Pero que sea ella la que lo cuente mejor.
Hoy aterrizo en el blog con las sensaciones que me ha despertado un vídeo titulado: ?Look up!? (Levanta la vista).
No he conseguido encontrar una versión subtitulada o traducida, pero creo que las imágenes reflejan bastante bien parte del discurso de este corto. (Edito para decir que hemos conseguido el vídeo subtitulado).
Su creador, Gary Turk, pone el dedo en la llaga y cuestiona con su relato el nuevo tipo de relaciones sociales en las que vivimos inmersos en la actualidad: las redes sociales.
¿Qué está ocurriendo con las relaciones online?
¿Qué lugar ocupan las relaciones virtuales en nuestros días?
¿Cuáles son las consecuencias de reducir la vida al mundo virtual?
He aquí su perspectiva.
Desde que se nos abrió la posibilidad de una comunicación instantánea y a distancia, muchas son las oportunidades que tenemos de llegar, tanto a personas como a lugares que escapaban a nuestro alcance. Pero este nuevo modelo de socialización también ha propiciado que, en algunos casos, la vida virtual haya sustituido en parte o por completo a las relaciones humanas a la vieja usanza.
La llamo así, ?vida virtual? porque solo puede mantenerse si está mediada por un instrumento técnico y no tiene más entidad física que un puñado de ceros y unos. Curiosamente, a pesar de su naturaleza cibernética, podemos llegar a sentir emociones verdaderamente intensas vinculadas a estos nuevos contactos.
¿Por qué ha conseguido esta nueva manera de vivir engancharnos tanto?
¿Qué tienen de particular estas relaciones que, de algún modo, parecen compensarnos?
Bueno, en primer lugar podemos señalar que la existencia de las redes sociales ha conseguido dar un lugar a personas que de otra manera no habrían podido entablar otro tipo de contactos sociales. Pero para aquellos que ya tenían relaciones de carne y hueso, ha supuesto la oportunidad de exhibir al mundo una vida propia en imágenes que muestra la mejor cara de cada uno de nosotros.
Un escaparate diseñado para que el resto del mundo se asome. De tal manera que, como si de objetos se tratara, nos ofrecemos al público con la intención de seducirlo y conseguir que nos compren.
?Estar bien posicionado online definiría quién eres?
?Si no estás en la red, no existes?
Estos nuevos mandamientos contemporáneos incitan a millones de personas a esforzarse por mantener activa esa vía con el más allá del cara a cara, que parece haberse convertido en un requisito indispensable para el bienestar individual.
Pero no solo dedicamos gran parte de nuestro tiempo en cuidar nuestro escaparate por conseguir un status online, sino que, de camino, nos ahorramos la mirada del otro sobre nuestro cuerpo y las consecuencias de dicha circunstancia.
Un otro que ahora ya no puede tocarnos, ni mirarnos sin mediación de una pantalla. Que pasa de estar, a suponerse su presencia cuando leemos sus palabras y al que imaginamos mientras redacta algún tipo de enunciado que suponemos de su autoría.
Un otro cuyas formas y maneras son exactamente como deseamos, diseñado a nuestra imagen y semejanza, sometido en la imaginación a nuestra voluntad.
Parece que, en algunos casos, se decide desatender una vida que no rima para zambullirse en un ?reality show? personal, prolongación de la fantasía propia y lleno de actores secundarios. Elegimos anidar en un invento imaginario apoyado en un puñado de fotografías, algún que otro vídeo y más hipótesis que conocimiento certero del otro.
Eso sí, sin olvidar sus ventajas: nos ahorramos eso de exponernos a la normalidad y a su falta de brillantez. Encendemos nuestras pantallas y nos escapamos de una vida que carece de pose y en ocasiones nos pesa.
Alucinamos a la pareja, los compañeros y amigos. Nos alucinamos con nuestro reflejo en la pantalla y allí permanecemos prendados. Presos de lo que parecemos y no de lo que somos.
Invirtiendo la vida en una especie de alucinación colectiva cuya desembocadura es la desilusión. Ese momento en el que la barrera online desaparece y trágicamente siento no conocerte en absoluto.
Quizás levantar la mirada hacia nuestro alrededor, podría abrirnos la puerta a las experiencias a la antigua usanza, esas que suceden por fuera del ciber-escaparate y permiten una intimidad real en la que el otro tiene algo propio que decir y donde no funciona el ?cerrar sesión?.
Experiencias sin necesidad de guiones imaginarios ni ?postureo?.
Sin la necesidad de sacar brillo constantemente al reflejo de lo que nos gustaría ser.
Así que me uno a Gary Turk y su propuesta:
?LOOK UP!?
Y deja que la vida te suceda
En breve estoy de vuelta. ¡Buen fin de semana!
Marta B.
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Fuentes fotografías
Redes sociales: Revista Replicante
Maniquíes: La brochina
Códigos binarios: Investigando el net art