No estoy hablando de mandatos, imposiciones divinas ni rancios moralismos sino de una manera sensata de conducirse por la existencia. Lo que a continuación voy a exponer no es una filosofía intelectual elucubrada por personas mentales desconectadas de lo instintivo y lo emocional, sino las conclusiones básicas extraídas de la experiencia vital de personas que se permitieron ser simple y totalmente humanas.
Nueve Principios
Así, Claudio Naranjo en su libro La vieja y novísima Gestalt: actitud y práctica de un experiencialismo ateórico resume en los siguientes puntos dichas conclusiones:
Vive ahora, es decir, preocúpate más del presente que del pasado o el futuro.
Vive aquí: relaciónate más con lo presente que con lo ausente.
Deja de imaginar: experimenta lo real.
Abandona los pensamientos innecesarios; más bien siente y observa.
Prefiere expresar antes que manipular, explicar, justificar o juzgar.
Entrégate al desagrado y al dolor tal como al placer; no restrinjas tu percatarte.
No aceptes ningún otro «debería o tendría» más que el tuyo propio: no adores a ningún ídolo.
Responsabilízate plenamente de tus acciones, sentimientos y pensamientos.
Acepta ser como eres.
Naranjo, 1990.
Algunas reflexiones
Lo dicho hasta ahora merece ciertas aclaraciones, por supuesto se trata de comentarios personales basados en mi experiencia y en lo aprendido.
En primer lugar, cuando nos relacionamos con preceptos o indicaciones podemos caer en uno de los dos extremos: en la compulsión del perfeccionismo, en aplicárnoslos rígidamente y desde afuera o en el polo opuesto, en la indolencia y en el no aplicar nada de lo aprendido. Los dos fenómenos existen y ni lo uno, ni lo otro, nos llevan al crecimiento y a la madurez, más aun, ambos suelen alternarse y complementarse, así a periodos de intensa aplicación le siguen otros de extrema dejadez, es lo que en el lenguaje popular se conoce como arrancada de caballo y parada de burro.
Respecto a los preceptos uno y dos vive aquí y ahora me gustaría hacer una matización: vivir aquí y ahora no es vivir a lo loco, ni hacer lo que a uno le dé la gana sin pensar en las consecuencias. Se trata de vivir en un presente expandido donde se tenga una clara consciencia de las causas y consecuencias de nuestras acciones así como de la interrelación de las mismas, en esto ya están implícitos los principios de libertad y responsabilidad que después veremos.
En referencia a los preceptos 3 y 4 experimentar lo real y abandonar los pensamientos innecesarios veo una fuerte influencia del Zen. Se trata de eliminar la diarrea mental tan típica de occidente y de atreverse a enfrentar el horror vacui, premisas necesarias para entrar en contacto con lo real y con lo que uno es y lleva dentro. Este principio permite que emerjan nuestro miedo a la nada y al vacío y en la medida que nos relacionamos con él diligentemente va disminuyendo nuestra actitud fóbica y nuestra compulsión de llenar cualquier hueco mental con verborrea, apareciendo así un aspecto esencial de la libertad interior, de esta manera vamos recuperando nuestro poder y ahorrando energía que ya no tiene que ser derrochada en mantener nuestras defensas contra el horror vacui.
En el cinco prefiere expresar antes que manipular, explicar, justificar o juzgar está muy influenciado por los principios de autenticidad y autorresponsabilidad: se trata de expresar nuestras necesidades sin rodeos en vez de manipular a los otros para obtenerlas. Por ejemplo y en relación con los principios 3 y 4 experimentar lo real y abandonar los pensamientos innecesarios, si por ejemplo tengo una creencia de que alguien piensa tal cosa de mí, en lugar de quedarme rumiando la creencia y alimentando una insana imaginación sería muy saludable atreverme a contrastarlo, preguntándole directamente, sin rodeos ni manipulaciones sutiles ¡Qué diferente sería el mundo si todos hiciéramos esto!
También, en el precepto 6 Entrégate al desagrado y al dolor tal como al placer veo una fuerte influencia del budismo en general y particularmente del Zen: dado que los aspectos desagradables y dolorosos son inherentes a la existencia es imposible huir de ellos (esa era la primera Noble Verdad que expresó Buda: la verdad del sufrimiento). Frente al rechazo que acaba desgastándonos o el regodeo masoquista en el dolor o las quejas que sólo añaden sufrimiento al sufrimiento mejor relacionarse con estos aspectos de la existencia sabiamente, desde la aceptación, la ecuanimidad y el desapego (que no indiferencia).
Los preceptos 7 y 8 hacen referencia a la autorresponsabilidad. Una aclaración merece el 8 Responsabilízate plenamente de tus acciones, sentimientos y pensamientos, esto no significa que seamos omnipotentes y que podamos controlar todas nuestras acciones, sentimientos y pensamientos. No obstante, sí tenemos responsabilidad y en cierto modo podemos elegir qué hacer con aquello que nos pasa. En referencia al 7 No aceptes ningún otro «debería o tendría» más que el tuyo propio: no adores a ningún ídolo implica responsabilizarse radicalmente de la propia existencia: frente a la búsqueda y la demanda compulsiva a personas y referentes externos, la terapia Gestalt enfatiza en el autoapoyo, en ir viviendo desde dentro relacionándose sabiamente con el entorno.
En el 9 acéptate tal y cómo eres nos libra de caer en la culpa, en el autocastigo y conforme desarrollamos esta actitud crece el sano amor por nosotros mismos, nuestros semejantes y el resto de la existencia. Aceptarse tal y como uno es no implica caer en la autocomplacencia ni el inmovilismo, tampoco es una posición blanda ante la propia existencia, es sencillamente acoger lo que uno es y lo que hay, y desde la autorresponsabilidad elegir qué hacer con ello.
Como dijo Fritz Perls, el padre de la terapia Gestalt, esta forma de terapia es demasiado buena para aplicarla sólo a los enfermos, se trata de un verdadero arte del buen vivir. Ahora es responsabilidad de cada uno ver que parte de lo leído aplica a su vida cotidiana y que parte desecha: seamos libres y asumamos nuestra responsabilidad.
Leer artículo en Saludterapia