Hablemos del lumbago…
Nos encontramos frente a un gran problema de la salud pública. Personas en edad laboral activa pueden terminar incapacitadas por esta dolencia, muchas veces inespecífica, o sea, que no encontramos una causa concreta para el dolor lumbar.
El porcentaje que ronda la prevalencia del dolor lumbar es del 80% en la población y de este, un 23% podrá terminar con un dolor incapacitante a pesar del tratamiento (1).
¿Cuáles son las causas del lumbago?
Las causas del mismo pueden ser: infecciones, tumores, fracturas, deformidad estructural, procesos inflamatorios (ejemplo: espondilitis), síndromes radiculares (ejemplo: ciática), etc.
Hablamos que hasta un 80% de la población experimentaría dolor lumbar pero es muy posible que esto esté por debajo de los números reales pues este 80% es el que acude a consulta. Mucha gente tiene dolor y no acude a ver su médico/a.
Un aspecto que siempre ha llamado mi atención como médica es el hecho de tratar el dolor lumbar en adultos, incluso cuando tenemos una causa evidente y que este no mejore o deje un dolor residual a pesar del tratamiento correcto. Hasta un 15%, aproximadamente, podrá evolucionar a dolor crónico.
Otros/as no estarán completamente recuperados hasta pasado el año del comienzo de su dolencia, con o sin tratamiento específico. Esas evoluciones tan dispares dan que pensar; no en aras de uniformizar al ser humano, sino de que, detrás de esas evoluciones, es muy posible que hayan causas aún no identificadas o, incluso, la sumatoria de más de una a tener en cuenta y corregir.
¿Y la degeneración discal como causa de lumbago?
En algún momento de nuestra evolución médico científica, se planteó que la degeneración a nivel de los discos intervertebrales podía ser la causa del lumbago.
Esta versión nunca me ha convencido pues he atendido a adultos de todas las edades y algunos presentaban degeneración discal y dolor lumbar; se recuperaban del lumbago y seguían teniendo la degeneración discal por lo que la asociación no me parecía pertinente.
Un meta-análisis publicado en 2011 estableció que lesiones como protusiones o hernias discales, compresión de la raíz nerviosa, degeneración discal, entre otras no son causas que puedan explicar el dolor lumbar en el individuo en sí (2), es decir, no explica el dolor en el individuo como tal; sí son causas de lumbago.
Eso hace que el dolor, sea donde sea que esté, sea una experiencia personal y que no siempre es fácil de encontrar una respuesta al mismo. Eso no significa que no tengamos que seguir buscando para comprender los mecanismos y con ello buscar la solución al problema.
¿Lo anterior explicaría el dolor lumbar inespecífico?
El primer problema al que nos enfrentamos es cuando no hay una causa concreta para el dolor lumbar. O mejor dicho, una causa no identificable o la sumatoria de varias causas. ¿Cuál tratamos primero? ¿Tratamos todas a la misma vez? ¿Y las que no son “tratables”?
Un ejemplo sería una mujer, 55 años, casada, auxiliar de geriatría, obesa. Aquí tenemos varias posibles causas para el dolor lumbar.
Dentro de los factores que pueden favorecer la aparición del dolor crónico encontramos: “factores físicos y socio-demográficos (sexo, edad, ingresos económicos y educación), factores de comportamiento (fumadores/as y baja actividad física), así como factores relacionados con las actividades diarias y ocupacionales (trabajo físico duro, postura corporal incorrecta, movimientos repetitivos), obesidad y algunas condiciones psicológicas, como depresión, entre otros” (3)
En el ejemplo anterior, y en ningún caso manifestando que la respuesta será siempre la misma (por suerte), se ha visto que la mujer, y además casada, tiene una tendencia mayor a manifestar el dolor, probablemente por causas socio-culturales (3).
A los 55 años de edad la degeneración discal, protusiones y/o hernias, la menopausia y su relación con la descalcificación ósea y la pérdida de fuerza muscular, la artrosis, pueden ser componentes que ayuden a la manutención del dolor lumbar crónico.
Si, además, es obesa (obesidad adquirida en este caso), hablamos de cambios estructurales en su eje corporal, probablemente de larga duración pero que juegan un papel importante a la hora de la relación masa muscular/masa grasa (4).
Su profesión juega un rol importantísimo en cuanto a la mecánica del movimiento, el cual resulta en un gran condicionante pues, aunque se recupere del dolor lumbar agudo, tiene un riesgo más elevado a volver a padecer dolor lumbar en el futuro por su profesión.
Este último, a menos que cambie de profesión, sería uno de los factores no “tratables” pero sí es posible prevenir y/o aminorar el riesgo de repetición. Hablaremos de ello en una futura entrega de dolor lumbar y prevención en las próximas semanas.
¿Existen causas extra lumbares que puedan explicar el dolor en la zona?
Me gusta mucho esta pregunta porque, efectivamente, existen. Desde hace un tiempo me he interesado mucho por comprender la mecánica del dolor y un concepto que llamó mi atención fue el de Sensibilización Central.
“La Sensibilización Central representa una hiperfuncionalidad de las neuronas y circuitos en las vías nociceptivas (las del dolor) causada por aumentos así como a la inhibición reducida en la excitabilidad de la membrana y la eficacia sináptica y es una manifestación de la notable plasticidad del sistema nervioso somatosensorial en respuesta a la actividad, inflamación y lesión neural” (5).
Lo que esto quiere significar es que nuestro sistema nervioso central tiene un doble problema: por un lado, recibe una sensación de dolor, sea con daño tisular o no, y por otro, no es capaz de inhibir dicha sensación.
En nuestro Sistema Nervioso tenemos dos vías: una ascendente que recibe todas las señales y otra descendente que manda señales.
Debe haber un correcto equilibrio entre ambas para que el dolor, entre otras cosas, sea útil y autolimitado. Por ejemplo, si nos hemos caído y nos hemos fracturado la tibia, lo suyo es que nuestro cuerpo mande la señal del dolor al cerebro y este le diga a la parte del cuerpo afectada que no se mueva para no empeorar la lesión. Viene siendo un mecanismo de defensa.
¿Y en el dolor crónico?
En el dolor crónico eso no existe. O por lo menos nunca se ha interpretado como un dolor útil o eficaz. Yo soy de las médicos que piensan que si el dolor existe es porque la causa existe.
Esta puede ser multifactorial y difícil de corregir, sobre todo, cuando hay factores de difícil manejo como la profesión, la edad, el nivel sociodemográfico, etc. pero no debemos dejar de educar a la población pues algunos de estos factores pueden “mejorarse” con, por ejemplo, la dieta y el ejercicio adecuados.
Un concepto que me ha parecido interesante valorar, en mi continua búsqueda de la comprensión del dolor, es el de odontoposturología. Una disciplina que relaciona la oclusión dental y la postura corporal con patologías como el lumbago, los acúfenos, las cefaleas, entre otros.
En Medicina Occidental separamos los órganos para comprenderlos mejor y con ello tenemos las especialidades y supespecialidades y es muy importante tenerlas pero no debemos dejar de lado las disciplinas que integran el ser humano como lo que es: un ser global. Por lo tanto, no deberíamos descartar que afecciones en otras partes de nuestra anatomía pudiesen afectar regiones más distantes.
Bibliografía:
1. Balagué F, Mannion AF, Pellisé F, Cedraschi C. Non-specific low back pain. Lancet. 2011;6736(11):1–10.
2. Endean A, Palmer KT, Coggon D. Potential of magnetic resonance imaging findings to refine case definition for mechanical low back pain in epidemiological studies: A systematic review. Spine (Phila Pa 1976). 2011;36(2):160–9.
3. Zavarize SF, Wechsler SM. Evaluación de las diferencias de género en las estrategias de afrontamiento del dolor lumbar. Acta Colomb Psicol [Internet]. 2016;35–56. Available from: http://editorial.ucatolica.edu.co/ojsucatolica/revistas_ucatolica/index.php/acta-colombiana-psicologia/article/view/939
4. Trouwborst, I; Verreijen A, Memelink R, Massanet P, Boirie Y, Weijs P; TM. Exercise and Nutrition Strategies to Counteract Sarcopenic Obesity. Nutrients. 2018;10(605):1–21.
5. Latremoliere A, Woolf CJ. Central Sensitization: A Generator of Pain Hypersensitivity by Central Neural Plasticity. J Pain. 2009;10(9):895–926.