La hipertensión arterial (HTA) es la elevación persistente de la tensión arterial por encima de los valores consensuados por la comunidad médica de 140 mmHg para la máximo (sistólica) y 90 mmHg para la mínima (distólica). El 95% de los casos es de origen en le riñón o en las glándulas suprarrenales (conocida como HTA secundaria).
El riesgo de sufrir hipertensión arterial aumenta y acompaña a la edad (afectando al 20% de la población de entre 40 y 65 años y al 50% de la población de más de 65 años).
Tal y como nos explica el Dr. Carlos Carbó, cardiólogo y miembro de la plataforma TopDoctors.es, “no existe un perfil claro de la persona hipertensa, pero la probabilidad aumenta en las personas con antecedentes familiares de hipertensión arterial, sobrepeso, vida sedentaria, dieta poco saludable de alto contenido en sal y en pacientes sometidos a un estrés importante”.
Uno de los problemas de la HTA es que no produce síntomas en el individuo, es a largo plazo cuando se manifiestan sus efectos en el corazón, cerebro y riñones (que son los llamados “órganos diana”). Aunque la persona se encuentre bien, es muy importante normalizar sus cifras tensionales, ya que la HTA es un factor de riesgo cardiovascular muy importante que aumenta la probabilidad de sufrir un infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca, infarto cerebral e insuficiencia renal.
Dado que la HTA, en sus estado inicial, es una enfermedad silenciosa, la única manera de detectarla es tomarse la tensión arterial de forma periódica. El especialista nos explica que “cuando la enfermedad avanza y se produce daño en el órgano diana pueden aparecer síntomas cardiovasculares, dolor en el pecho, cansancio, retención de líquidos (edema) y pérdida de facultades intelectuales que traducirían un estado ya avanzado de la enfermedad. Otras veces la HTA se manifiesta de forma catastrófica con un infarto de miocardio, un infarto cerebral (ictus) o una insuficiencia renal. Afortunadamente, en la actualidad es raro ver estas situaciones, gracias al auge de la Medicina Preventiva que permite diagnosticar la enfermedad en estadios iniciales”.
En cuanto al tratamiento, hoy en día existen muchos fármacos antihipertensivos cada vez más efectivos y con menos efectos secundarios. En cualquier caso, las primeras medidas deberán ir dirigidas a la corrección de hábitos de vida y si estas primeras medidas fracasan es cuando deberá iniciarse el tratamiento farmacológico. Conviene saber que los medicamentos antihipertensivos no “curan”, sino que normalizan las cifras de tensión arterial mientras se están tomando. Es por ello que el doctor aconseja:
- Situarse en el peso ideal.
- Llevar una vida activa realizando actividad física regular.
- Disminuir la ingesta de sal.
- Se ha de evitar la ingesta de café y otros alimentos que contengan cafeína.
- Evitar el tabaco.
¿Conoces a alguien con hipertensión arterial?
Imágenes (por orden de aparición): Top Doctors y Leonid Mamchenkov/Flickr