Con el de hoy continuamos una serie de artículos dedicados al estudio de la personalidad, que ya iniciamos con un post dedicado al narcisismo.
Personalidad, carácter, temperamento... son palabras que a menudo utilizamos de forma indistinta cuando queremos describirnos a nosotros mismos o a los demás, pero es necesario establecer unos matices.
Personalidad ¿qué es?
La personalidad es la estructura en la que se integran todos los elementos físicos, psíquicos y también socioculturales de un individuo.
El
es la parte de la personalidad que adquirimos con el tiempo, con nuestra interacción con los demás, con el medio en que vivimos.El temperamento, en cambio, tiene que ver más con la parte de la personalidad que heredamos; es decir, tiene un trasfondo genético que por tanto es más difícil de modificar.
De manera que podríamos establecer una ecuación tal que así:
PERSONALIDAD = CARÁCTER + TEMPERAMENTO
A mayores, podemos definir un cuarto término, la conducta, como el conjunto de acciones que todo individuo desarrolla de manera abierta o encubierta, es decir, no sólo lo que vemos que hace sino también lo que siente, piensa, sus emociones?
Cualquier respuesta a un estímulo.
La forma de comportarse que, lógicamente, vendrá determinada por el conjunto de personalidad.
¿Cuáles son los componentes de la personalidad?
Hemos visto que la personalidad es una estructura formada por dos grandes bloques de elementos, los adquiridos y los heredados. Pero, entrando en detalles ¿cuáles son esos elementos?
En primer lugar, en toda personalidad existen unos rasgos principales que determinan al resto, y son los estados de ánimo, mentales o cognitivos.
Según sean esos rasgos, se pueden establecer los llamados tipos de personalidad, una especie de prototipos con una combinación determinada de esos rasgos principales.
De cada prototipo se derivarán una serie de pautas de conducta, de formas de responder ante cada situación.
Sin embargo también es necesario recalcar que, a pesar de esta visión algo simplista de la personalidad, la realidad es que la personalidad no es algo estático, sino todo lo contrario, algo dinámico y, para bien o para mal, susceptible de rectificación.
Así, para bien, cuando un individuo presenta algún trastorno o conducta inadaptada, es posible ayudarle a modificarla.
Aquí tenemos algunos ejemplos: el trastorno por narcisismo lleva al que lo padece a creerse superior. Un miedo excesivo a afrontar ciertas situaciones puede llevarnos a padecer un trastorno de la personalidad por evitación. El miedo exagerado a cometer fallos está en la raíz del llamado trastorno obsesivo compulsivo.
De la misma manera, para mal, nuestra personalidad también se ve influenciada por los otros, y eso podría en ocasiones...
¿convertirnos en peores personas?
póster creado por AdarvePhotocollage, retoque fotográfico
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