Limita las opciones del menú. Los científicos han comprobado que cuando tenemos delante diferentes platos, terminamos comiendo un 23% más que cuando tenemos una sola elección. La explicación es muy sencilla: cuando tenemos varias opciones, solemos probar un poco de cada una, lo que va sumando calorías sin que nos percatemos. Al contrario, cuando tenemos delante un solo plato, nos resulta más fácil cuantificar la cantidad de comida que consumimos. Por eso, se recomienda incluir pocas opciones en el menú.
Piensa en lo que has comido. Un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Liverpool desveló que cuando evocamos la última comida, comemos menos a lo largo de la jornada. La investigación, publicada en el American Journal of Clinical Nutrition, revisó varios estudios en los que se analizaba la influencia de la atención, la memoria, la conciencia y la distracción sobre la cantidad de comida que se consume en el día. Los investigadores concluyeron que cuando recordamos lo que hemos comido, nos saciamos con mayor rapidez y, por ende, comemos menos.
Come de manera consciente. Se ha demostrado que cuando comemos sin prestar atención a la comida, como por ejemplo, cuando estamos delante del televisor o trabajando, solemos ingerir más calorías. El problema es que al estar distraídos, la señal de saciedad tarda más en llegar al cerebro. Por eso, los especialistas recomiendan comer de forma consciente, es decir, prestándole atención a la comida y las cantidades. De esta manera, no solo regularemos mejor las calorías que consumimos, sino que también disfrutaremos más de la comida.
Utiliza una vajilla más pequeña. La vista juega un papel esencial en la alimentación pues es capaz de estimular o inhibir el apetito, en función de la textura, el color y la forma de los alimentos. También es fundamental para determinar las cantidades de comida. De hecho, nos saciamos con mayor rapidez cuando percibimos cantidades abundantes de comida y podemos quedarnos con hambre cuando creemos que la cantidad es escasa. Por tanto, si queremos perder peso sin pasar hambre, es recomendable utilizar platos y vasos más pequeños ya que estos darán la sensación de que hay más comida, aunque no sea así.
Juega con los colores del plato. La vista no solo influye en las proporciones de comida que percibimos sino también en nuestro apetito. No es un secreto para nadie que un plato decorado con esmero suele ser más atractivo que otro similar pero que no haya sido decorado. De hecho, se ha demostrado que mientras más fuerte es el contraste entre el color del plato y los alimentos, más apetecible nos resulta la comida y, por ende, más comeremos. También se conoce que los platos grandes y de color oscuro nos incitan a servirnos más, mientras que los platos pequeños y blancos crean una ilusión visual que provoca que comamos porciones más reducidas y nos sintamos saciados.
Fuente: 5 trucos mentales para adelgazar - Nutrición Saludable