Humor, el super poder que te hará marcar la diferencia
Te dejo con Marta B. Espero que el post te guste tanto como a mí.
Esta semana tengo una cita con La Sana Motivación y he elegido las que creo son mis mejores galas para el encuentro: Humor, Superhéroes y un caso que refleja hasta dónde puede llevarnos la Motivación.
Hace un par de años escasos, me llamó la presidenta de la asociación en la que trabajo, y de la que os he hablado en alguna ocasión (ADERES), y me dijo que estaba pensando en derivarme a una niña para trabajar con ella los temas escolares. Me sorprendió que me eligiera a mí y le pregunté el motivo. Su respuesta fue:
?Es por el sentido del humor?
No entendí muy bien a qué se refería en ese momento, de hecho mi primer pensamiento fue que aquel comentario parecía una broma (cómo no). Pero hoy, pasado un tiempo, creo haber comprendido el alcance de aquellas palabras.
En mi primer encuentro con aquella niña (a la que llamaré Mérida, como a ella le gustaría) me topé frontalmente con varias dificultades: una epilepsia despiadada, un rostro serio de ceño fruncido y una actitud completamente cerrada ante cualquier tipo de aprendizaje.
A sus 10 años tenía las cosas muy claras y no dudó un segundo en apuntarme con su arco de hostilidad.
Película Brave
?¡No pienso hacer absolutamente nada!?
Exclamó mientras me arrojaba su material escolar. Se cruzó de brazos y me dio la espalda.
?Bueno, no está nada mal para empezar?, pensé a la par que esquivaba un estuche repleto de lápices.
¿Qué podía hacer ante semejante tesitura?
La verdad es que no me dio mucho tiempo a pensar. Cuando me di cuenta ya le había dicho:
?¡Eeeh, no me habías avisado de que íbamos a jugar al lanzamiento del estuche volador! Venga, ahora ya estoy preparada?
Aquella cara seria y desafiante soltó tal carcajada que la única manera de contenerla fue llevarse las dos manos a la boca.
- ?¿Quieres que te lo tire otra vez??, pronunció en un tono un poco maligno bajo una medio sonrisa.
- ?Claro, a ver si puedo pararlo. Siempre he querido saber lo que siente un portero de fútbol?, dije en un intento de entrar en un partido en el que, de primeras, me habían vetado la entrada.
- ?Un portero dice, ¡qué estupidez!... Mi hermano juega al fútbol mucho mejor que tú, eso seguro?.
Se sentó frente a mí y me lanzó su estuche un par de veces más a la par que iba contando anécdotas de esa anónima estrella futbolística que tenía por hermano.
No hicimos ninguna tarea escolar hasta que no pasaron varios meses, pero en ese tiempo fuimos construyendo un lugar en el que ella podía ?arrojar cosas?. Sus cosas.
Tanto me sorprendió aquello que empecé a investigar sobre qué es lo que había pasado en esa sesión. Qué se había podido remover en Mérida para reaccionar de aquella forma. Y se me ocurrió lo siguiente:
Qué serio era para ella que alguien la tuviera que ayudar en sus tareas escolares. Parecía que en aquellos encuentros estaba en juego algo de su dignidad y de esa omnipotencia que había inventado para disfrazar todo lo que iba mal cada vez que decía que ella solo sacaba dieces (ceros que ella acompañaba oportunamente de unos vencedores).
No quería saber nada de lo que no sabía o no podía hacer.
No quería que se apreciara su diferencia.
Era una especie de heroína que tenía que poder con todo a pesar de lo que arrastraba.
Necesitaba un súper poder que la rescatara de un cuerpo que no contaba con ella y actuaba por su cuenta en ciertos momentos.
Imagen del cómic: ?Epiléptico. La ascensión del Gran Mal?
Y, en sus constantes esfuerzos por borrar todo rastro de la epilepsia y sus dificultades inherentes, lo que había hecho era aislarse. La pedagogía tradicional no encontraba salidas en su caso, ya que una ristra de ceros se encargaba de mantener sus niveles de frustración en un perfecto estado de salud.
Se había quedado al margen. Al margen de lo social (sin amigos) y del conocimiento. Se había quedado sola con sus crisis, a las que curiosamente llamaba ?risitas? por el gesto de su rostro cuando éstas aparecían.
Unas ?risitas? que no tenían ninguna gracia.
¿Qué provocó aquella broma para que saliera de su aislamiento?
Imagen del libro La Niña Silencio
Pues el efecto más evidente de todos fue la SORPRESA. Probablemente esperaría una reprimenda de las que recibía a diario en el colegio por no colaborar. Tal fue la sorpresa que aquel comentario jocoso la hizo HABLAR.
Pasó de estar sentada en silencio, a dirigirse a mí aunque fuera para desafiarme. Salió de su rincón de seguridad, me miró y se tomó la molestia de intentar ofenderme.
Podría decirse que el humor abrió una puerta alternativa. Le dio la opción de expresar algo y se instauró entre nosotras otro modo de relación diferente al escolar. Un atajo privilegiado en el que no se sentía humillada y era posible tolerar a un otro que guiara su aprendizaje.
A partir de frases tipo:
?¿Pero cómo se ha podido colar aquí un 6? Estos números con panza se creen que pueden estar en cualquier parte?? me permitía que habláramos de sus errores porque, en vez de retirar la vista del papel e insultarme, se reía y contestaba:
?¡A este maldito 6 le gustan mucho las croquetas!?
Un humor que se manifestó como ?vía regia? hacia su peculiaridad y modo único de aprendizaje. Era la broma el instrumento por el que accedía a un discurso más amable, distendido y distraído, desde el que poder abandonar su exclusión. Toleraba ?la broma? de someterse a una figura que podía evidenciarle sus faltas.
¿Qué tiene el humor que nos transforma?
Me pregunté.
Patch Adams
Si analizáramos la estructura de un chiste descubriríamos que el humor gira entorno a la sorpresa que produce descubrir la POLISEMIA de las palabras. Es de los malos entendidos de donde surge el chiste. Para ejemplo de esto, un botón:
?Esto era un niño que fue a hacer la comunión y le dijo al cura: ?deme la hostia?? y...
¡El cura le dio un guantazo!?
Me contaba un niño entre risas mientras insistía mucho en explicarme que el niño pedía la hostia consagrada y el cura había entendido la palabra hostia en otra de sus acepciones: el guantazo. De ahí provenía el divertimento, precisamente del equívoco que provocó el lenguaje. Y él disfrutaba al contarlo porque había descubierto ese giro inesperado.
En patologías del espectro autista, la posibilidad del humor está bastante restringida. Podría decirse burdamente que en estos casos la relación con el lenguaje es más rígida (una palabra-un significado-una cosa), por lo que se reduce la posibilidad de bromear y el uso de los dobles sentidos.
?Habla más alto?
Le dijeron a un chico autista y, ni corto ni perezoso, se subió a una silla.
Allí donde hay posibilidad de jugar con las palabras, hay signos de flexibilidad cognitiva y, por ende, mayor facilidad para la socialización. Allí donde hay humor se puede entrar en el juego de la confusión dialéctica.
Cuando un sujeto puede jugar con los diferentes sentidos de su lengua materna, existe una vía hacia el cambio. Hacia una nueva edición de la historia personal en la que, haciendo uso de la polisemia, se redacta un texto nuevo y se descubren los sentidos no contemplados hasta entonces. Ya que no es lo mismo decir:
?Estuve muy cerca, a un canto?
Que:
?Estuve muy cerca y aún canto?
Pero? ¿Por qué de algunas cosas no podemos reírnos?
Película Brave
Bueno, como diría Mª Jesús Lazcano, presidenta de ADERES:
?Aquello de lo que no podemos reírnos, es de lo que no podemos distanciarnos porque nos tiene sujetos?
El humor alberga la posibilidad de alejarnos de aquellas cuestiones que nos tocan de cerca y contemplarlas desde otra perspectiva. Proporciona una manera de convivir con lo insoportable y poder nombrarlo. No es casualidad que la mayoría de chistes mencionen todo el abanico de la discapacidad y colectivos excluidos, incluso manejan la crueldad.
De lo que podría catalogarse de tragedia, se hace un chiste. Un mecanismo de distanciamiento que te devuelve las palabras para abordar el agujero de la falta, de esto que no tengo, de aquello que perdí. Una broma que se coloca entre el sujeto y la angustia velando así el dramatismo de la realidad.
Y, paradójicamente, cuando uno se aleja de aquello que lo enmudece, aparece la posibilidad de vincularse con otros con los que hablar de lo que me sucede y forjar algo de la cercanía, de la intimidad.
Algo de esto sucedió en el caso del montañista Aron Ralston, un joven americano que quedó atrapado durante cinco días en una grieta del Blue John Canyon, en Utah, Estados Unidos.
?127 horas? se titula la película que basaron en su experiencia.
Una situación límite en la que el humor pudo aliviar momentáneamente la crudeza de esas horas y convertirse también en el motor hacia la reflexión sobre los ?súper poderes? por parte del protagonista.
Reírse para sobrevivir a la tragedia.
Una risa de muerte que incendió sus ganas de vivir.
Aquí os dejo el tráiler:
Por todo esto os invito al humor.
REÍD.
REÍD cuanto podáis para sobreponerse a la seriedad de las angustias.
REÍD con Otros.
Quizás así, en lo liviano del humor, podamos escapar de algunas rocas o al menos burlarnos de ellas.
La risa fue la mejor enseñanza que aprendí de mi padre.
Ah, por cierto. Este año Mérida ha aprobado todas sus asignaturas y ha descubierto que además de ser una súper heroína también tiene una parte humana a la que le gusta caminar entre la gente y poder enseñar a otros lo que es capaz de hacer.
Qué disfrutéis del merecido descanso.
Nos leemos muy pronto.
Marta B.
------
Si te ha gustado el post de Marta B. compártelo o haznos llegar tu opinión. Ya sabes que estamos cerca, a tiro de click en Facebook, Twitter, Google+, Pinterest e Instagram
Te mando un abrazo y muchas risas.
Ana
Crédito de las imágenes
Mural: Galería Flickr
Brave: Disney
Epiléptico: La Ascención del Mal, David B.