Para poneros en situación os diré que por mis cuestiones de salud sigo en Málaga, pero mi mujer regresó hace una semana a Estambul, donde ambos residimos, para volver a su trabajo.
Eran las 22:00 de la noche y me encontraba en una fiesta de cumpleaños cuando recibía un mensaje alarmante de mi mujer diciendo:
“Algo está pasando en Turquía. Hay tanques en la calle”
Hielo en la sangre
Se me heló la sangre, como supongo que a la mayoría de los turcos que en ese momento vivieron lo que estaba ocurriendo.
En ese momento no había información, sólo la que transmitían a pie de calle los testigos que presenciaban el despliegue de las fuerzas militares.
En cuanto hubo la primera información de que se trataba de un Golpe de Estado me marché a casa para estar por Skype junto a mi mujer que estaba sola en un país en sumido en la incertidumbre a más de 3.000 kilómetros de distancia.
La noche se hacía cada vez más tensa, sobre todo cuando en la televisión leyeron el comunicado de los golpistas y el Presidente apareció en una conversación por móvil en la que llamaba a la población a movilizarse en contra del intento de golpe.
De ahí en adelante todo se complicó, porque las noticias que nos llegaban de familiares y de amigos era de que la calma tensa había dado paso a disparos y bombardeos.
La localización de la casa de mi suegra, a escasa distancia del palacio presidencial, les llevó a refugiarse en los bajos del edificio ante el ruido ensordecedor de bombas y disparos.
Mi mujer lloraba y yo le decía que estuviera tranquila, que en ningún momento harían daño a los civiles.
Al rato descubrí con horror que estaba equivocado. En la televisión mostraban imágenes de disparos a grupos de civiles y ya se hablaban de los primeros muertos.
Era algo inaudito, inimaginable. Algo que escapaba por completo a la razón.
Los ultramarinos de todo el país se colapsaron de madrugada para comprar agua y alimentos básicos, mientras que desde las mezquitas no dejaban de llamar a la gente para que salieran a las calles a enfrentarse a los golpistas.
De la sorpresa pasamos al miedo, y del miedo al terror.
El terror de la guerra.
La noche de la incertidumbre
En unas horas se empezó a hablar del fracaso del golpe y por primera vez en varias horas que vivimos como siglos, parecía que la situación volvía a la “normalidad”.
Un borbotón de emociones imposible de gestionar se agolpaba en mi interior, y esa noche me fui a la cama a altas horas de la madrugada con una incertidumbre total hacia el futuro inmediato del país en el que resido.
Estaba experimentando en mi interior, un golpe de estado emocional.
A la mañana siguiente los medios de comunicación se hacían eco de una noche larga en la que murieron más de 200 personas. Se hablaba ya de la detención de los golpistas y eso nos hizo respirar tranquilidad de que el país no iba a continuar con una confrontación militar que de seguro habría terminado con una situación mucho más trágica.
Sin embargo esa sensación de tranquilidad por el futuro inmediato se encontraba con una incertidumbre sobre el futuro a medio y largo plazo.
Sin duda nada volverá a ser como antes.
La conquista emocional
Con esa situación emocional que me estrangulaba el pecho me vestí para ir como tenía programado a la conferencia que Sergi Torres daba en Málaga.
Mi cabeza no cesaban las ideas de ese futuro incierto, pero como me apasiona la espiritualidad en unos minutos logré enfocar mi atención en la charla.
Sergi huye de dogmatismos, y en la conversación que establece consigue hacer reflexionar a toda la audiencia y todos lo hacen desde su momento.
No hay pasado, no hay futuro, vivimos el momento presente y eso es lo único que tenemos en esta vida.
Cuando haces tal simplificación, el ego se diluye y tomas contacto con tu verdadera esencia.
Después de haber llegado a la sala perturbado por mis emociones, encontré cierto nivel de paz a pesar de que esas emociones no habían desaparecido.
Quise compartirlo con el resto de la audiencia y pedí la palabra. Expliqué lo que había vivido la noche anterior, y cómo gracias a lo compartido en esa conferencia pude encontrar paz.
Seguía sintiendo rabia, incertidumbre y asco, pero las había dejado existir en mi interior, sin luchar para que desaparecieran, simplemente aceptando que estaban allí conmigo en la sala.
Sergi se sentó a mi lado y me pidió que reflexionara junto a él.
Trataré de reproducir la conversación, una conversación pausada y calmada en la que entre pregunta y respuesta transcurrían unos dos segundos.
Te invito a leerla con calma, porque contiene una gran lección vital:
¿Dónde se encuentra ese conflicto que te hace sentir esa rabia?
En mí
¿Y en qué momento está sucediendo eso?
En este instante
¿Y tú dónde estás en este instante?
Aquí en esta sala, en Málaga
Entonces, ¿qué produce aquí en este instante ese conflicto en Estambul que te produce rabia y asco?
Mi mente
Ahora te voy a pedir que hagas algo. Ve con tu mente a Estambul, y observa en este instante, desde la paz que tienes aquí y ahora ese conflicto, tu rabia y tu asco. ¿Cómo te sientes.
Después de unos segundos me sonreí y respondí
Con poder
¡Exacto, con poder! Y ¿qué te produce ese poder?
Hace que desaparezcan esas emociones de rabia y asco dando paso a mi paz interior que parece inundarlo todo.
¡Genial!¿Qué más sientes ahora?
Siento control… y un poco de miedo de perderlo
Ya conoces tu poder, y ahora puedes usarlo siempre que se produzca un golpe de estado emocional dentro de ti.
Las preguntas no me llevaron a nada que no supiera, todo lo contrario, me llevaron a tomar plena conciencia de algo que ya sabía, y desde ahí puede tomar control emocional de lo que me estaba sucediendo.
Ahora el reto está en recobrar la consciencia cada vez que suceda en mí un golpe de estado emocional.
Gracias Sergi por recordarnos lo poderosos que somos y enseñarnos a recuperar el poder que reside dentro de nosotros.
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