La autenticidad es un pilar fundamental en la Terapia Gestalt. Y una de las principales aportaciones es recuperar la relación genuina que hemos perdido con nosotros mismos y con el entorno. ¿Y cómo se pierde esta relación?
En el transcurso de nuestra niñez, todos hemos recibido mensajes, implícitos o explícitos de nuestro entorno (padres, profesores, etc.), de cómo tendríamos que ser... de cómo no deberíamos ser para ser aceptados y queridos. Y así, en un intento de defender nuestra pertenencia y nuestro bienestar, hemos ido seleccionando los atributos que parecían adecuados y rechazando los que no. Y estos atributos, que no parecían ser aceptados, los vamos sepultando en un lugar oculto de nosotros mismos, y nos vamos identificando con lo que sí nos asegura la pertenencia, el ser queridos. Y así, perdemos el contacto con lo más genuino y autentico de nosotros mismos.
El precio de esta escisión al dejar de ser quién soy en mi totalidad, son los sentimientos de malestar y sufrimiento en forma de conflicto conmigo, con los demás o con la vida misma. Esta escisión es caldo de cultivo para estados de insatisfacción, depresión, falta de motivación, ansiedad, angustia, vacío, tristeza, etc., implicando una degradación de nuestra vida emocional y de la calidad de nuestra motivación intrínseca.
A menudo, nos encontramos en terapia, que es a través de una crisis vital que despertamos ante una realidad que nos devuelve una imagen que no encaja con esta personalidad adoptada, con la idea que tenemos de nuestro “yo”. ¿Qué me he contado a mi mismo sobre mí... sobre mi historia?... ¿Cómo he sentido yo que debería ser para no ser rechazado? ¿Cómo es mi escudo de defensa ante la vida? ¿Cómo es que hemos pasado parte de nuestra vida poniendo nuestro potencial en función de defensa, al servicio de no ser lo que somos? Nuestro potencial en manos del NO SER. ¿Tiene sentido? Y ahí, la Terapia Gestalt nos ayuda a encontrarnos con antiguas creencias, contradicciones, incongruencias y autoengaños que funcionan de modo tan automático que no nos damos cuenta.
¿Cómo puedo ser quien soy si no sé cómo soy?
¿Cómo puedo saber cómo soy si estoy decidiendo ser lo que no soy?
¿Cómo puedo ser lo que no soy si siempre seré quien soy?
En cada proceso terapéutico, me parece fundamental la experiencia de volver a experimentar la autenticidad con la que vivíamos antes de caer en el autoengaño y en un modo semiautomático de ser. Desde una actitud de exploración en este viaje hacia uno mismo, nos vamos (re)conociendo en ese contexto y nos vamos reencontrando con partes olvidadas y emociones negadas. Y es dentro de un espacio terapéutico de confianza, contenido, libre de juicio y con la experiencia y empatía de un terapeuta que nos acompaña, que podemos expresar lo reprimido y abrir así nuevas comprensiones, nuevos espacios internos y nuevas formas de relacionarnos.
Y en una fase posterior del proceso terapéutico, me parece fundamental acompañar en la exploración y apoyar a la persona en la transición del yo idealizado al yo real, y facilitar el encuentro con lo que genuinamente quiere, siente y necesita, desde una consciencia más amplia de si misma, que incluye sus dificultades y recursos, en definitiva, todo su potencial real. Potenciando su libertad y creatividad.
En definitiva, la terapia Gestalt nos ayuda en este viaje, a actualizarnos ante nosotros mismos y ante la vida, desde la vivencia plena (emocional, corporal y mental), expresando e integrando todo lo que habíamos reprimido por miedo a ser auténticos. Nos acompaña a encontrarnos con nuestros condicionamientos cognitivos, emocionales y comportamentales que nos limitan. Y desde el conocimiento de “cómo” funcionamos y de la vivencia y expresión de lo olvidado o reprimido... nos comprometemos a transformar!
Te invito a actualizarte en tu presente, con todo tu potencial y a encontrarte con la armonía y la libertad de SER tu mismo.
Nota: El artículo ha sido publicado originalmente en Saludterapia.