En nuestra sociedad, el consumo de carne ha aumentado de manera importante. Esto se debe a que la población tiene mayor accesibilidad a este alimento y a un aumento del poder adquisitivo. Muchas personas creen que consumiendo más carne están añadiendo más valor alimenticio a su dieta. Esto, a su vez, hace que se arrincone, en cierta medida, el consumo de cereales, frutas y verduras.
¿De dónde viene la carne que comemos?
Probablemente, muchas de las personas que se alimentan normalmente con carne, dejarían de hacerlo si fueran ellos los que tuvieran que sacrificar al animal implicado. Así mismo, tendríamos que considerar que si realmente fuéramos carnívoros, no necesitaríamos cocinar la carne. La podríamos comer cruda y obtener así todas propiedades.
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Sin embargo, comemos carne porque la cocinamos y ponemos sal y especias y porque nos la presentan de manera aceptable para nuestra vista. De esta manera, la comemos sin más, y no se nos ocurre pensar qué estamos comiendo, solo nos quedamos con el sabor y la textura.
Son pocas las personas que conocen la vida que llevan los animales que ponemos en nuestro plato. Si hiciéramos un consumo responsable deberíamos de estar enterados de la procedencia de todos nuestros alimentos.
Las granjas donde viven los animales que hoy en día comemos nada tienen que ver con la idea romántica que tenemos de ello en la cabeza. Lo normal no es que la vaca pase el día pastando felizmente. Estos animales viven en granjas que podríamos decir que son auténticos campos de concentración. Viven hacinados, con suciedad, luz artificial y tratos más que violentos, en muchos casos. Además de esto, reciben continuamente medicación que, a su vez, nosotros ingeriremos cuando comamos su carne.
Además de esto, el coste que supone alimentarlos que es elevadísimo. El hecho de comer carne hoy en día, nada tiene que ver con lo que hacían nuestros abuelos o bisabuelos. Antes se comía carne muy de vez en cuando y el animal había tenido una vida más o menos digna.
Las proteínas no solo están en la carne
Debido a los intereses económicos que se esconden detrás de muchas informaciones, hemos llegado a creer que las proteínas solo se pueden obtener de productos de origen animal. Esto no es verdad.
Las proteínas se pueden obtener también de los vegetales. Tanto las legumbres como los frutos secos son alimentos muy ricos en proteínas. Es cierto que no contienen todos los aminoácidos esenciales, sin embargo, si los combinamos adecuadamente obtendremos proteínas de alta calidad. Además de esto, estas proteínas son más fáciles de digerir para nuestro organismo.
La carne nos proporciona proteína que a nuestro sistema digestivo le cuesta mucho digerir. Además, cuando las asimilamos también estamos absorbiendo los desechos del metabolismo celular del animal en cuestión. Así mismo, las carnes nos ofrecen una buena cantidad de calorías y grasas saturadas que no afectan positivamente a nuestra salud.
Efectos nocivos de la carne roja
Según los estudios llevados a cabo por los doctores T. Colin Campell y Jacob Gould Schurman y dados a conocer en su famoso libro El Estudio de China, comer carne roja está directamente relacionado con numerosas enfermedades.
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Fomenta estados de ánimo depresivos
La carne afecta negativamente a nuestras emociones. Diversos estudios han podido observar que, entre los consumidores de carne aparecen estados depresivos y alto nivel de miedo. Esto es lógico si pensamos que, en esa carne ingerida, se encuentran todos las sustancias derivadas del miedo y la violencia que el animal experimentó.
Factor de riesgo de cáncer
Según el NIH (National Institutes of Health) existe un mayor riesgo de cáncer en las personas que consumen carne roja. Uruguay y Argentina se encuentran entre los países con más cantidad de casos de cáncer de pecho e intestino y también son los mayores consumidores de carne. Así mismo, según otro estudio llevado a cabo por la Universidad de Minnesota, el cáncer de páncreas también está relacionado con el consumo de carne roja.
Favorece los problemas cardiovasculares
Las enfermedades de origen cardíovascular son la causa de muerte de más de la mitad de las personas que fallecen. Según los estudios llevados a cabo en la Universidad de Harvard, el consumo habitual de carnes rojas está relacionado con muertes por enfermedades coronarías y cardíacas.
Favorece la diabetes
Cuando comemos carne roja en exceso estamos ingiriendo una gran cantidad de grasas saturadas. Esto puede llevar a una resistencia a la insulina y favorecer la aparición de diabetes.
Nos empuja hacía la obesidad
Estas mismas grasas, además de ocasionar enfermedades de origen cardiovascular y diabetes, hacen que nuestro peso suba.
Eleva la posibilidad de infecciones y diferentes dolores
La carne siempre contiene parásitos y las distintas hormonas que el animal segregó. Esto puede contribuir al desarrollo de diferentes infecciones. Así mismo, el consumo de carne se asocia con distintos dolores articulares derivados de la inflamación que la carne provoca en nuestro cuerpo.
La realidad es que consumir carne roja no es lo mejor que podemos hacer por nuestra salud. Además de los graves problemas de salud que ocasiona, existen muchas otras razones por las que es necesario que limitemos su consumo al máximo.
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Si cada año se sacrifican 20.000 millones de animales para nuestro consumo, resulta curioso pensar que esa cantidad es tres veces mayor que la población mundial. Así mismo, cada año, en nuestro planeta mueren 60 millones de personas por desnutrición. Si ofreciéramos el grano con que alimentamos a los animales que consumimos, a las personas que no tienen para comer, ninguna persona en el mundo moriría de hambre. A todo esto podríamos añadir la erosión de los campos y la emisión de CO2 relacionada con los animales de consumo humano.
Con toda esta información sería muy bueno reflexionar acerca de si nuestros hábitos de consumo son los más adecuados para nuestra salud, para los animales y para el planeta en el que vivimos.