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Frase sobre fobia social.
Psicóloga Laura Corrochano.
¿Qué características encontramos en las personas que presentan el trastorno?
A nivel conductual, existe un contacto ocular escaso que se presenta con desconocidos o poco conocidos, conductas de escape y evitación ante las situaciones que generan malestar, comportamiento frío, distante y tenso ante personas no conocidas, en reuniones sociales generalmente se muestran callados o poco habladores, y se evidencia un temor e intranquilidad ante situaciones sociales.
Referente a lo cognitivo, prestan atención excesiva a detalles ambientales irrelevantes, poseen conceptos rígidos sobre lo que sería la conducta social apropiada, pensamientos perturbadores, confusos y distractores, existe un diálogo interno negativo, tienden a rebajar la eficacia de su propia conducta, exceso de preocupación por la crítica y temor al rechazo social, búsqueda de aprobación por parte de los demás, baja autoestima al devaluar sus logros y enfatizar sus fracasos, ansiedad producida por pensamientos anticipatorios negativos, atribución errónea de las causas de los éxitos y fracasos sociales, temor a hacer el ridículo y ser humillados, sobreestimación de la probabilidad de sucesos sociales desagradables.
En el aspecto emocional, se muestran ansiosos y temerosos ante situaciones y personas desconocidas, altibajos emocionales, baja tolerancia al dolor psicológico y físico, sentimiento de vacío, soledad y tristeza, fuerte hipersensibilidad al rechazo, desaprobación y críticas, sentimientos de inadecuación social y personal.
Manifiesta a nivel fisiológico, tensión muscular, rubor, palpitaciones, sudor, náuseas, visión borrosa, temblor, mareos, sensación de vacío en el estómago, boca seca, tartamudeo, sensación de frío o calor, escalofríos, sensación de hormigueo o entumecimiento.
¿Cuáles son las consecuencias?
Las consecuencias van relacionadas sin duda con la interacción social.
Existe un aislamiento social, progresivamente se ven reducidas las redes sociales, comienzan con el rechazo constante de invitaciones para salir, evita compromisos, lo que implica no desarrollar destrezas sociales y deteriorar las mínimas que posee, al mismo tiempo que refuerza sus miedos.
El adolescente en el contexto escolar, rehúye de la participación en clase, de la participación de los grupos de trabajo y de comunicarse con el profesor, lo que puede generar bajo rendimiento escolar y en algunos casos puede suponer el abandono de sus estudios.
Problemas en el desarrollo personal que afectan al estado de ánimo, se muestran irritables, deprimidos la mayor parte del día, en algunos casos acompañado de insomnio o hipersomnia y problemas de concentración. Baja autoestima y sentimiento de inferioridad. En algunos casos puede terminar generando otro tipo de trastorno.
Puede existir un abuso de sustancias como un alternativa de afrontamiento, lo que permite desinhibirse ante determinadas situaciones de forma rápida. Puede dar lugar a una dependencia de sustancias.
Problemas en la integración laboral, por la posición pasiva de la relación, comunicación y la dificultad para realizar ciertos trabajos.
Dificultades para tener pareja y establecer relaciones intimas.
¿Qué podemos hacer para prevenirlo?
Dado que es una problemática de inicio en edad temprana la importancia de una estrategia de detección e intervención temprana en este trastorno es importante, de cara a minimizar sus efectos tanto en el momento presente, como en el desarrollo futuro de los adolescentes, pues suele persistir a lo largo de toda la vida cuando no se es tratado.
Es importante exponerse a la situación, no evitarla para que no se convierta en un hábito y estrategia a seguir como afrontamiento de la ansiedad.
Aprender a establecer metas realistas en las interacciones sociales.
Desarrollar interpretaciones y valoraciones positivas, sustituyendo errores cognitivos que contribuyen a incrementar o mantener la ansiedad.
Aprender a concentrarse en la tarea o interacción social en lugar de en las sensaciones internas y pensamientos negativos.
Reducir conductas de evitación y defensivas, potenciando por contrario las interacciones sociales, afrontar la situación.
Reducir significativamente la activación somática o aceptarla si no se puede cambiar.
Reducir los pensamientos anticipatorios de las situaciones sociales temidas que provocan la ansiedad social.
Aprender a comportarse con las adquisición de habilidades sociales, para aquellas situaciones en las que la persona presenta déficits.
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Artículo original escrito por:
Laura Corrochano Cabo
Psicóloga forense
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