Hablar de inteligencia nos sugiere hablar de genios, de cálculo, de capacidad de creación. Sin embargo, descuidamos que también las emociones tienen que ver con la inteligencia. Es lo que llamamos inteligencia emocional.
Francesc Sorribes, psicólogo y co-director de Institut Ret, lo describe como “la capacidad de conocer e identificar las emociones propias y las de los demás, así como la habilidad para gestionarlas y controlarlas para que no nos conduzcan a comportamientos autodestructivos y autoderrotistas.
La inteligencia emocional en la vida cotidiana
“He visto personas muy brillantes en sus carreras, arruinarlo todo por no saber manejar sus emociones ante conflictos personales”, afirma Francesc Sorribes, y es que, la capacidad de gobernarse a sí mismo, de poder controlarse ante situaciones difíciles puede ser una variable de éxito más importante que, por ejemplo, la capacidad de lograr un buen desempeño en el ámbito laboral.
La inteligencia emocional es la mejor arma para predecir el éxito social y profesional. Sorribes asegura que “uno puede ser muy buen músico, jugador de fútbol, matemático, etc. Pero si no sabe manejar sus emociones caerá fácilmente en comportamientos derrotistas y eso le conducirá al fracaso”.
La inteligencia emocional no guarda relación con el coeficiente intelectual, ya que este último sirve para resolver problemas prácticos pero no emocionales, por lo que personas brillantes pueden tener inconvenientes por ejemplo, por una gran falta de madurez. Tampoco está relacionada con un tipo de carácter o personalidad, sino que va más allá y se refiere a la capacidad de conocerse a sí mismo y saber gestionarse.
Ventajas para quienes la tienen
Una persona con poca inteligencia emocional deberá superar muchos baches durante su vida. Estas personas se frustran y se sienten desesperadas. Francesc Sorribes nos explica que “sus pensamientos y forma de ver las cosas no corresponde con la realidad, se ven continuamente frustrados y contrariados, y en lugar de cambiar sus creencias echan la culpa a otros, entonces no cambian y eso les conduce a sobrefrustrarse. Caen una y otra vez en el mismo error".
Algunos evitan el problema, otros lo ignoran, por lo que su solución acaba siendo peor. Todo ello conduce a la persona a tener comportamientos autoderrotistas, victimistas, que les conducen a tener estilos de vida menos saludables y con menos garantías.
Sin embargo, las personas con inteligencia emocional, según nos comenta el experto, “tienen menos conflictos consigo mismos y con lo demás, tienden a conseguir más sus objetivos, disfrutan más de la vida, suelen enfermar menos y tienen mejor salud física, lo que les lleva a envejecer mejor y a tener una vida más larga con garantías”.
Mejorar la inteligencia emocional
En el Institut Ret han desarrollado una técnica que permite mejorar la inteligencia emocional. Se trata de la Terapia Racional Emotiva Conductual. Se basa en un sencillo modelo ABC para explicar las emociones. La A sería el acontecimiento activador, es decir, aquella situación que nos ha hecho desencadenar en nosotros mismos una emoción (por ejemplo, una ruptura de una relación). La B serían las creencias y pensamientos que tenemos con respecto a esa situación. Y la C sería la consecuencia emocional producto de nuestros pensamientos (B).
Ante una situación difícil, cada persona puede responder de una forma. Colérica, deprimida u optimista al pensar en nuevas oportunidades. Pero ¿De qué depende que cada persona reaccione de una forma u otra? De sus creencias.
Por eso, el objetivo de la Terapia Racional Emotiva Conductual es ayudar a las personas a encontrar nuevos pensamientos alternativos y más constructivos que ayuden a la persona a tener un mayor manejo de sus emociones y a conseguir sus objetivos y metas personales.
Agradecimientos a Francesc Sorribes, psicólogo y Co-director de Institut Ret.