El estrés de la vida actual hace la atención y la observación conscientes se hayan perdido como actividad cotidiana del ser humano. Se pasa por las distintas actividades de la jornada sin experimentarlas en su totalidad, perdiendo la riqueza personal que ello conlleva. Afortunadamente se cuenta con técnicas como la meditación que ayudan a volver a recuperar esa práctica en la que la mente atiende y observa con claridad.
Mindfulness y atención plena
La atención plena y mindfulness guardan una relación más que estrecha. El mindfulness es en sí ‘consciencia o atención plena’ como demuestran muchas de las afirmaciones que distintos doctores y expertos en la materia exponen a la hora de definir la esencia de este concepto. Por ejemplo, según palabras del Dr. Jon Kabat-Zinn el mindfulness sería “prestar atención a propósito, en el momento y sin crear juicios”; por su parte, Bishop junto con otros colaboradores , se han referido al mismo concepto como “Una forma de atención no elaborativa, que no juzga, centrada en el presente, en la que cada pensamiento, sentimiento o sensación que aparece en el campo atencional es reconocida y aceptada tal como es”.
Siendo la atención plena una parte tan importante dentro del mindfulness, los ejercicios que se realizan en su práctica están basados en procesos atencionales que se dividen, a su vez, en dos principales:
– Prácticas donde la atención se focaliza en un objeto tangible concreto, que en las sesiones de meditación actuales suele ser la propia respiración.
– Prácticas donde la atención se lleva a experimentar el momento presente, el aquí y ahora, pero sin centrarse en nada tangible.
Aunque parezca que estas actividades son muy complicadas y requieren de un esfuerzo mental notable, autores expertos como Tang, junto con otros colaboradores, pusieron de manifiesto en el 2015 que la actividad cognitiva que se requiere para mantener la atención en el foco concreto, es paulatinamente mucho menor. Puede ser difícil al principio, pero la práctica lleva a que el esfuerzo sea mínimo con el paso del tiempo.
Cómo la meditación favorece la atención según distintas investigaciones
Distintos estudios han dejado constancia de cómo la realización de las prácticas mencionadas anteriormente a través de la meditación mejora de forma plausible la capacidad de atención plena, precisión y concentración de quienes lo practican.
Por ejemplo, la divagación de la mente, entendiendo ésta como ‘el salto’ de la misma de un punto a otro, sin prestar atención a nada concreto, consumiendo una enorme energía de la actividad mental de una persona, se ve reducida con el desarrollo de las capacidades atencionales. (Levinson, Stoll, Kindy, Merry y Davidson, 2014) (Killingworth y Gilbert, 2010).
De igual forma, pruebas de neuroimagen (Tang et al., 2015), registros de electroencefalograma (Lutz et al., 2009) y tests neuropsicológicos (Soler et al., 2012) han podido dejar constancia de que la práctica y mejora de la atención plena permite un cambio fisiológico plausible en el cerebro: se produce, exactamente, un cambio funcional y estructural en las redes neuronales relacionadas, precisamente, con la atención.
Precisión y bienestar emocional: estrecha relación
Para sentirse bien desde un plano emocional, la claridad y la precisión son fundamentales entendidos como una forma de ser conscientes y aceptar las emociones. Hablamos, en concreto, de lo que se denomina en el plano de la psicología como regulación emocional, que se refiere a la capacidad de la persona para modular sus respuestas emocionales a través de la activación de diferentes estrategias ya sean éstas emocionales, cognitivas o conductuales. (Gratz y Roemer, 2004; Salovey et al., 1995) (Más infomación: Extension.uned.es).
Y es que la regulación de las emociones y de plena experiencia es un proceso complejo, pero vital para el enriquecimiento personal. La realización y seguimiento de las siguientes tareas relacionados con la precisión pueden ayudar que esa regulación se haga de una forma eficaz:
1.- Apertura y atención emocional: el individuo se muestra capaz de ser consciente de sus emociones. Si no fuera capaz, estaríamos hablando de un trastorno conocido como ‘Alexitimia‘, en el que la propia persona se ve incapaz tanto de detectar las propias emociones como de expresarlas de forma verbal. (Lane y Schwartz, 1987; Taylor et al., 1988).
Una vez que el individuo es consciente y reconoce sus emociones, el siguiente paso ligado a éste consiste en atenderlas, es decir, en prestarles atención, porque las emociones dan información sobre multitud de aspectos de nuestra vida. Al igual que existe el polo opuesto al caso de la consciencia de las emociones, también lo encontramos en la atención a las mismas. En este caso hablamos de la desatención emocional, de ser conscientes de ellas, pero no darle ninguna importancia. (Gratz y Roemer, 2004).
2.- Aceptación: entendida en este caso como la aceptación de las emociones. El individuo acepta la propia experiencia emocional de forma consciente, independientemente de que sea positiva o negativa. En el caso de que el individuo no acepte esas emociones, estamos hablando de un proceso de rechazo hacia las mismas. (Hervás y Jódar, 2008)
3. Etiquetado emocional: una vez que el individuo deja entrar las emociones, las reconoce, las atiende y las acepta, el siguiente paso clave en la regulación emocional consiste en etiquetarlas, es decir, en nombrarlas sin miedo, en saber identificarlas. Si el individuo no sabe expresar cuál es la emoción que siente, hablamos de confusión emocional. (Gratz y Roemer, 2004; Salovey et al., 1995).
4. Análisis emocional: finalmente, el proceso emocional será plenamente óptimo si se cumple este último paso. En este caso, tras etiquetar las emociones, el individuo es capaz de reflexionar plenamente sobre ellas, entendiendo de forma consciente lo que significan y, lo que es aún más importante, qué implicaciones conllevan. Si el sujeto no es capaz de llevar a cabo esa reflexión y no entiende la influencia que en él mismo ejercen esas emociones, estamos hablando de evitación emocional.
En el caso de que el individuo no pueda ‘cumplir’ algunos de estos pasos o procesos de manejo de las emociones habría un error en la regulación emocional y estaríamos hablando de lo que se ha denominado alteración dela regulación emocional (Gratz y Roemer, 2004; Salovey et al., 1995).
Conclusión
La precisión, entendida como la capacidad de observar con claridad la mente y con ello, las emociones, es una habilidad que podemos desarrollar de forma progresiva con la práctica de la meditación. Por tanto, ésta también puede contribuir de forma eficaz a realizar con éxito el proceso de regulación de las emociones, de vital importancia para la aceptación personal y para el desarrollo de las relaciones sociales.