Las cartas están echadas, y lo que los expertos llaman como “nueva normalidad” aún dista mucho de ser asimilada por muchos de nosotros a los que el encierro nos afecta en el humor e incluso repercute en nuestra salud mental.
Ideas como “aprovechar” el tiempo que se pasa encerrado son las primeras que surgen. “Volverse productivo” ante la realidad de tener muchos tiempos “muertos” que antes escaseaban. Esto, ineludiblemente, acarrea ansiedad. Por no ver los resultados esperados, por no depender, tampoco, de nosotros mismos el saber cuándo acabe todo esto.
Este es otro punto a tener muy presente: el elevado nivel de incertidumbre que se acrecienta a medida que pasan los meses, y más aún, si se consumen a diario las noticias que lejos están de ser alentadoras. Es por ello, que un buen estado mental, en paz, sabiendo construir rutinas sanas y manteniendo nuestros niveles de ansiedad a tope con pensamientos positivos, se vuelven una necesidad.
Siempre sobrevoló en nuestras vidas la idea absurda de querer “comprar tiempo”. Si existiera un mercado en donde se pudiese adquirir este “bien”, seguramente este negocio hipotético movería millones de transacciones a diario.
Pero hoy día el tiempo “nos sobra”, ¿no es así? O al menos tenemos esa ilusión. Ya no consumimos muchas veces tiempo en viajar a nuestros respectivos trabajos, ya no debemos perderlo en interminables colas para pagar nuestros impuestos. Y tampoco nos cuesta tiempo caminar por calles atestadas de gente para ir de un punto a otro en la conglomeración de transeúntes que muchas veces deambulan por las calles de las grandes ciudades.
Pero el tiempo no nos sobra: el tiempo sigue siendo limitado. El tiempo, en definitiva, es tiempo. Y eso lo sabemos y lo tenemos claro, y allí aparece la ansiedad por sentir que lo estamos desperdiciando, por no hacer nada “productivo”.
Grave error pensar así: quizá sea tiempo (valga el juego de palabras) de cambiar nuestra forma de pensar acerca de lo que es productivo o no para nosotros. En definitiva, una persona feliz es una persona que sabe aprovechar los momentos de su vida. Y, en consecuencia, es una persona sin estrés.
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Por todo esto, hay que entender que las cuarentenas son un desafío que se nos presentan para saber cómo manejarnos en la vida, aprovechando nuestra capacidad creativa para facilitarnos buenos momentos sin tener que depender demasiado de las estimulaciones externas. Nuestra felicidad está en nuestro interior, y por más que suene trillada la frase, saber vivir sin estrés o ansiedad no dependerá de si nos perdemos el colectivo para ir a nuestro trabajo, sino de cuánto sepamos valorar los instantes que se nos presentan en pos de tener paz interior.
Lo importante, entonces es saber ser conscientes de la realidad, asimilarla y saber trabajarla. Entender que esta situación nos supera y no podemos hacer más que ser pacientes y saber esperar ¿Tú qué vas a hacer con este tiempo? ¿Lo vas a saber invertir o te desesperará? Depende de ti la respuesta.