Para empezar, podríamos mencionar la que se conoce como 'la enfermedad del siglo XXI'. Hablamos del estrés, una dolencia que hemos llegado a normalizar, mientras que hace unas décadas era algo aislado y poco conocido. ¿Los motivos? El ritmo de vida acelerado, una mayor exigencia y competencia laboral, problemas de conciliación... Podríamos nombrar muchos, pero lo que hoy nos preocupa es, ¿cómo afecta el estrés a la alimentación?
- El efecto de ir a todas partes con prisa, lo que deriva en hábitos de alimentación nada saludables, pues dedicamos menos tiempo a comprar, a cocinar, a pensar un menú y terminamos recurriendo a alimentos procesados y precocinados.
- Los problemas para conciliar el sueño: ¿Cuál es el efecto que tiene sobre la alimentación? Un estudio de la Universidad de Chicago consiguió explicarlo: al dormir poco, se produce un aumento en nuestra sangre de la señal química responsable de la sensación de placer al comer, y aumenta, tanto el apetito, como la ansiedad por ingerir alimentos ricos en grasa, azúcar, sal...
- La ansiedad: el estrés termina derivando en un trastorno de ansiedad, que muchas veces incita a comer compulsivamente, sobre todo alimentos muy calóricos, que provocan en el cuerpo una 'falsa' sensación de felicidad, fruto del aumento de la serotonina (la hormona de la felicidad). Además, en estos episodios de ansiedad aumentan los niveles de cortisol, lo que incita también al consumo de alimentos ricos en grasas, azúcar...
A pesar de ello, actualmente estamos comenzando un cambio en lo que a hábitos alimenticios se refiere, y leer etiquetas, revisar ingredientes y recurrir a productos ecológicos e integrales se está convirtiendo en parte de nuestra rutina.
Sin embargo, este aumento del interés y de la preocupación por la alimentación tiene también sus riesgos, y es que se empiezan a popularizar prácticas y dietas que pueden llegar a poner en riesgo nuestro organismo si no son controladas por nutricionistas. De la misma forma, el hecho de ver cómo nos rodean alergias e intolerancias que antes parecían no existir (muchas veces el problema estaba en que no eran detectadas...), hace que, por nuestra cuenta, y sin recurrir a ningún profesional médico, optemos por eliminar la lactosa de nuestra dieta, limitar el consumo de gluten, cortar de raíz con la carne y el pescado, dejar de consumir huevo... ¿Y qué conseguimos con ello? Pues que hoy en día sea muy común el déficit de ciertos nutrientes, básicos para el funcionamiento normal de nuestro organismo, como las vitaminas, los minerales y los oligoelementos.
Complementos para una alimentación saludable
Aunque llevar una alimentación equilibrada y saludable, realizar ejercicio y controlar los niveles de estrés son las tres claves para disfrutar de una salud de hierro, ya hemos podido comprobar que la realidad del día a día actual la pone en riesgo continuamente. Por suerte, tenemos la opción de, sin ser un sustituto de la alimentación, ayudar a nuestro cuerpo desde el interior, a nivel celular, a partir de complejos multivitamínicos como Multicentrum.Con un solo comprimido al día, estaremos aportando a nuestro cuerpo los nutrientes que, por una razón o por otra, no está recibiendo a través de la alimentación.
Vitaminas (A, C, D, E, K, B6, B12, etc.)
A excepción de la vitamina D, nuestro cuerpo no produce por sí mismo estos micronutrientes esenciales, tan necesarias para llevar a cabo procesos metabólicos y de construcción, así como mecanismos de reparación.
Minerales (magnesio, calcio, potasio, fósforo)
Son fundamentales en multitud de procesos vitales del organismo, como los metabólicos o los relacionados con el crecimiento.
Oligoelementos (cromo, hierro, Yodo, Zinc, etc.)
Estos minerales son esenciales para multitud de procesos vitales, pero solo los necesitamos en cantidades diarias reducidas.
En cualquier caso, es importante remarcar que los complementos alimenticios como Multicentrum no sustituyen a la alimentación, pero permiten suplir las carencias nutricionales que pueda tener nuestro organismo con tan solo un comprimido. Además, para disfrutar de una buena salud, debemos combinarlos con unos hábitos de vida óptimos, dejando a un lado el sedentarismo y controlando la calidad de los alimentos que entran en nuestra dieta. Por ese motivo, queremos terminar este post anotando algunos consejos para nuestra dieta, como consumir alimentos de temporada, dar prioridad a los alimentos integrales (que conservan todas sus vitaminas y minerales al conservar el grano íntegro) y de origen ecológico (que no han sido sometidos al uso de pesticidas o químicos) e emplear métodos de cocinado sanos (al vapor, hervidos, asados, a la plancha, etc.).
Siguiendo todas estas recomendaciones conseguiremos aportar a nuestro organismo todos estos compuestos orgánicos tan necesarios para mantener las funciones metabólicas normales.