Una relación de pareja feliz implica expectativas realistas
Cuando el sexólogo Ty Tashiro extrajo conclusiones acerca de la ciencia del amor y de cómo mantenerlo, la sorpresa fue máxima debido a que la percepción de la relación de pareja en tiempos modernos está muy vinculada al mito del amor romántico. Estos estereotipos son más actuales que nunca. Queremos una pareja con la que siempre tengamos unas relaciones sexuales muy pasionales, sí, pero no se queda ahí. Esperamos de nuestro/a compañero/a que mágicamente nos ofrezca el amor perfecto sin ser conscientes de que esas expectativas son imposibles de lograr. Mucho peor, a menudo son las mismas que nos llevan a la ruptura.
Las expectativas irreales se dan tanto en mujeres como en hombres, aunque en diferentes ámbitos. Ellos quieren tener una compañera con la que siempre tengan relaciones sexuales innovadoras y que les admire y apoye en todo momento. Ellas buscan a alguien que les escuche y dé cariño de manera constante, diaria. Pero todos sabemos que cuando pasan los años, esto se hace imposible. Mucho más, irreal.
¿La solución? La reinvención en pareja es la clave del mantenimiento y la felicidad de ambos miembros.
Negarse al cambio para mantener algo que ya no existe
John Gottman es posiblemente uno de los mayores estudiosos de las relaciones interpersonales. Son ampliamente conocidos sus estudios acerca del prejuicio, del estigma social y, sí, también sobre las relaciones de pareja felices e infelices. Él estableció que los mensajes positivos y negativos tenían que ser de 5/1 en toda conversación de pareja. Si se superaba este balance, era muy probable que ese matrimonio tuviera todas las de perder.
Pero, ¿Qué origina esta negatividad en la relación? La necesidad de que todo estímulo conlleve una misma respuesta. Al comienzo existe una dinámica, normalmente irreal, de lo que se supone que va a ser la relación. Se sale más de la cuenta, se hacen grandes viajes, se desestabiliza la economía de uno o ambos miembros – también la vida social – y la rutina se pone patas arriba. No sin razón las parejas, al principio, suelen engordar y tener muchísimas aficiones en común. Por supuesto, también hay más sexo y los defectos del otro pasan inadvertidos o, incluso, se ven de una manera positiva.
Bueno, es que nadie es muy él mismo cuando está enamorado (del mismo modo que en una borrachera o cuando se acaba de ganar un premio). Las reacciones químicas nos llevan a estar centrados en el otro más que en nosotros mismos. Pero pasan los meses (entre 6 meses 1 año, normalmente) y todo empieza a cambiar. Esto es de sobra conocido pero la mayoría nos resistimos a entender que ni el otro ni nosotros éramos quién somos. Empezamos a requerir espacios, no todo nos agrada y somos conscientes de que tenemos necesidades personales, más allá de la pareja.
Si esto lo alargamos durante los suficientes años nos encontramos a dos personas que no tienen nada en común – aparte de sus hijos o su casa en hipoteca – y que siguen juntos porque siguen recordando ese primer maravilloso año. En vez de adaptarse al cambio o romper, deciden mantener la relación.
¿Existe la posibilidad de recuperar lo que se ha perdido? No, pero si que se puede construir algo nuevo si, en todo caso, existían unos cimientos de amor mutuo y compatibilidad. En este caso, la terapia de pareja siempre es la mejor solución.
Autora: Alex Bayorti (colaboradora de nuestro Blog)