La triada de O’Donoghue o triada infeliz o triada triste o triada desgraciada es una de las lesiones más complicadas de rodilla y más temida por su paso obligatorio por el quirófano y por su largo período de recuperación entre 6 y 12 meses.
Además, no se puede garantizar una recuperación total de la funcionalidad de la articulación.
Conozcamos algunas nociones básicas de anatomía de rodilla
La rodilla es una articulación preparada para aguantar carga durante la estática y la dinámica.
Sus movimientos principales son la flexión y la extensión, pero posee, también, un ligero movimiento de rotación de la tibia sobre el fémur que se produce con la rodilla en flexión, ya que en extensión la rodilla está bloqueada.
La articulación de la rodilla está formada por el fémur, tibia y la rótula unidos todos ellos por diferentes estructuras que vamos a pasar a indicar:
– Meniscos:
Son anillos de fibrocartílago situados entre la base de tibia y el fémur. Hay dos, unos con forma de C (el interno) y otro con forma de O (externo).
La función de los meniscos es de amortiguación de las cargas y los impactos que soporta la rodilla de manera que transmiten las fuerzas de compresión entre el fémur y la tibia y dan estabilidad a la rodilla. Aumentan la congruencia entre la tibia y el fémur.
– Ligamientos laterales:
Son dos estructuras que se pueden encontrar en las zonas laterales de la rodilla. Hay uno interno y otro externo y dan estabilidad lateral a la articulación evitando bostezos articulares. Los ligamentos laterales se tensan en extensión y se distienden en la flexión.
– Ligamentos cruzados:
Dan estabilidad anteroposterior a la rodilla y ajustan el fémur con la tibia. Existen dos y tienen direcciones contrarias: uno anterior (más susceptible a lesionarse) y el posterior. Evitan los movimientos de cajón donde la tibia se desplaza hacia delante o hacia atrás.
– Musculatura:
Cuádriceps, sartorio, tensor de la fascia lata, grácil, isquiotibiales, gemelos, plantar delgado y poplíteo son los músculos principales que conforman la rodilla.
¿Qué sucede en ésta lesión de rodilla?
Las estructuras implicadas en las triadas son los meniscos, los ligamentos laterales y los cruzados.
Hay dos tipos de triadas:
– Triada externa que es mucho menos habitual y que consiste en la afectación del ligamento cruzado anterior (más raramente el posterior), el menisco externo y el ligamento lateral externo.
– Triada interna o triada de O´Donoghue o “triada infeliz” donde hay afectación del menisco interno, ligamento lateral interno y ligamento cruzado anterior (más raramente el posterior). Sucede con mayor frecuencia que la externa por ello vamos a pasar a desarrollarla.
¿Cómo se produce la triada de rodilla?
Normalmente, la triada de rodilla se produce en deportes como el fútbol, baloncesto, el esquí o balonmano.
El mecanismo lesional es una frenada brusca con la pierna apoyada unida a un cambio de dirección que provoca que el pie se quede “clavado” en la superficie y la tibia sufra una torsión.
Suele ser un valgo forzado (bostezo interno de la articulación), con la rodilla en semiflexión con una rotación externa de la tibia.
¿Qué se siente?
Al producirse la lesión suele escucharse un chasquido que nos va a indicar la rotura del ligamento.
Se produce una impotencia funcional inmediata que impide al deportista continuar con la práctica deportiva o la actividad que esté realizando y una inestabilidad muy llamativa, dolor intenso en la rodilla y, normalmente, hay derrame e inflamación.
¿Cómo se diagnostica la triada?
El diagnóstico se va a basar en pruebas clínicas donde el médico o el fisioterapeuta van a poner a prueba la estabilidad de la rodilla y la laxitud del valgo y del varo de rodilla (o sea, del bostezo interno y externo que tenga la rodilla).
Se realizarán pruebas tales como prueba de Lachman, cajón anterior, posterior par los ligamentos cruzados, valgo y varo forzado para los ligamentos laterales, prueba de Mc Murray o Appley para los meniscos.
En una radiografía simple podemos recibir información de la posición de las estructuras óseas implicadas además de descartar posibles fracturas o arrancamientos óseos a nivel de la inserción de los ligamentos.
La resonancia magnética es la que nos confirmará de manera más exacta la lesión.
Es importante saber el mecanismo por el que se produjo la lesión ya que nos puede hacer sospechar de una u otra lesión.
¡Vamos! Hay que recuperarse
El tratamiento en la mayoría de los casos es quirúrgico, aunque siempre hay que valorar el grado de estabilidad de la rodilla, la edad del paciente, la actividad del mismo, el estilo de vida, etc.
Los ligamentos laterales tienen capacidad cicatrizar de manera espontánea por lo que el tratamiento puede ser conservador, sin embargo, los ligamentos cruzados NO.
Es necesario evaluar el daño del menisco para aplicar tratamiento conservador o quirúrgico también.
Si nos centramos en el programa fisioterapéutico en un primer momento los objetivos del mismo van a ser la protección de plastia y la recuperación funcional completa.
Posteriormente, nos encargaremos de disminuir el edema, eliminar el dolor, ganar recorrido articular y fortalecer la musculatura implicada en la rodilla para, en última instancia, mejorar el control neuromuscular (propiocepión), trabajar la marcha y devolver al paciente, de manera progresiva, a su deporte y a su actividad normal.
Aunque la lesión reviste bastante gravedad es posible recuperarse a través de un trabajo multidisciplinar entre el equipo sanitario que lleve al paciente y, sobretodo, de la voluntad de la persona lesionada.