Si nunca hemos sufrido un infarto es probable que nos coja de improvisto. No obstante, hay varias situaciones que suelen ser más "propicias" para que se produzca un ataque al corazón. Estas situaciones se producen:
-Mientras dormimos.
-Después de un gran esfuerzo físico.
-Durante un proceso de estrés severo.
Para detectar el ataque cardíaco con rapidez, también es importante conocer los síntomas que se padecen. El más común es sentir un dolor en el pecho que se puede extender al resto del cuerpo y que se prolonga durante más de 20 minutos. Otros síntomas pueden ser: náuseas, tos, desmayos, mareos, ansiedad o dificultad para respirar. Aunque también hay algunos casos extraños en los que se puede sufrir un ataque sin que percibamos ninguno de estos síntomas.
Como ya hemos dicho, es importante reaccionar con rapidez ante estos síntomas. Las medidas que debemos tomar son las siguientes:
- Llamar inmediatamente a una ambulancia. Si estamos solos debemos descartar la opción de conducir hasta el hospital.
- Hacer masticar o tragar una aspirina al paciente. Entre los efectos de la aspirina se encuentra que es beneficioso sobre la coagulación.
- Intentar mantener la calma. Tanto si somos el afectado como si somos su acompañante es importante que no perdamos los nervios.
-Aflojarle la ropa al paciente.
-Comprobar si el afectado tiene pulso y respira. Si no es así, y sabemos cómo, iniciar las maniobras de reanimación cardiopulmonar.
Foto: Germán Tenorio/Flickr (CC BY-SA 2.0)
Si seguimos estos pasos y actuamos con la efectividad necesaria, habremos hecho gran parte de la labor necesaria para evitar la muerte por infarto. Pero influyen muchas otras variables que se nos escapan de nuestras posibilidades y que debemos confiar al equipo médico del hospital.
Además. una vez que hayamos sufrido un ataque al corazón, las probabilidades de que suframos otro aumentan. No obstante, con el paso del tiempo podremos volver a realizar una vida normal si seguimos la recomendaciones de nuestro médico.
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Fuente: Medicina 21