Y que el Amor es verdadero si dura para toda la vida con la pareja y si incondicional hacia los hijos. Todo lo que no responde a esta combinación no es válido ni es verdadero.
Nos hablaron de media naranja, de alma gemela, de encontrar la persona que te completa, de encontrar la felicidad gracias a tener una pareja estable.
Las mujeres lo tenemos algo más difícil porque, para complicar más el asunto, nos contaron la historia del príncipe azul, este hombre que llega, te regala flores y palabras bonitas, te protege, es el padre perfecto para tus hijos y nunca te decepcionará ni te traicionará. Figura que, de hecho, existe solo en los cuento y por la cual culpamos a los hombres de no responder a la perfección a ese modelo que no existe ni es necesario que exista. ¡La realidad es otra!
Creo que todos tenemos suficientes pruebas como para entender que eso que nos contaron no responde a la realidad!
Nadie se tomó la molestia de añadir a este cuento bonito que si no te amas primero a ti mism@ y no te aceptas tal y como eres, difícilmente sentirás el Amor verdadero y lo podrás devolver o compartir con otros.
Y tampoco matizaron esta información añadiendo que amarse a uno mismo no es sinónimo de ser egoísta, porque no tiene nada que ver con el egoísmo.
Nadie nos explicó que si no te amas a ti mismo, siempre sentirás una falta interior y buscarás en el otro algo (que ni sabes que es) que llene ese vacío. Y en el momento en que no te devuelvan lo que tu espera – porque está claro que no pueden hacerlo – te lo tomarás mal. Y allí empezarán todos los verdaderos problemas de pareja…
Algo parecido ocurre con los hijos, cuando intentas darles todo lo que tu nos has podido tener ni vivir, lo que tus padres no te han dado y tu necesitabas. Pero estás segur@ que lo que te ha faltado a ti o lo que tu necesitaba corresponde a lo que le puede faltar o a lo que pueden necesitar tus hijos?
¿No crees que son vidas y caminos diferentes? Y que a lo mejor, aunque sea con todas las buenas intenciones, ese afán de dar lo que te faltó, te impide ver y comprender las necesidades reales de tus hijos? ¿Y de aceptar que quieran recorrer caminos diferentes?
Hay cosas en la vida que, una vez pasado el momento, ya no vuelven, no se recuperan. Simplemente hay que aceptarlo, encontrar la forma de sanar y seguir adelante. La búsqueda infinita no lleva a ningún destino y hace que te sientas anclad@, siempre más perdid@, más sol@ y más vací@.
Si tu no tienes la culpa de tus circunstancias menos aún la tiene una persona ajena a los acontecimientos de tu pasado. Si no aguantas tu carga, dársela a otros no te libera del peso sino más bien te añade un problema. Porque los demás acabarán manifestando la necesidad de liberarse de ese peso que no les pertenece y te lo devolverán.
Y a esta ida y venida se añaden una infinidad de emociones desagradables que agrandan tu herida cada vez la pelota de fuego vuelve a tus manos.
Adonde hay que ponerle atención y reflexionar es en el hecho que ni un hijo ni una pareja están en este mundo para ser herramientas que llenen nuestros vacíos interiores o para satisfacer necesidades incumplidas.
Si es cierto que existe al Amor Incondicional, hasta que no cultivemos ese sentimiento hacia nosotros mismos y hacia todo lo que nos rodea, estaremos amando pero con condiciones. Tanto a la pareja como a los hijos.
Amamos casi siempre con condiciones, como que la otra persona sea así o asá y no haga eso u otro; o bien que nos de aquello pero no nos quite lo otro. Con los hijos es lo mismo, queremos que actúen y respondan a un modelo de comportamiento que debe cumplir con nuestras expectativas, con nuestra proyección a futuro.
El hecho de ‘darlo todo’ en la pareja o desvivirse por los hijos no se traduce en amor incondicional. Donde hay expectativas habrá decepciones cada vez que algo o alguien no cumple con nuestra idea.
Al Amor verdadero no tiene nada que ver con esto.
Somos seres completos independientemente de tener o no pareja o bien hijos. El Amor existe de por sí, no solo cuando lo das a otro o cuando otro te lo da a ti. El amor es libre de expectativas, cargas y necesidades.
El amor acompaña el camino individual de cada uno y está allí para ayudarnos a evolucionar como individuos, para dar voz a nuestra alma y aparcar el ego, los miedos, el orgullo y llevarnos a la aceptación y al desapego.
El amor verdadero nos libera y nos conecta con nuestro propósito de vida. Nos conecta con Tod@ y esto hace que encontremos el sentido de la existencia, de las circunstancias propias y ajenas, del rumbo del mundo.
Claro que el Amor es dar y recibir, es un intercambio pero no en el sentido del deber si no en el sentido del fluir!
Nadie tiene la obligación de amarnos ni mucho menos en la forma que nosotros pensamos que necesitamos o que sea correcta. El Amor no es un ideal ni una idea, ni una tarea, ni un deber, ni una obligación.
El Amor va más allá de ideas y necesidades. El Amor es servir, dar sin pensar ni preocuparse ni pretender un resultado ni una devolución.
Si amo solo lo que yo quiero o lo que me conviene, estoy haciendo otra cosa.
Si amo solo cuando la situación, circunstancia o persona me hace estar bien, la entiendo, la controlo, pues esto tampoco es amor.
Si amo cuando el otro me hace sentir segur@, tampoco voy por el buen camino.
Lo difícil es que, realmente, el cuento bonito está tan metido en tu subconsciente que no va a ser automático desprenderse de ello.
El cambio empieza contig@.
Toma la determinación de cuidar de ti, de sanar tus vacíos y de abrirte al mundo aunque esto pueda causarte sufrimiento.
Si te olvidas y desapegas de los resultados de tus actos y no impones nada a nadie, pues así sí que estarás en el buen camino. El Amor lo es todo y este todo está ya en ti!
Olvídate de los cuentos y cumple con el propósito por el cual estás en este mundo: crear algo nuevo, ser feliz y compartir y radiar tu felicidad.
John Lennon lo expresa muy claramente en el escrito que copio a continuación…
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Vittoria Veri Doldo ~ Health Coach