El colágeno está formado por diferentes cadenas de aminoácidos (glicina, prolina,..etc.). Según la combinación de estos aminoácidos tenemos varios tipos de colágeno; tipo I, Tipo II, Tipo III, etc... El más abundante es del tipo I, pero el que se encuentra en los cartílagos el del tipo II y su función es la de ofrecer resistencia a la presión, haciendo posible un movimiento suave de las articulaciones.
Con la edad la cantidad de colágeno se reduce y esto hace que el choque producido en la articulación no pueda ser absorbido por el cartílago debido a una pérdida de elasticidad de este.
Por lo tanto, para tener un cartílago sano a medida que avanzamos en edad es necesario hacer un aporte complementario de colágeno.
La ingesta diaria de colágeno para una persona adulta varía en función de estatura y peso, pero se ha hecho una estimación de alrededor de 5000 mg.
Existen multitud de alimentos que contienen colágeno: las carnes, el pescado, las frutas rojas, las verduras, alimentos con alto contenido en azufre, la leche de soja, el queso, los frutos secos etc.
Para ser absorbido por el cuerpo el colágeno tiene que estar hidrolizado. Por decirlo de una forma sencilla, la hidrólisis es una ruptura de las moléculas que permiten que nuestro organismo incorpore el colágeno, si no es así no tendrá apenas efectos.
Si al final nos decidimos a tomar un suplemento alimenticio con colágeno siempre es mejor que optemos por un producto en polvo o ampollas, antes que uno compuesto por pastillas. Estas últimas contienen menos cantidad de colágeno.
¿Cómo saber si necesitamos un complemento?
Si sentimos crepitar de las articulaciones, dolores en algunas, en la articulación del pulgar de los pies y manos, hinchazón en algunas articulaciones o rigidez, será una buena opción tomar un complemento rico en colágeno hidrolizado. Esto unido a una mejora de la alimentación y un ejercicio moderado consistente en una caminata diaria por un trayecto plano durante media hora, nos permitirá tener unas articulaciones sanas.