En el año 1976 Fred Hirsch introdujo por primera vez un concepto económico llamado bien posicional. Un bien irreproducible, ya que la condición exclusiva de su disfrute está en que la mayoría no pueda optar a dicho bien, por lo que es soberanamente valorado por sus propietarios al saber que es ventajoso e inaccesible para los demás.
Actualizado (2014)
A día de hoy éste concepto se podría aplicar fácilmente a nuestra filosofía de vida. Las personas anhelan lo que otras tienen, quieren poseer lo que otros desean y al obtenerlo disfrutan presumiendo de ello.
Casos tan inconscientes cómo cuando un niño quiere el juguete de otro y al conseguirlo se burla del mismo con la expresión "chincha rabiña", tan frecuentes cómo cambiar de pareja en razón a sus intereses? O tan inicuos cómo desprestigiar a alguien para conseguir una determinada posición. Hacen plantearse sólidamente que se podría aplicar éste concepto de teoría económica a la sociología.
Ningún bien posicional puede proporcionarte amor, pues los sentimientos no se pueden poseer? Equívocamente y dejándonos llevar por nuestra propia satisfacción, el simple reconocimiento o admiración de los demás hacia nosotros, es cuando creemos haber alcanzado personalmente nuestro auge posicional.
¿Pero qué ocurre con nuestra plenitud sentimental? ¿También ha alcanzado la cumbre gracias a ese "status" del que disfrutamos? Sencillamente no, el "poder" aporta situaciones ventajosas pero nunca nos proporcionará la certeza de que una persona nos quiera con franqueza.
Por eso a veces deberíamos prescindir de tantos "bienes" que creemos importantes pero que no lo son, y apostar por un amor autentico y desinteresado que puede convertirse en nuestro mayor bien posicional.
El Romanticismo en la Literatura por Josantonius se encuentra
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