El dolor forma parte de nuestra existencia, de hecho, es una de las sensaciones y experiencias más fuertes que nos permite crecer. Ya sea perder a un ser querido, el sentimiento de abandono, sentirnos rechazados o humillados… Que pasemos por el dolor es algo necesario, al igual que sentir la tristeza y las emociones que le siguen al dolor. Todo este compendio de sensaciones y emociones que comúnmente son llamadas como “negativas”, son en realidad una oportunidad para nuestro desarrollo, aprendizaje y crecimiento personal.
Al sentir estas sensaciones que forman parte del dolor emocional, dejamos que fluyan como el agua a su paso por un manantial que corre con ligereza siguiendo su camino. El problema se da cuando esta energía la inmovilizamos, deteniéndola hasta estancarla en nuestro ser. Cuando no dejamos que esta energía fluya se concierte en un sufrimiento innecesario capaz de contaminar cada una de nuestras acciones y pensamientos.
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Si te has visto envuelto en esta situación, en la que no has sabido seguir adelante y te has quedado atrapado por el sufrimiento, la angustia y el malestar, es necesario que sepas que esto te lo has provocado tú mismo, no forma parte del proceso natural. Hay unas razones por las que te has estancado en un sufrimiento innecesario, reconocerlas te ayudará a salir de ellas.
Necesidad de control
Comenzamos por esta razón que nos mantiene sumidos en el sufrimiento. La necesidad de tener el control y de que todo salga a nuestra manera no nos deja ver las cosas tal y como son. Nos empeñamos en que sean de una determinada forma acorde a nuestro punto de vista, y es así como nos volvemos rígidos ante las circunstancias.
Esto supone taparnos los ojos ante la realidad, dejando de ser flexibles para avanzar, lo cual, inevitablemente, nos genera sufrimiento, ya que las cosas no van a ocurrir tal y como deseamos, y es así como la necesidad de control que hemos construido se desmorona.
Para no estancarte ante la necesidad de control es necesario que aprendas a fluir y ser flexible con lo que te acontece. Acepta que hay demasiadas cosas que escapan de tu control y tienes que tener confianza en que todo acabará fluyendo de una forma natural.
Querer cambiar el pasado
Esta es una de las causas más comunes que, sobre todo, te impide vivir el momento presente. No puedes hacer ya nada con tu pasado, tan solo aprender de él. Si hay algo que no te ha gustado, has sentido que has fracasado o que te gustaría cambiar, acepta que ya no es posible. La realidad es que todo ello te ha ayudado a ver las cosas con otra perspectiva y a cultivar aprendizajes para tus futuras experiencias, saber lo que quieres y lo que no quieres.
Regocijarte en lo que pudiste hacer o lo que podrías haber evitado, solo te sirve para no avanzar y tropezar una y otra vez con las circunstancias de tu presente. En el aquí y el ahora se encuentra el dolor por lo que has vivido que no te ha gustado, y esa es la manera responsable y madura de superar lo ocurrido tal y como nos enseña la meditación. Ese dolor que tanto evitas escudándote con lo que pudiste hacer, es el que debes de afrontar para poder seguir adelante con tu vida.
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Generar apegos
El apego tiene más que ver con nuestro ego que con el amor. El apego nos hace dependientes y nos ata a personas, cosas y circunstancias. Cuando nos duele no estar con la persona que nos gustaría o cuando hemos perdido a un ser querido, puede ser algo natural, durante un periodo de tiempo. En el momento que este dolor se extiende en el tiempo y no nos deja avanzar, hasta el punto que ya afecta a todas las áreas de nuestra vida y no nos permite disfrutar, ya no estamos hablando de un dolor natural que se va transformando en aceptación. Estaríamos hablando de un estancamiento emocional producido por el apego, que se ha convertido en un sufrimiento innecesario.
Es necesario saber diferenciar cuando nos duele alguna pérdida, a cuándo estamos egoístamente pensando en que ya no podremos disponer de lo que teníamos anteriormente. Esto nos pasa también incluso con las posesiones, al perder algún bien material. Al crear vínculos de necesidad en vez de amor, acabamos dependiendo de una forma insana y traumática.
Al apegarnos dejamos de disfrutar de aquello a lo que nos apegamos puesto que nos genera miedo el poder perderlo, y ese miedo es contrario al amor. Además, ese miedo nos hace que cohibamos la libertad de quienes nos apegamos.
La no aceptación
En nuestra rigidez mental, se encuentra muchas veces la no aceptación, ya sea de las circunstancias, de las personas que nos rodean o incluso de nosotros mismos: ponemos condiciones para querernos y para amarnos, nos exigimos llegar a una serie de metas para estar satisfechos con nosotros mismos. Sin embargo, el amor no es exigencia y obtener resultados, el amor ha de ser incondicional para que realmente pueda haber aceptación.
La culpa, el sentirnos inferiores y la sensación de que hemos fracasado, son cuestiones que nos generan constantemente un sufrimiento innecesario, debido a que no hemos aprendido a valorarnos por encima de todo eso. En la aceptación se encuentra la calma a tanto malestar, tanta exigencia y rigidez.
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Comprender que las cosas no son como te gustaría que fueran
Esta claro que las cosas te gustarían que fueran de una determinada manera, pero si atiendes a la realidad y razonas con madurez, esto no es siempre posible, hay muchas cosas que no pueden producirse tal y como quisieras. Bajo este contexto en el que vivimos, la vida fluye con sus circunstancias y efímeros momentos. Debemos comprender que uno de los pasos más importantes hacia la madurez es aceptar con flexibilidad que en nuestro camino nos toparemos con multitud de asuntos que no son de nuestro agrado, o no son como nos gustaría que fueran, y esto es inevitable.
Aprender a desarrollar tu capacidad de adaptación te ayudará, sin duda, a ser más flexible y a no estancarte en lo que te gustaría que fuera. Las cosas muchas veces son como son, y no nos queda más remedio que comprenderlas y aceptarlas. Querer que todo se desarrolle tal y como queremos es una de las actitudes infantiles que más sufrimiento nos generan.
Haz un repaso de estos puntos que hemos desarrollado, y haz los ajustes necesarios para salir de ese sufrimiento innecesario que te genera tanto malestar en tu día a día. Ya sabes que nunca es tarde para reconciliarte con tu bienestar, encontrarte en paz y armonía.
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