La solidaridad es uno de los valores más importantes a nivel humano porque cuando una persona actúa de forma comprometida y con responsabilidad ante el entorno social, muestra que lo ajeno no le resulta indiferente. Es decir, a través de la solidaridad también educamos nuestro propio carácter potenciando la superación personal y poniendo freno al invidiualismo. La verdadera felicidad social surge de la búsqueda del bien común. Un bien común que se potencia todavía más a través de la generosidad.
Ser voluntario es positivo para la salud emocional
Colaborar con actividades de voluntariado como las de acción contra el hambre y ser solidario es tan saludable para la salud emocional que incluso, potencia la resiliencia personal en la superación de las dificultades. Además, también ayuda a prevenir la depresión. La implicación en la búsqueda de la felicidad ya sea propia o ajena potencia el sueldo emocional de aquel cuyo nivel de satisfacción con su vida es mayor.
Tener relaciones sociales es muy importante para potenciar el bienestar emocional. Por ello, participar en actividades de voluntariado también permite a la persona crear un entorno de relaciones personales en las que lo verdaderamente importante es dar sin esperar recibir nada a cambio. Sin embargo, la realidad es que la persona solidaria y comprometida recibe mucho más de lo que ofrece ya que la realización del bien es un premio en sí mismo que aporta un feedback estimulante.
Potencia la autoestima
La vida es práctica, es decir, la autoestima se refuerza a través de la coherencia entre pensamiento, sentimiento y acción. Una persona que se implica en la realización del bien también se siente mejor consigo misma y su amor propio aumenta.
La empatía es uno de los sentimientos más importantes en las relaciones interpersonales. A través de la empatía, una persona es capaz de salir de su propio microcosmos para conectar con la realidad de otro ser humano.
Y este encuentro personal, aporta sentimientos agradables como la ilusión y la alegría. Ser voluntario también te permite tomar conciencia de que el tiempo es un recurso que, cuando lo aprovechas bien, te permite alcanzar grandes logros. En muchas ocasiones, la frase de “no tengo tiempo” no es más que una excusa para seguir pegado a la zona de confort. Una zona que puede ser muy cómoda pero la comodidad no siempre es sinónimo de felicidad sino de estancamiento vital.
A través de una práctica de voluntariado también te conoces mejor a ti mismo y te comprometes con una buena causa. Dejas tu huella positiva en este mundo. La solidaridad es un motor tan importante como la fuerza de voluntad, una fuerza que es indispensable para transformar el mundo en un verdadero hogar.
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