El coco es una fruta tropical deliciosa de la cual se aprovecha prácticamente todo.
Debido a sus numerosas propiedades terapéuticas y beneficiosas para la salud, está considerado como un superalimento y está cobrando cada vez más importancia en el mundo occidental.
Sin embargo, en otras zonas esta fruta ha formado parte de la alimentación básica durante cientos de años y, de hecho, estos lugares presumen de estar entre los más saludables de la tierra gracias al consumo de coco.
Hoy, hablamos de uno de los principales usos del coco y sus beneficios: el aceite de coco.
Por Nutrición Sin Más
El aceite de coco ayuda a perder peso y quemar grasas
Un 90 % de las grasas que contiene el aceite de coco son grasas saturadas, en concreto, triglicéridos de cadena media.
De acuerdo con un estudio, los triglicéridos de cadena media pueden aumentar el consumo energético diario hasta un 5 % (120 calorías), lo que a largo plazo puede provocar una pérdida de peso importante.
Asimismo, la metabolización de estos ácidos grasos produce unos compuestos químicos, llamados cuerpos cetónicos, los cuales tienen un efecto reductor del apetito que también puede resultar en una disminución de peso a largo plazo.
Por otro lado, el aceite de coco también parece ser muy eficaz a la hora de reducir la grasa que se acumula en el abdomen y alrededor de los órganos.
Existen dos estudios realizados a hombres y mujeres obesos donde se ha demostrado que el consumo diario de 30 ml de aceite de coco reduce la barriga (perímetro abdominal) y el índice de masa corporal.
Hay que destacar que, durante la realización de estos estudios, la disminución de grasa abdominal solo se debió a la ingesta de aceite de coco, pues no se redujo el consumo de calorías ni se incorporó ejercicio.
El aceite de coco aumenta el colesterol “bueno” y disminuye el “malo”
Según diversos estudios, el aceite de coco reduce los triglicéridos, el colesterol total y el colesterol LDL (malo) y eleva los niveles de colesterol HDL (bueno).
Además, también provoca una mejora en los factores de coagulación sanguínea y los antioxidantes.
Todo esto se resume en una diminución de los factores de riesgo de enfermedades cardíacas.
El aceite de coco reduce los ataques epilépticos y los síntomas del Alzheimer Los cuerpos cetónicos que se producen al metabolizar los triglicéridos de cadena media ayudan a reducir las crisis en niños que padecen epilepsia.
El elevado contenido de ácidos grasos de cadena media presente en el aceite de coco favorece la concentración de cuerpos cetónicos en el organismo y lo convierte en una terapia muy eficaz en el tratamiento de la epilepsia refractaria a los fármacos.
Por otro lado, en un estudio realizado en 2006, el consumo de triglicéridos de cadena media provocó una mejora inmediata en las funciones cerebrales de pacientes con Alzheimer leve.
Parece que esta enfermedad se debe a una reducción en la capacidad de convertir la glucosa en energía en ciertas partes del cerebro y, de acuerdo con varios investigadores, los cuerpos cetónicos podrían ser una fuente de energía alternativa para las células cerebrales.
El aceite de coco puede matar patógenos
Cerca de la mitad de las grasas presentes en el aceite de coco son ácido láurico, un componente con propiedades antimicrobianas que mata eficazmente los patógenos como las bacterias, los virus y los hongos.
Además, cuando nuestro organismo digiere el aceite de coco, se forma un monoglicérido llamado monolaurina, también con propiedades antimicrobianas.
El aceite de coco como producto cosmético
Algunos estudios han demostrado que el aceite de coco puede mejorar la hidratación de la piel y aumentar el contenido de lípidos de esta.
Además, de acuerdo con otros estudios, el aceite de coco puede servir como protector solar y capilar.
Asimismo, gracias a sus propiedades antimicrobianas puede usarse como enjuague bucal, matando las bacterias de la boca, reduciendo el mal aliento y, por tanto, mejorando la salud bucal.
¿Existe otra fruta que tenga tantísimos usos como el coco? No hay excusa para mantenerla apartada de nuestra alimentación. ¿A qué estás esperando?