Casi todos los españoles saben lo que es la horchata. Algunos saben que proviene de la chufa. Pero pocos saben distinguir este pequeño tubérculo, que si no fuera por la veraniega bebida habría desaparecido del mapa.
Hace siglos que el cultivo del tubérculo se realiza en exclusiva en una pequeña zona de la huerta valenciana y en lo que, se cree, fue su ecosistema originario, el Sahel, la franja de transición entre el desierto del Sáhara y la sabana sudanesa, donde se ha consumido toda la vida como parte de la dieta de subsistencia.
Pero lo que parecía un producto marginal, prácticamente condenado a la extinción -de las 1.000 hectáreas cultivadas en Valencia en 1980 hoy quedan solo 400-, está viviendo un increíble resurgir empujado por los fanáticos de la dieta paleolítica, que han elevado la chufa al estatus de superalimento , multiplicando por decenas su demanda en países como Alemania, Reino Unido o EEUU.
UNO DE LOS ALIMENTOS MÁS COMPLETOS
Este tubérculo comestible de la especie ‘Cyperus esculentus’, una planta herbácea, fue uno de los primeros alimentos de la humanidad y uno de los primeros cultivos explotados por el hombre, hace al menos 4.000 años, cuando empezó a plantarse en el Antiguo Egipto. Pero su historia se remonta aún más atrás. Hace dos millones de años, durante el Pleistoceno inferior, vivía en el África Oriental uno de nuestros más antiguos parientes, el ‘Paranthropus boisei’. Este homínido, de mandíbula prominente -más conocido como el ‘Hombre Cascanueces’-, sobrevivía casi en exclusiva, según constata un reciente estudio de la Universidad de Oxford, gracias a las múltiples propiedades nutricionales de la chufa, en las que nadie había recabado hasta ahora.
PROPIEDADES DE LA CHUFA
La chufa, originalmente de Egipto y luego importante componente de la dieta mediterránea (especialmente en Valencia) tiene propiedades digestivas que han sido señaladas empíricamente desde hace cientos de años.
Lo que más destaca de las chufas son sus propiedades digestivas poderosísimas gracias a su alto contenido de almidón, aminoácidos, y enzimas digestivas, específicamente amilasa y lipasa.
El almidón funciona como fibra soluble ya que una gran parte de ella (el 20%) no es absorbida en el intestino delgado sino más bien sólo pasa ayudando a espesar y a empujar las heces, facilitando el movimiento intestinal.
La amilasa y la lipasa son enzimas digestivas que son fundamentales para catalizar y acelerar una eficaz digestión, y también actúan como prebióticos que como ya mencioné anteriormente, favorecen y alimentan la acción de los probióticos.
Las enzimas digestivas son fundamentales para la piel, el pelo, y las uñas ya que promueven la digestión que a su vez estimula la circulación sanguínea en todo el cuerpo, ayudando a llevar nutrientes hacia la piel y a eliminar las toxinas que de otra forma la opacan, envejecen o le quitan el brillo. Una deficiencia de enzimas digestivas también pueden ocasionar estreñimiento, gases, irritación intestinal e incluso causar hinchazón general en el cuerpo.
Entre las propiedades nutricionales de las chufas destacan su contenido de vitaminas C y E, minerales como el fósforo, magnesio, potasio, calcio y hierro, grasas insaturadas (omega 9) y proteínas.
La chufa ayuda al corazón (al igual que la mayoría de alimentos de la dieta mediterránea) gracias a su alto índice de ácido oléico Omega 9, que contribuye a disminuir el colesterol y los triglicéridos en la sangre.
ADEMÁS…
Energizante, pero no contiene nada de cafeína.
No contiene ácido fosfórico, por lo que no quita el calcio a los huesos, como otras bebidas.
No contiene lactosa ni fructosa por lo que pueden tomarla personas que no toleran el azúcar de las frutas, o las bebidas refrescantes derivadas la miel, o para la gente que es intolerante a la lactosa. En comparación con la leche de vaca o cabra, la horchata de chufa contiene más hierro, zinc y cobre.
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