Hambre y apetito son dos cosas muy diferentes.
El hambre es la necesidad física de alimentarse mientras que el apetito es el deseo por la comida.
El hambre se presenta a medida que hay niveles bajos de glucosa en la sangre, varias horas después de comer.
Es un mecanismo de protección que asegura que tu cuerpo está alimentado adecuadamente.
El apetito es la respuesta condicionada a la alimentación, es una reacción sensorial causada por el aspecto o el olor de la comida.
El apetito es lo que te lleva a tener los ojos será más grande que el estómago.
Nuestro apetito está estrechamente relacionado con el comportamiento, pero también es influenciado por nuestro sistema digestivo, cerebro y tejido graso.
Tener un aumento en el apetito o la sensación de querer comer todo lo que encuentro a mi paso, proviene bien de la bioquímica personal o de una conexión emocional que se ha formado con la comida.
Cuando consideras la naturaleza en el aumento del apetito, no muy a menudo escuchas a alguien decir que ansía brócoli!
Los antojos son generalmente por alimentos altamente procesados, ricos en azúcares refinados y grasas de mala calidad.
El apetito controla tus antojos y está influenciado por la reacción sensorial a la alimentación.
Para que el apetito pueda aumentar o disminuir dependerá de tus preferencias, de la comida que tengas disponible, de tu salud y estado emocional, ya que puede aumentar o disminuir por el estrés y factores hormonales.
Hay un dicho que dice es mejor comer hasta el punto en que no estas lleno por completo, o quedar con un poco de hambre y hay algo de verdad en esto.
La mayoría de las personas se alimentan mucho más allá de las señales naturales de saciedad.
En el agitado mundo que vivimos muchas personas comen cuando están distraídas o como un mecanismo de escape, literalmente han perdido la capacidad de escuchar las señales de saciedad intrínseca.
Saciedad que también es afectada por nuestros pensamientos, sentimientos y conexiones emocionales con los alimentos.
El tipo de comida que consumimos también lo afecta. Por ejemplo, grasas de mala calidad pueden dejarte con la sensación de saciedad que las grasas son muy saciantes pero todo lo que has consumido en realidad son frituras, llenas de energía pero que tienen muy poco valor desde el punto de los micronutrientes.
Es bueno pensar en la densidad de nutrientes de los alimentos que comemos. Por ejemplo, un aguacate es un alimento con un contenido elevado de grasa pero son grasas monoinsaturadas (grasas buenas) y contiene 19 vitaminas y minerales esenciales.
El metabolismo es otro factor que puede afectar nuestra hambre. El metabolismo, sencillamente, es la tasa a la cual tu cuerpo convierte el alimento en energía. La tasa metabólica se rige por la glándula tiroides.
La tiroides es una glándula situada en la base del cuello y se encarga de mantener los niveles óptimos en las hormonas que rigen el ritmo de producción de energía. Nuestro metabolismo también es influenciado por la masa muscular y por las hormonas.
Un metabolismo rápido se asocia con mayor hambre, es especialmente cierto en el caso de los atletas.
Cuanto mayor sea la masa muscular más las células de los músculos y la tasa metabólica requerirán más energía que las células de grasa en el cuerpo.
En teoría, la gente con mayor masa muscular, tendría un mayor nivel de hambre, sin embargo debido a mecanismos hormonales que involucran la insulina, leptina y grelina, así como factores emocionales esto no es siempre así.
El cerebro no percibe la sensación de estómago lleno, percibe las señales de saciedad que indican que hemos comido.
Así mismo recibe señales de un número de diversas hormonas que indican cuando es necesario comer o no.
Las señales de saciedad enviadas al cerebro tras el consumo de grasa o proteína así como de las hormonas insulina y leptina, indican a este órgano que se ha comido.
Estas señales convergen en las neuronas productoras de dopamina en el hipotálamo del cerebro. Influyendo en la producción de dopamina en el centro de recompensa del cerebro, que a su vez controla la motivación por comer.
La dopamina transmite señales de recompensa y bajos niveles de dopamina se han asociado con comer en exceso.
La regulación y la capacidad de autocontrolar el apetito ha sido objeto de debate durante la última década.
El hipotálamo es la principal zona del cerebro encargada de regular nuestro apetito. La leptina, una hormona producida por el tejido adiposo, proporciona una retroalimentación negativa para indicar cuando tenemos que dejar de comer.
El aumento del apetito se ha relacionado con el desequilibrio hormonal, con trastornos mentales y de estrés.
La autorregulación es ideal, sin embargo, muchas personas ya no pueden distinguir entre las verdaderas señales de saciedad y las influencias psicológicas y por supuesto que el desequilibrio hormonal también influirá en el apetito.
Cualquier mujer que ha experimentado el síndrome premenstrual sabe cómo los antojos de azúcar descontrolados son el aviso anticipado que la menstruación esta por llegar.
Hay variedad de problemas de comunicación, entre los que cabe destacar el uso equivocado de supresores del apetito y edulcorantes artificiales estos días.
Muchos supresores del apetito actúan sobre el sistema nervioso central y algunos han tenido que ser retirados del mercado debido a sus riesgos cardiovasculares adversos.
Los supresores del apetito pueden eliminar los mensajes que envía tu cuerpo, evitando que conozcas las razones del aumento en tu apetito.
Podrían ser debido a problemas nutricionales, bioquímicos o emocionales, pero es importante reconocer las señales del cuerpo para obtener ayuda y resolver los problemas subyacentes.
Una nueva investigación indica que los edulcorantes artificiales pueden en realidad estimular el apetito, aumentar los antojos por los carbohidratos e incluso estimular el almacenamiento de grasas, que indefectiblemente conduce al aumento de peso.
Las grasas y proteínas en los alimentos se comunican de forma relativamente rápida entre la boca y el centro de la saciedad en el cerebro, en cambio, las comidas endulzadas artificialmente no utilizan este mecanismo, de tal forma que el total de alimentos que puedes comer aumenta fácilmente.
Los antojos de comida y la regulación del apetito son temas complejos, así que es importante animar a las personas para analicen sus conexiones emocionales con los antojos. Acaba la frase “Alimento es…” y analiza tus respuestas.
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