Un coche nuevo, una casa preciosa, esa sonrisa Profidén, el novio encantador y bien parecido… todos hemos sentido envidia alguna vez.
Por suerte no nos ponemos verdes, así que podemos disimularla de la mejor forma que sabemos. Es normal sentir cierta envidia hacia alguien que posee algo que anhelamos, pero la cuestión no es no sentirla, sino que hacemos con ella.
Está mal visto ser feliz y gritarlo a los cuatro vientos.Corres el riesgo de que te consideren prepotente y engreída en algunos casos, mentirosa y fantasiosa en otros, ilusa o directamente lerda en la peor de ellos.
Dicen que en España somos un atajo de envidiosos que disfrutamos viendo a los demás pasándolas canutas. Empatizamos más con los que sufren que con los que les va bien. Incluso nosotros mismos fomentamos esa tendencia. Cuando alguien tiene una desgracia, nos enzarzamos en una especie de competición penosa en la que cada cual debe superar la desdicha del prójimo. Un ejemplo son esos jubilados esperando en la consulta del médico de la seguridad social rivalizando por discernir quién tiene más operaciones de cadera o glucosa en sangre. O esas madres que se encuentran en la salida del colegio y compiten por aclarar cual de los dos niños es más trasto.
Cuando no somos conscientes de que esa emoción nos invade es cuando actuamos de forma retorcida y poco elegante. Entonces nos delatamos ante los demás y dejamos en evidencia la falta de confianza en nosotros mismos y nuestra incapacidad para alegrarnos por las dichas ajenas.
SIGNOS DE ENVIDIA
1. Te mete tu gozo en el pozo más profundo que encuentra:
Te acaba de tocar la lotería y resulta que el dinero no da la felicidad, sino que te trae la desgracia más absoluta. Eso sí, te lo dice porque te quiere. Encuentras un trabajo cerca de casa, con un buen horario y ¡milagro! bien pagado. Pues resulta que su tía Enriqueta trabajó allí (qué casualidad) y el jefe es una mezcla de Norman Bates y Dr. House. Te compras un coche nuevo de trinca y al parecer esa marca tiene problemas de suministro de piezas y además son carísimas….
2. Te critica en público:
En una cena con amigos alguien dice que estás guapa y la otra salta con un pero ha engordado un poco que te sienta como un tiro en el estómago. Eso si, es todo bromita… ¡qué poco sentido del humor que tienes!
3. La vida te sonríe y te quedas sin amigo.
Las cosas te marchan muy bien y, de repente, tu amigo desaparece de tu vida. Le llamas para quedar y siempre tiene planes, pero sin ti. No te llama ni te pregunta, sólo silencio.
4. Alegría forzada.
Otra variante es que, para disimular sus ganas crecientes de que te partas una pierna cuando las cosas te van bien, le posea el espíritu de una cheerleader y salte jubilosa ante tu prosperidad. Tú, abrumado ante tanta emoción, te percatas de que el exceso de aspavientos es forzado.
5. No puedes contar con él.
Le pides ayuda en algo, te dice que puedes contar con él para todo lo que necesites, pero a la hora de la verdad tiene cosillas que hacer.
6. Tú mérito es mío también.
Resulta que también el mérito se comparte con los amigos, aunque ellos no hayan movido un dedo. Si te roban el mérito, es posible que envidien tu talento.
7. Conoce tus puntos débiles y le gusta machacarlos.
Sabe que es lo que duele, te conoce muy bien, y utiliza esa valiosa información para usarla contra ti. Así se siente mejor con él mismo.
8. Te pone palos en las ruedas.
¡Podría ponerme a estudiar! dices con ilusión. Pero si tú nunca has sido buen estudiante… dice él para animarte. Al final optas por no consultarle nada, no sea que te quite las ganas de ir al súper porque han subido la leche.
9. Nadie se salva de la quema.
Pone a todos a caer de un burro. Si critica a todo el mundo ante ti, desengáñate, preferirás no saber que lindezas desperdiga sobre tu persona.
10. Se inventa cosas para hacerte daño.
Esto lo haría el envidioso poseído por satán, pero también ocurre. Es el más peligroso, sobretodo en áreas como el trabajo, donde un rumor infundado puede ocasionarte muchos problemas. Generalmente se trata más bien de una persona con la que tienes una amistad superficial, pero hay de todo.
Os deseo a todos un día envidiable.
Un saludo,
Olivia
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