémosla optimismo realista aunque lo cierto es que este término no ha sido acuñado.
El optimismo realista o por qué buscar la felicidad a cualquier costa nos puede enfermar
Esa cita mil veces dicha de “Persigue tus sueños” encierra toda la cultura que hemos aprendido en nuestros últimos diez años. Una cultura basada en la negación y en la sobreexigencia del propio ser que nos dice que conseguiremos ser felices, y que tenemos que ser felices, si nos esforzamos.Aparte de tratarse de una consideración enraizada en la religión (que hagamos todo lo posible por mejorar no implica que mejoremos porque no depende solo de nosotros y no hay una fuerza que premie los buenos actos o castigue los malos), no se trata de un optimismo realista y, de hecho, lo que puede conllevar es un aumento de la ansiedad al no cumplir con nuestros elevados propósitos, que dependen únicamente de nosotros.
¿Quieres cultivar un optimismo realista? Entonces comienza por ver la vida tal cual es y, si necesitas ayuda para afrontar determinadas realidades, no dudes en contactar con un especialista, sea presencial o con un psicólogo online.
Autora: Álex Bayorti (colaboradora de nuestro blog)
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