Esta es la historia de muchas, muchísimas personas a las que les ha tocado vivir con esa atormentadora bestia que es el dolor crónico.
Esta es la historia que debe abrirte los ojos de par en par y mostrarte lo afortunados que somos de que haya gente que dedique su vida a la investigación. La investigación para ti y para mi, la investigación para dejar de sobrevivir y empezar a vivir.
Como diría aquel… tengo un amigo que…
Todo empezó en un día normal, en un pueblo normal y en un barrio normal. Este amigo, que va a ser amiga, se llama Linda (representando en esta entrada a millones de personas con dolor crónico en el mundo) y empezó a sentir dolor lumbar sin razón aparente.
Al día siguiente el dolor seguía ahí, también a los 2 y a los 3 días. Linda decidió dejar de ir al gimnasio al que acudía asiduamente y pensó que era el momento de ir al médico.
Medicación para el dolor fue la primera opción. Una mejoría a corto plazo fue el resultado. Más medicación fue la segunda opción. Mismo resultado.
El siguiente paso fue ir al traumatólogo, para poder tratar el problema más en profundidad, o esa era la idea.
Momento de hacerse una radiografía. Resultado…todo aparentemente normal (sépase que a día de hoy lo de “normalidad” es un tema a discutir). Probemos con una resonancia magnética. Esa espalda está en perfecto estado.
Linda le comenta al doctor que también tiene molestias en las caderas. El consejo del médico es visitar a un reumatólogo.
El reumatólogo lleva a cabo un análisis de sangre (entre otras pruebas complementarias) para ver si encuentra algo que explique el problema de Linda. De nuevo todo parece en orden. Una medicación nueva será la posible solución.
Linda empieza a desesperarse y a tener ansiedad… dolor punzante en el pecho, dificultad para respirar, dificultad para conciliar el sueño. Una baja laboral sigue a lo anteriormente descrito.
El médico de cabecera le recomienda que vaya a ver a un psiquiatra para empezar un tratamiento para la ansiedad. Más medicación para la ya larga lista de Linda. Después de esto, otras 2 visitas más al psiquiatra para ajustar la medicación.
Los dolores de Linda siguen presentes e incluso parecen ir en aumento. Linda también comenta que se siente cansada todo el día.
La desesperación de Linda alcanza cotas insospechadas. Está muy baja de ánimos y empieza a preguntar a sus vecinos si han escuchado de algún caso parecido al suyo. Margarita, la vecina del sexto piso, le cuenta la historia que escuchó en el supermercado la semana anterior. En esta historia, un hombre, José Emilio, tenía un dolor de espalda que había estado presente durante 2 años y que ningún médico pudo solucionar. Sin embargo, encontró a un curandero/sanador que le ofreció un tratamiento con diferentes terapias durante 6 meses y José Emilio se curó. El precio de este tratamiento era de 120 euros la consulta y 300 euros los diferentes productos a comprar (estos productos debían comprarse mensualmente).
Sólo sabemos que Margarita escuchó que alguien en el supermercado decía que un tal José Emilio mejoró de su dolor de espalda con un tratamiento de un curandero/sanador. Más que suficiente para Linda y su desesperanza. La desesperación te hace hacer cosas inimaginables. Más ahora que su marido parece empezar a estar cansado de sus quejas y le ha insinuado a Linda que quizás esté “todo en su cabeza”.
Empieza la búsqueda del sanador/salvador. Después de varias indagaciones, un nombre, un teléfono y una dirección, ¡por fin!. El centro dice así… “Centro de Terapia Holística Júpiter” (nombre ficticio) y se encuentra a 400 km de la casa de Linda.
Tras una llamada… una cita y viaje hacia la “curación”. Resumen del tratamiento…apertura de chakras, dejar la medicación recomendada por los médicos, 6 tipos diferentes de extractos de plantas a comprar en una tienda de naturopatía. Montante…130 euros por la consulta y 320 por los productos (los precios de este sanador subieron). Segunda consulta en 2 meses.
El sanador fue muy amable y el trato exquisito. Linda salió de la consulta convencida de que había encontrado la solución a su problema. Se sintió mejor inmediatamente.
Esta mejoría (leve) pareció durar hasta la siguiente visita, pero esta segunda visita nada pareció cambiar y lo mismo ocurrió con la tercera y la cuarta.
Linda decide dejar este tratamiento y buscar otra alternativa, entrando en un círculo vicioso. Dolor, ausencia laboral, peregrinación por multitud de centros médicos y de pseudociencias, gran gasto económico, depresión, más dolor, problemas familiares, falta de sentido a la vida y así un largo etcétera.
Nota importante: Esta es una realidad que se ha vivido en infinidad de ocasiones y que no debería repetirse en la actualidad. A día de hoy hay médicos, fisioterapeutas, psiquiatras, psicólogos, etc. con amplios conocimientos sobre el dolor crónico. El tema del dolor crónico se encauzaría de una manera muy distinta y basándose en estudios de calidad.
Actualmente, Linda, está trabajando jornada completa y acudeal gimnasio tres veces a la semana. Tres años tras el inicio del dolor, Linda conoció a un neurólogo y un fisioterapeuta que le hablaron sobre el actual paradigma del dolor y esto llevó a una gran mejoría en su estado de salud.
Claves a retener
Esta historia es ficción, pero basada en hechos “muy reales” y demasiado comunes en nuestro entorno.
Hay mucha gente que padece dolor crónico y debido a la sociedad en la que vivimos, creencias y falta de información veraz, dejan de vivir para simplemente sobrevivir.
No existen las curas milagrosas, ni hoy, ni mañana, ni nunca.
La buena interacción con el paciente ayuda, la evidencia lo muestra.
Sí existen charlatanes (algunos sin mala intención, simplemente ignorancia) que te van a hacer gastar una gran cantidad de dinero en balde.
El reposo absoluto (parar todo tipo de actividad) nunca es una buena opción. Los estudios científicos más actuales muestran la importancia que el ejercicio tiene en todas las dolencias.
El dolor es siempre real, que le quede claro a todo el mundo, no está en tu cabeza. A modo de consejo, para el bien de la persona con dolor, evita decirle cosas como estas.
El tema de las pruebas diagnósticas, daño y su posible no correlación con el dolor es algo que deberíamos intentar transmitir al paciente. Tanto al que presenta daño, como al que no.
El apoyo de la familia es fundamental y su educación es tremendamente necesaria.
Hoy en día hay vías para que tu dolor crónico mejore y estas vías pasan siempre por profesionales sanitarios cualificados (fisioterapeutas, médicos, etc.)
Si algún profesional de la salud te dice que debes acostumbrarte a vivir con el dolor, respóndeles “Jorge de LaFisioterapia.net me ha dicho que estudies más, que te has quedado obsoleto. Lee a Butler, Moseley, O’Sullivan o Goicoechea (si estás flojillo con el inglés)”.
La imagen de cabecera es una adaptación de un dominio publico de Pixabay.
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