Hoy se celebra el Día Internacional contra la Violencia de Género. En esta fecha del calendario en la que la violencia tiñe de luto el propio amor, conviene reflexionar sobre los distintos tipos de agresividad que existen en una relación. Existen golpes que no son físicos, y sin embargo, duelen también en el alma. La violencia psicológica suele ser previa a la física. Sus secuelas no se observan físicamente como sí ocurre en el caso de la violencia física que puede producir heridas.
Los golpes de las palabras
Los golpes psicológicos dejan huellas en el ánimo, potencian la fragilidad de la autoestima, hacen que la víctima se sienta sola en medio de un sufrimiento constante. El miedo se apodera de la mujer que sufre violencia verbal en su relación porque el chantaje emocional, los reproches personales y los insultos suelen ser una tónica habitual. Una tónica que roba la libertad personal de la víctima que poco a poco, se siente controlada por su pareja. El agresor puede llegar a controlar a la víctima al corregirle constantemente en relación con aquello que debe o no debe hacer.
Los golpes psicológicos de las palabras hirientes vienen acompañados por la cosificación de la víctima, es decir, el agresor no trata a su pareja como una persona digna de amor y respeto sino como un objeto con quien no tiene ningún tipo de empatía.
El diccionario del amor muestra una amplia variedad de matices gracias a conceptos que transmiten respeto y generosidad emocional. Sin embargo, el Día Internacional contra la Violencia de Género nos recuerda que el amor no siempre es amor. Es decir, existen relaciones de pareja que son totalmente insanas porque se establece un vínculo desigual. Y la víctima se siente sola en su dolor, además de que puede llegar a interiorizar el mensaje reiterado que recibe por parte del agresor en relación con su propia valía personal. Palabras que entran por los oídos y se clavan como dardos envenenados en el corazón y en la mente de la víctima.
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