Como todo, aunque su práctica sea saludable, debe tener un equilibrio y unos límites, ya que el mal uso o abuso podría causarnos afecciones sin darnos cuenta, la vigorexia es otro ejemplo que podría compararse a este, creyendo que estamos haciendo bien a nuestro cuerpo, pero si cruzamos la línea hacia la obsesión, es cuando empiezan los problemas y como todo problema de este tipo, llega sin darnos cuenta.
Así que este obsesivo control de los componentes nutricionales podría tener síntomas, aunque muy difícil de diferenciar con una simple preocupación, aquí puede haber una delgada línea que separe a un afectado de una persona que solo se cuida con cierto rigor.
Estos síntomas pueden empezar por el descontrol de “controlar” valga la redundancia, las caloría que ingerimos, o la calidad de alimentos que consumimos, hasta que todo nuestra atención se basa en revisar y restringir todo lo que comemos. Obviamente hay que saber que la ortorexia u ortorexia nerviosa, n o ataca sola, es decir, es una patología multicasual, estas necesitan una serie de condiciones en la persona para que esta quede afectada, estas condiciones podrían ser, depresiones habituales, personas con problemas de falta de personalidad, traumas que acarrea desde la infancia o una baja autoestima, así la ortorexia podría aprovecharse de estas “debilidades” y apoderarse de nosotros sin darnos cuenta hasta que ya lo tenemos, muy similar a la anorexia o bulimia. Así como con estas últimas, cierta presión social, nuevos “estándares de belleza”, publicidad recurrente sobre cánones o estereotipos estéticos erróneos que consumimos día a día y que son el combustible en la propagación de este trastorno. También se ha observado que hay personas predispuestas genéticamente para esto.
La afección se muestra en los afectados con varias caras, una persona puede negarse obsesivamente a consumir alimentos ricos en grasa, carnes de todo tipo, comida que contenga preservantes, colorantes, saborizantes, azúcar o los que se producen de manera industrial o artificial, estos no necesariamente se fijan en la cantidad de la comida, más bien en su calidad. Uno de los mayores problemas según Bratman, es que, esta obsesión es por los alimentos que nosotros consideramos sanos y eso no es necesariamente correcto, ya que se rige sobre el conocimiento que tenemos cada uno sobre lo saludable o no de los alimentos, esto puede traernos como resultado otro déficit nutricional como la anemia, la falta de vitaminas y energía o incluso un trastorno psiquiátrico.
La patología podría llegar a puntos extremos si la persona que lo padece, al preparar sus alimentos solo quiere hacerlo sobre “tablas” de cortar de acero inoxidable para evitar la contaminación bacteriológica, o irónicamente hacer uso de cuchillos de cerámica para evitar los iones del metal se queden en los alimentos.
Como ya hemos dicho, el problema es causado a través de varios condicionantes, una de estas causas es el entorno socio cultural, las personas más afectadas suelen ser jóvenes con una condición adquisitiva media alta, deportistas, modelos o gente que necesita de alguna manera mantener una línea bien sea por trabajo, por dar una imagen saludable o atractiva frente a su entorno social, los practicantes del llamado “culto al cuerpo”. Esta patología está relacionada con personas que padecen algún tipo de trastorno obsesivo compulsivo y que pueden llevarlos paradójicamente queriendo comer sano a la desnutrición.
Esta patología tiene cura, lo normal es que se aborde con tratamiento psicológico, farmacológico o psiquiátrico. Así como el entorno del paciente es clave para adquirir dicha afección, también lo es para erradicarlo, largas horas de terapia de recuperación y el círculo más cercano del ortoréxico, ya sea, familia o amigos, son imprescindibles para combatir el desorden.