Es posible, que, si nos pidiesen que hiciésemos memoria ahora mismo, acerca de qué experiencias recordamos intensamente en nuestra vida, casi seguro que nos vendrían recuerdos vividos y acompañados por otros seres humanos.
Es decir, queramos o no, sintamos o no que somos un poco “antisociales”, lo que está claro es que sin la ayuda, el trabajo y la implicación de otras personas no podríamos beber agua, vivir en una casa, ni tener hijos o disfrutar de una hamburguesa con nuestros mejores amigos.
La vida perdería sentido si dejásemos de relacionarnos
Las relaciones personales nos pueden llenar de entusiasmo, como cuando conocemos a una persona interesante que casa con nuestros gustos y nos empieza a gustar mucho.En ocasiones, nos sentimos alegres y contentos por tener la familia que tenemos o incluso por darnos cuenta de lo especiales que son esas amistades, que no son numerosas, pero si son de calidad.
Aunque a veces no esperemos al vecino cuando le vemos abriendo la puerta del portal para subir con el en el ascensor, por mucho que nos sintamos seres independientes, individuales y completos, no podemos negar la realidad de que nos necesitamos.
Tanto para lo bueno como para lo malo, los seres humanos nos necesitamos. La vida tiene momentos agradables y momentos no tan agradables.
Casi con toda seguridad, nos ha tocado, nos toca y nos va a tocar vivir y sentir emociones que en algún momento provocarán enfados, explosiones de ira o llanto. Como también de júbilo o de euforia.
Entrando a este terreno, es posible que quizá aquello que nos haga ser felices, que nos genere bienestar esté relacionado con cómo de satisfactorias sean nuestras relaciones personales y cuanto de satisfechas están nuestras necesidades.
Necesidades satisfechas e insatisfechas
Yendo atrás en el tiempo, si observamos la pirámide de necesidades vitales humanas diseñada por Abraham Maslow (1943), encontramos que las bases para cubrir necesidades superiores tienen que ver con el sexo, el descanso, la comida y la respiración.En adición, el segundo nivel de la pirámide habla de satisfacer el sentimiento de seguridad familiar, en el trabajo, el tener un hogar, una moral y buena salud. Pasando al tercer nivel donde entra la amistad, el afecto o la intimidad sexual.
Por último, encontramos que Maslow hace referencia a un cuarto nivel donde entra la confianza, el autoreconocimiento, el éxito y el respeto dando paso a un ultimo nivel basado en la aceptación de la realidad, la creatividad y la falta de prejuicios.
Es por esto, que me parece fundamental que entendamos que cualquier relación que queramos mantener, que valoremos o que nos importe, difícilmente va a mantenerse en el tiempo si está llena de evaluaciones, juicios y queja.
Las relaciones como fuente de libertad
Con esto me refiero a que las relaciones personales son fuente de vida y de ilusión. Incluso de libertad.Porque cuando somos capaces de aparcar nuestros juicios y relacionarnos con los demás reconociendo nuestras necesidades insatisfechas, no solo estamos siendo auténticos sino que facilitamos al otro que nos entienda y nos dé, en la medida que le sea posible lo que reclamamos.
En conclusión, para vivir una vida valiosa hay que estar dispuestos a atravesar cualquier momento por difícil que sea llenos de aceptación y de amor. El miedo y el odio aportan soluciones a corto plazo, pero traen consigo consecuencias peligrosas.
Por lo que, para disfrutar de una vida plena, las relaciones con nosotros mismos y con los que nos rodean podrían empezar a encaminarse con una sencilla pregunta que podemos hacernos ahora mismo:
¿Qué demonios estoy sintiendo?
Es decir, vamos a definir con claridad que emoción sentimos porque bajo ella es bajo la que vamos a dar una respuesta y como bien sabemos, no es lo mismo intentar ligar al chico que nos gusta bajo emociones de alegría y diversión que bajo el influjo de la tristeza y la apatía.Por último, concluir que el ser capaces de detectar con exactitud que estamos sintiendo a cada momento, ya sea agradable o no, nos permitirá vivir nuestras relaciones con ilusión y con viveza, ya que daremos salida a lo que sentimos y no nos guardaremos las cosas hasta que hagan explosión.
La buena noticia de esto es que podemos entrenarnos en mejorar nuestra habilidad para prestarnos atención sin juicio y para reconocer que sentimos y expresarlo.
Tratando de satisfacer de una manera valiosa nuestras necesidades, aumentando además en ese proceso nuestra confianza tanto con nosotros mismos como con las personas que más nos importan.