Todos los seres humanos somos libres, y a la vez prisioneros. Somos libres porque elegimos nacer en esta vida, y prisioneros del engaño que conlleva nuestra propia elección.
Hace ya más de un año que publiqué mi último artículo en esta plataforma, y lo primero que pensé es en lo rápido que pasa el tiempo, y al rememorar este tiempo pasado recordé un pequeño escrito, a medio camino entre el verso y la prosa, que habla de cómo me sentía en un pasado, que me parece más cercano de lo que en realidad es; y de un presente no muy lejano.
Lo siento, lo siento tanto, lo siento como algo que se me clava en el cuerpo y llega hasta lo más profundo de mi ser... Es una sensación de ser, de querer y no poder, de estar solo... De sentirme triste por sentir, sí, sentir que algo me falta... Es un sentimiento que me recorre y se instala en mi ser, en cualquier instante, en cualquier momento...
No soy inmune a mis propias emociones, esas que me llevan de la alegría, a la más absoluta tristeza... Esas que no me dejan vivir sin esos compañeros a los que llamamos dolor, ansiedad, enfermedad...
Miedo, al final todo se reduce a ese miedo que me aleja de esa serena normalidad que tanto anhelo... Y es que, esto de vivir es complicado, más de lo que uno se imaginaba cuando era un niño inocente e inconsciente, y sin embargo ahora que ya he encontrado la respuesta a muchas de las preguntas que ese niño, y este adulto, nos hicimos creo que cuanto más sé, más me comprendo y por consiguiente, más me acepto... Quizás el paso de los años tenga algo que ver, eso que llaman madurez, que no es otra cosa que el bagaje que a lo largo de los años vividos hemos ido adquiriendo...
Esas duras vivencias, esos fracasos, esos errores de los que fuimos aprendiendo con el consiguiente dolor y sufrimiento...Y que somos, sino las experiencias que vivimos, que han forjado nuestra forma de ser, de pensar, de ver la vida desde una perspectiva que, inexorablemente, va ligada a nuestras experiencias emocionales... Esas que no sabemos cómo afrontar pues nadie nos ha mostrado, nos ha dicho que son parte de nosotros, de nuestra esencia como seres humanos, y de la que, de una forma desconocida, se nutre nuestra alma...
Y es que la vida, nuestras vidas se reducen a un complejo y confuso juego entre nuestra esencia humana, y la divina; dos energías que conviven y comparten un mismo espacio, pero distintos logros e intereses, los cuales no me son ajenos, pero no por ello me resultan fáciles de aceptar, pues el conocer el juego no me exime de tener que jugarlo, pero me ayuda el saber que yo, y solo yo elegí jugarlo...
Efectos de los conflictos emocionales en nosotros - Mi experiencia
Sí, creo que yo elegí jugar este juego al que llamamos vida, este juego que sigue sorprendiéndome pues, a pesar de todo lo que sé, no soy inmune a mis propias emociones, y por consiguiente, a esos problemas que pueden generar, en mi caso, con un episodio de dolores en mi cadera izquierda, que comenzaron con unas leves molestias que en un primer momento intenté atajar buscando ese conflicto emocional que lo causaba, y hallé varios pero a pesar de pedirme perdón por ellos, el dolor siguió su avance hasta el punto de casi no poder andar, o mejor dicho, a andar con verdadero dolor.Ya había pasado por lo mismo en un pasado, así que conozco muy bien lo doloroso que puede llegar a ser, y lo incómodo pues te sientes tan impotente, tan desamparado, tan inútil, y más si cabe en mi caso pues yo conozco los mecanismos por los que se genera ese dolor, por lo que primero que sentí fue rabia hacia mi mismo por no haber sido capaz de evitarlo, y de ahí me subí en una montaña rusa emocional que me llevó a transitar por la culpa, el reproche, la rabia, la impotencia y quizás cierta desesperación pues era consciente que yo me lo había causado, hasta que, finalmente cuando peor estaba, surgió una idea, la de que quizás el dolor era provocado por mi rechazo del conocimiento, que venía de un suceso pasado que, al parecer, aún no había logrado superar.
Y es que, hacía varios meses había programado una charla para promocionar mi nuevo libro, “La responsabilidad está en ti”, y conforme se iba acercando mi voz se iba apagando literalmente, y aunque sabía que era provocada por el miedo, yo seguí adelante y afónico la dí, pero durante los siguientes meses seguí con mi afonía hasta que la pude superar, pero lo pasé verdaderamente mal, y ello hizo que se quedara marcado en mi subconsciente ese miedo hacia todo lo relacionado con el conocimiento, y por tanto cierto rechazo por ese temor a que pasara lo mismo. Un mecanismo de defensa que provocó mi propia inseguridad pues, mi afonía me la había provocado mi miedo a tener que ser yo el que diera a conocer este conocimiento, ese miedo tan humano que te hace cuestionarte todo, tan racional y verdadero como uno lo crea, y yo lo cree de una forma inconsciente.
Al final todo suele reducirse a ese conflicto entre lo que el ser humano teme, y lo que esa energía sutil a la que yo llamo el alma, te dicta a seguir, en mi caso, con el poder ayudar a otros. Pero ese miedo inherente en el ser humano es muy complicado de superar si no sabes como afrontarlo, pues su sutil influencia va socavando tu estado de ánimo y genera cierta ansiedad, y estrés, sin saber a que es debido si no se sabe identificar ese problema o conflicto emocional que se esconde tras ese miedo; pues al final todo se reduce al miedo, ese que es parte de nuestra esencia como seres humanos, y que usamos para protegernos de lo que nuestro instinto de supervivencia considera un peligro.
Y sin embargo, cuando uno es capaz de identificar ese miedo provocado por ese conflicto emocional, y actúa en consecuencia cambiando ciertas conductas, y reconociéndolo, aceptándolo y perdonándose, entonces el dolor, que surgió por ese motivo, ya no tiene ninguna razón de ser, y como apareció, desaparece, como me ocurrió, ya que pase de no poder andar, a estar libre en prácticamente un par de días, en los que iba remitiendo hasta desaparecer por completo.
Para cualquier otro que no conozca este conocimiento le podrá resultar casi como un milagro el que, un dolor considerado como una ciática, sumamente doloroso y que puede prolongarse en el tiempo durante semanas, incluso meses, haya remitido en un par de días, y por ello vuelvo a decir que a pesar de lo que sé, sigo sorprendiéndome.
Y reconozco que, en cierta manera, estoy agradecido a estos dolores pues me permiten seguir encontrando estos conflictos emocionales que siguen arraigados en mi subconsciente, y que suelen condicionar mi vida, pues estaba en un momento de cierta apatía y desilusión, de cierta desgana y muchas dudas sobre el conocimiento, y sobre mi mismo, y lamento el no haber sabido como llegar, como conectar y ayudar a todas esas personas que, al igual que yo, tienen dolores, u otro tipo de enfermedades causadas por ellos mismos, y lo siento enormemente pues quizás mi desgana, mi miedo me ha condicionado para no seguir con la convicción necesaria, pero es complicado, pues nos enfrentamos a esa parte oculta, escondida, de la que, en cierta manera, no queremos saber nada, o con la que no nos queremos enfrentar.
Un caso en mi consulta
Eso es lo que le ocurrió a una mujer que acudió a mi hace unos días por unos dolores en sus piernas, muy parecidos a los míos, que padecía hace meses, así que la entendía muy bien, y después de hablar con ella creí encontrar la causa emocional que parecía tener su origen en los conflictos que tenía con su único hijo de 42 años, al cual le había dado todo, y seguía dándoselo a pesar de que él la trataba con cierto desprecio y desdén. Y como ejemplo, me explicó que hace unos días, por decirlo suavemente, la despreció y que al día siguiente fue a pedirle una cantidad de dinero, y al preguntarle si se la había dado, me dijo que sí. Para mi era evidente que esos problemas con su hijo eran los que le estaban causando esos dolores en sus piernas, y mientras le daba un masaje le fui explicando el por qué su instinto de supervivencia había creado esos dolores, y le expliqué que la responsable de que su hijo la tratara de esa forma era solo suya pues, a pesar de su edad, le seguía dando dinero cuando se lo pedía, por esa idea erróneamente concebida de que no quería que le faltara de nada.Una idea que venía de su niñez, cuando siendo la mayor de siete hermanos, al fallecer su madre tuvo que adoptar ese papel, y sacarlos adelante, pero como lo habían pasado tan mal, no quería que su hijo pasara por lo mismo, y le dio todo desde muy pequeño, creando en ese niño la creencia que ella siempre le daría cuando le hiciera falta.
Y así había sido hasta la fecha, porque en el fondo, tenía miedo de que si no se lo daba, dejara de quererla, a pesar de tratarla mal. Yo le aconsejé que debía de romper ese circulo vicioso, y dejar de dárselo todo, pues no le estaba haciendo ningún favor. Y en un principio pareció muy receptiva a todas mis sugerencias, pero tras pasar unos días y preguntarle, me dijo que estaba peor, y me agradeció mis palabras, pero no consideró oportuno volver. No fue capaz de enfrentarse a ese miedo de perder el cariño de su hijo, de perder a su único hijo, así que todas mis consideraciones, todas mis explicaciones o tratamientos no hubieran servido de nada, pues ella era, y es la única que puede afrontar ese conflicto, ese miedo.
Yo afronté el mío, que era lo que tenía que hacer, y lo que sigo haciendo, pero no puedo afrontar los vuestros, pues son parte de vosotros, de vuestra esencia, de vuestras vivencias, y sobre todo, de vuestras emociones. Ahora, lo que sí puedo hacer, y de hecho por eso este artículo, es ofreceros la oportunidad de preguntarme vuestras dudas, y si puedo, ayudaros a encontrar ese conflicto emocional que puede ser la causa de esos dolores o enfermedades, pues seguro que lo hay, y aconsejaros cual es la mejor forma de afrontarlo, más allá ya es algo vuestro, que tendréis que afrontar, o no, eso ya es vuestra decisión, vuestra vida, vuestra responsabilidad.
La mía es ofreceros lo que tengo, para eso está esta plataforma, para difundir el conocimiento que cada uno tiene, y este es el mío, un conocimiento que, como ya he mencionado, me sigue sorprendiendo, y creo, que si le dais una oportunidad, también os sorprenda. Pero, como suelo decir, eso solo depende de vosotros.
Un abrazo a todos.
Nota: El artículo ha sido publicado originalmente en Saludterapia.