Mientras esperas a que algo pase, la vida pasa
La pasividad es una actitud que produce mucho sufrimiento personal por parte de aquella persona que se posiciona eternamente a la espera de que llegue un momento en el que todas las condiciones que desea para su vida sean una realidad visible. Sin embargo, la espera solo puede aumentar la frustración de que llegue un momento de la vida en el que, al hacer balance y mirar al pasado, el protagonista sienta que ha perdido el tiempo de un modo ilimitado. La pasividad ante la vida es una forma de evitar tomar decisiones.
Es cierto que de este modo, cuando te mantienes ajeno a la toma de nuevas responsabilidades, tienes la sensación de que no te equivocas y no cometes errores. Sin embargo, el principal error es, precisamente, esta inacción. Este ver pasar la vida mientras los demás viven, sueñan, se emocionan, sonríen y hacen cosas. Mientras uno mismo continúa en una rutina fija e inamovible. Es decir, es recomendable no identificar la pasividad con una forma de no hacer nada. Simplemente, una persona puede estar aparentemente activa y, sin embargo, estar actuando de un modo pasivo al evitar tomar decisiones de cambio personal que desde hace un tiempo rondan su mente.
La pasividad se nutre de la represión emocional. Es decir, el protagonista observa que en su interior laten ideas de cambio, y sin embargo, siempre surge alguna excusa para evitar dar un paso. Es la forma de vivir anclado en una falsa seguridad puesto que por mucho que alguien se lo proponga, nunca puede tener bajo control todas las circunstancias de la realidad.
Para evitar la pasividad ante la vida es recomendable despertar. Y a veces despertamos de golpe, cuando ocurre algo a nuestro alrededor que nos hace tomar conciencia de la brevedad de la vida. Por ejemplo, la muerte inesperada de una persona joven. Sin embargo, a veces este despertar es momentáneo y breve.
La inercia de una actitud tiene la fuerza del hábito, es decir, estamos tan acostumbrados a este modo de ser cuando estamos anclados en la pasividad, que es muy posible que algo nos haga volver al punto anterior incluso después de haber despertado emocionalmente. Eso no significa que no sea posible cambiar, simplemente, ocurre que es importante ser muy constante para reeducar nuestra propia naturaleza emocional.
Para cambiar esta actitud puedes empezar por pequeños retos. Es decir, por integrar pequeñas acciones que aunque sencillas son significativas por la motivación que hay en ellas. Enfócate en aquello que depende de ti. No está en tu mano gestionar las palabras de otros, las acciones de otras personas, sus sentimientos, ni las expectativas que ponen en ti. Intenta enfocarte en aquello sobre lo que realmente tienes poder de decisión para obrar aquí y ahora en la dirección de la ilusión personal por ser feliz sin esperar más.
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