En mi día a día tengo que enfrentarme a muchos retos que ponen a prueba mi paciencia y mi capacidad mental. Siendo madre de familia, trabajando de profesora y llevando una tienda online a nivel nacional os podéis imaginar cómo suelo acabar mis días. ¡La mayoría de ellos acaban conmigo yendo a la cama justo después de cenar y pensando en el día siguiente! ¿Os suena, verdad?
Las emociones que afrontamos durante nuestras jornadas y todas las tareas a veces son demasiadas, lo que nos acaba provocando estrés, un humor de perros y un gran cansancio psicológico. Esto suele pasar por los esfuerzos que tenemos que hacer para recordar todo lo que tenemos que hacer. Además, el saber que tenemos que cumplir todo lo que nos proponemos e incluso que no podremos llegar a tiempo a según qué, contribuye a ir minando poco a poco nuestro estado de ánimo.
Por eso, voy a contaros mis pequeños consejos y rituales para, si bien no elimino del todo la sensación de cansancio -¿quién puede?-, sí que noto que es mucho menor.
Ahí van:
Duerme lo suficiente
Quienes me conocéis o me leéis ya lo sabréis: Nunca me canso de decir que hay que dormir. Ni mucho ni poco, lo suficiente, pero HAY QUE DORMIR.
Al dormir, ayudamos a nuestro cerebro a resolver los problemas que nos han quedado pendientes, o que hemos resuelto pero nos siguen rondando la cabeza. Así que durmiendo lo que necesitamos (7-8 horas) conseguiremos levantarnos sin esos problemas que nos atosigan y con fuerzas para afrontar los siguientes.
Si no lográis conciliar el sueño y tampoco queréis utilizar suplementos químicos para conseguirlo (hacéis muy bien), siempre podéis probar con alguna infusión o con aromaterapia.
Sé optimista
Soy muy consciente de que esto es muy fácil de decir. Cuando parece que el Mundo está conspirando para que todas y cada una de las cosas nos salgan al revés de como queremos, que disfruta con nuestra desgracia, es muy difícil pensar de manera optimista y mostrar alguna que otra sonrisa.
Os planteo la siguiente pregunta ¿En qué os renta ser pesimistas? ¿Vais a conseguir vuestros objetivos demostrando vuestro mal humor? ¿Verdad que no? Además, lo más probable es que hagáis las cosas peor y que vuestros amigos o familiares se contagien de vuestro mal humor y contribuyan a empeorarlo. Tod@s sabemos lo insoportable que es estar en casa cuando todos estamos de mal humor.
No hace falta que sustituyáis los pensamientos negativos por otros positivos, es más: no los vais a encontrar si estáis en el pozo. En su lugar, contadle a algún amigo o a vuestra pareja que tenéis un día horrible y salid a pasear, a tomar algo o sencillamente charlad. Algo que a mí me funciona muy bien cuando no tengo a quién acudir cuando llego a casa es coger a mi perro y salir a dar un largo paseo y a jugar con él. Los perros, además, captan muy bien como nos sentimos y se desviven por animarnos.
¡Veréis como cambian vuestros días si sois un poco más optimistas!
Haz gimnasia mental
Aunque pueda parecer mentira, el hecho de ejercitar la mente ayuda muchísimo a olvidarnos de nuestros deberes.
A corto plazo, nos obligaremos a concentrarnos en algo que no sea lo que nos ronda la cabeza y, cuando acabemos, nos daremos cuenta de que los problemas siempre pueden esperar un poco más.
A largo plazo, entrenaremos a nuestra mente para resolver los problemas de una manera más eficaz y sobretodo a organizarnos mentalmente para ello.
Así que ya sabéis, los crucigramas, sopas de letras o los sudokus son ideales para entrenar nuestra mente. Pero, si no es lo vuestro y sois más como yo, que soy una soñadora nata, aprovechad para leer el capítulo pendiente de ese libro que tanto os gusta y así os podréis evadir durante un rato mientras desarrolláis la imaginación que, al fin y al cabo, es el recurso más preciado a la hora de resolver problemas.
Come bien
¿Parece muy obvio, verdad? Pues aún así no somos capaces de lograrlo, y yo soy la primera que lo admite.
Cuando apenas tenemos tiempo para nada, optamos por quitarnos tiempo en tareas tan importantes como el comer y nos alimentamos con algo que sea fácil y rápido de preparar, pero que apenas nos va a aportar nada.
Nuestro cerebro consume cerca del 60% de la energía y los nutrientes que comemos. Así que, si lo que coméis carece de lo esencial, no vamos a poder utilizarlo como debemos y lo vamos a notar muy resentido.
Airéate
Tan importante para la vida es la alimentación como la respiración, de hecho no podríamos vivir sin comida ni sin aire. Así que, ¿por qué no cuidáis lo que respiráis?
Cuando el lugar en el que nos encontramos permanece muchas horas cerrado o con una mala ventilación, se reduce la cantidad de Oxígeno que respiramos y, por ende, el que llega a nuestro cerebro.
¿Cuando hacéis ejercicio notáis que necesitáis respirar más, verdad? Cuando nuestros músculos no reciben el Oxígeno suficiente para realizar su actividad nos lo hacen saber y sentimos como nos falta el aire y, en consecuencia, respiramos de una manera más fuerte. El cerebro tiene otra manera de hacernos saber que no le estamos proporcionando el Oxígeno que necesita, el estrés, la incapacidad para concentrarnos y el agotamiento psicológico son unas de ellas.
Por todo esto os aconsejo que respiréis lo mejor que podáis. Ventilad la habitación en la que paséis grandes períodos de tiempo y salid 5 minutos a tomar el aire. Veréis como mejora vuestro humor.
¿Y vosotr@s, tenéis algún método para evitar el cansancio mental?