Y, con la bajada de las temperaturas, viene lo que yo llamo el síndrome del oso polar, que no es nada más ni nada menos que esa pereza que suele invadirnos y que hace que solo nos apetezca una dosis de sofá, manta, algo calentito y a poder ser dulce y no hacer absolutamente nada que implique movernos.
Mmmm vale, me habéis pillado, no es un oso polar, pero es peludita y en invierno se enrosca como ua bolita cerca de cualquier fuente de calor, así que, para lo que viene al caso nos sirve para ilustrar la entrada, y no me negaréis que está monísima! :P
Bueno, punto humorístico a parte, ya veis porque lo del oso? aunque no invernemos en una cueva, más de un día transformamos nuestra casa en una con mil excusas para no salir ni movernos lo más mínimo y, si de por si ya somos de las que les da pereza ir al gimnasio, en esta época esto se puede llegar a convertir en una misión imposible.
Que si me resfriaré si salgo con el pelo medio mojado, que me voy a congelar como salga a correr, que hoy está lloviendo un montón y llegaré empapada, parece que cualquier excusa es buena para justificar el no salir de casa.
Y no, eso no es plan, porque después llega la primavera y nos lamentamos y ya no únicamente por esto, sino porque nos encarcaramos, nos olvidamos de lo que es sudar y, cuando decidimos volver a ello, se nos hace más cuesta arriba que nunca, por lo que nos desanimamos y volvemos al mismo círculo vicioso de siempre: quiero pero no lo consigo, acabo tirando la toalla, lo dejo para más adelante y vuelta a empezar.
Hacer el oso es fantástico, a mi también me encanta, pero para esto existen los domingos, nada de ampliarlo a toda la semana, el resto toca currar!
Pero, como el síndrome del oso polar está por ahí acechando y preparándose para atacar al más mínimo signo de debilidad, hoy os traigo unas serie de pautas para combatirlo y poder relegarlo al domingo que es donde debería de estar, así que ahí van!
1. Recuerda todo el esfuerzo y sudor que le has dedicado, seguro que no quieres que sea en vano.
Cada vez que te esté tentando la idea de no ir hoy al gimnasio, saltarte tu clase de fitness, o cualquier actividad que hagas, recuerda lo mucho que te ha costado llegar donde has llegado, las horas de sudor, de esfuerzo, la sensación tan agradable que deja después al saber que hemos cumplido y el bienestar que le aporta a nuestro cuerpo.
En serio, no hay nada mejor que la sensación que te queda en el cuerpo tras una dura sesión de entrenamiento, esa sensación de ligereza, como de flotar, es impagable, pero para ello hay que estirar bien.
2. Busca alternativas a aquello que te causa molestias.
Si lavarte la cabeza después de entrenar se convierte en un suplicio por tener que secar bien el cabello o salir medio mojada, prueba a combinar tu champú habitual con alguno de lavado en seco.
Que al salir a correr tienes mucho frío durante los primeros minutos, hazte con un par de camisetas térmicas y unos buenos calcetines.
Y, si te da pánico el pensar que tienes que salir de casa con la que está cayendo, enfúndate en unas buenas UGG, es como ir con unas zapatillas de estar por casa bien calentitas por la calle, un abrigo mullidito y una bufanda abrigada y no hay excusas que valgan.
3. Opta por alguna actividad que realmente te guste.
Si de por si esto es siempre importantísimo, en las épocas en que nos da más pereza se vuelve imprescindible.
Como ya os dije aquí, no os dejéis guiar por modas, lo que se supone que se debe hacer o lo que hagan las amigas, sed sinceras con vosotras mismas porque al fin y al cabo esto lo hacéis por vosotras y os tiene que gustar.
4. Estira más que nunca, y, cuando te parezca suficiente, estira un poco más aún.
Cuando las temperaturas bajan no nos resulta tan fácil estirar por lo que es necesario emplearse más a fondo que en verano para obtener resultados similares.
Esto vale para cualquier tipo de deporte o actividad física, da igual la disciplina que sea o si es un hobby o algo más.
También es importante aunque no hagas deporte, verás como mejoras tu postura y te sientes más ágil, ligera y menos acartonada.
5. Ten cuidado con los cambios de temperatura.
Aunque empieces a sudar no es conveniente que te quites toda la ropa de golpe, es mejor hacerlo de forma progresiva y pecar de ir demasiado tapadas y sudar demás que coger un catarro tras otro.
Lo ideal es llevar varias capas de ropa para poder ir poniendo o sacando en función de nuestras necesidades, y, siempre mejor si se trata de materiales suaves y naturales como el algodón que nos permitan transpirar bien.
6. Aunque con el frío no apetezca tanto beber agua no te olvides de ella.
Es indispensable para un correcto funcionamiento de nuestro cuerpo y no beber suficiente afecta negativamente a nuestro rendimiento y a nuestros ánimos.
Y tú, padeces el síndrome del oso polar cuando empiezan a caer las temperaturas o te mantienes igual de activa llueva, haga frío o calor?¡Nos vemos el viernes!