Llamamos ciclo vital a las etapas que pasamos desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte. Es una división que varía, dependiendo de la cultura y cada individuo, pero esta podría ser una clasificación, según los estándares actuales de nuestra sociedad:
- Período neonatal: desde el nacimiento hasta el final del primer mes.
- Primera infancia: desde los 0 a 5 años.
- Infancia: desde los 6 a 11 años.
- Adolescencia: entre los 12 y 16 años.
- Juventud: hasta los 26 años.
- Madurez: entre los 27 y 65 años.
- Vejez: a partir de los 65 años.
Sea cual sea tu momento de este ciclo, es importantísimo que aceptes que vivir es un proceso de cambio constante. Interiorizar esta verdad te ayudará a quererte, en cada etapa, más y mejor.
Los niveles de conciencia en colores
Te vamos a contar una teoría que puede ayudarte a comprender mejor en qué punto te encuentras y, sobre todo, en cuál están los demás. Christopher Cowan y Don Beck (coach, entre otros, de Nelson Mandela) desarrollaron la “espiral dinámica” e identificaron con un color cada uno de los niveles de conciencia por los que tanto las personas como las sociedades pasamos en nuestra evolución.
Para facilitar su comprensión, ya que los niveles superiores no son fáciles de entender, los clasificaron por colores. Del beige al turquesa, son sistemas de valores que conviven en un mismo país, una misma ciudad e, incluso, una misma familia.
Cada nivel es valioso y necesario. Por eso, no puedes pasar al siguiente sin integrar el anterior. Si no nos quedamos enganchados en alguno, todos tenemos el potencial de alcanzar el nivel de conciencia más avanzado.
Los niveles y las etapas del ciclo vital
No es que cada etapa de nuestra vida tenga que estar marcada por un nivel. Eso sería simplificar demasiado. Se trata, más bien, de formas de ver el mundo que conviven, dependiendo de nuestro ámbito cultural, con nuestra herencia o nuestras experiencias.
Te proponemos un experimento: trata de pensar en qué personas o, incluso, ciudades identificarías con cada color.
– El beige representa la supervivencia y los instintos más primarios. Los niños pequeños estarían en este nivel, concentrados en sus necesidades básicas.
– El morado busca la seguridad. Adquieren importancia los lazos de parentesco. Predomina el pensamiento mágico y se siguen la tradición y las formas rituales del grupo.
– El tercero es el rojo. Búsqueda de poder. La naturaleza es una adversaria que hay que dominar. Egocéntrico, actitud defensiva, vive el entorno como algo hostil…
– El nivel azul busca el orden y la estabilidad. Da importancia a los valores morales, la disciplina y las normas y costumbres. Al “qué dirán”. Destacan la obediencia y resignación.
– El quinto nivel es el naranja, que se define por la búsqueda del éxito. Una mente racional incipiente, pero que otorga una gran importancia a la imagen. Consumismo y estatus. Logros.
– El nivel verde implica una mente racional madura. Una visión plural que engloba a todos, sin importar raza, credo, género o clase. Se interpreta el entorno como el hábitat de la Humanidad. Se valora compartir, el sentido de comunidad.
– El amarillo es la aparición del pensamiento integrador. Se acepta el ambiente como un organismo caótico, en el que el cambio es el patrón. La incertidumbre se asume como lo normal. Es la verdadera aceptación.
– Por último, el turquesa es la visión global. La conexión con toda la vida. El pensamiento holístico, la conciencia colectiva y transpersonal.
La aceptación: rasgo de un nivel de conciencia muy avanzado
La verdadera aceptación, como otras cosas importantes de la vida, empieza por ti mismo. Es un proceso que requiere autoconocimiento y una sana autoestima.
En su sentido más amplio, aceptar implica estar en paz con tu entorno y contigo mismo. Aceptar significa vivir plenamente en el ahora, sin obsesionarte por el pasado, que no puedes controlar; ni por el futuro, que aún no existe.
Pero ¿cómo aceptamos la realidad sin caer en el conformismo? Para eso, tienes que distinguir claramente entre lo que puedes cambiar y lo que, por mucho que te moleste, no está a tu alcance. Algunas cosas están clarísimas, como las inclemencias meteorológicas; pero otras no lo están tanto, como el carácter de las personas que te rodean o tu propio proceso de envejecimiento.
Por eso, en psicología positiva, tienes que distinguir entre aceptación y resignación. La segunda se encuentra en el nivel azul, en el que hablábamos de obediencia, mientras que la primera pertenece al nivel amarillo y está orientada a la acción.
La resignación nos paraliza. Todos caemos en ella alguna vez y, habitualmente, por miedo y es un arma poderosa para mantenernos quietos y sumisos.
La aceptación, en cambio, requiere autoconfianza. Comprendes profundamente una situación y sabes que no la puedes cambiar. Pero eso no te detiene, sino que te conduce a la búsqueda de un camino alternativo en el que poder actuar.
Entonces, ¿en qué nivel estamos?
Parece que, en nuestra sociedad occidental, la mayor parte de nosotros nos encontramos entre los niveles rojo y verde. ¿Estás de acuerdo?
Si lo piensas, muchos de los conflictos interpersonales (y sociales) que tenemos se deben al choque entre dos niveles. Conocer y aceptar en qué nivel se encuentra el otro nos ayudaría a mejorar considerablemente nuestras relaciones con los demás.
Herramientas como la meditación o el yoga te permiten avanzar por el camino del autoconocimiento. Meditando trasciendes y conectas con tu yo más auténtico. Practicando regularmente creas nuevas conexiones neuronales y mejoras la plasticidad de tu cerebro. Estás más lúcido y tomas mejores decisiones en tu día a día.
Los beneficios de la meditación son múltiples. Algunos, como la relajación, los notas desde el minuto uno. Otros, como el aumento de la autoestima, solo se aprecian a medio plazo. Sea como sea, meditar es un regalo a tu alcance, que te acompañará en el emocionante proceso de transición hacia tu próximo nivel de conciencia.
En conclusión, si aplicas estas prácticas en tu día a día conseguirás ejercitar y cuidar tu mente. Y ese es el camino que sigue el método Crear Salud, que, además, no solo trabaja con la meditación y la atención plena, sino que también busca fomentar una correcta nutrición en las personas, así como una vida activa.
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